El Cañón del Barranco de Luna, se encuentra enclavado en la plataforma inferior del Valle de Lecrín, entre los términos municipales de Albuñuelas y El Valle (Saleres). Sus coordinadas geográficas son: Longitud 0.4166700 - Latitud 40.6166700.
El Barranco de Luna nace en el término Municipal de Albuñuelas, entre los Barrancos del Pilarejo y el del Collado del Lobo. Discurre entre los pagos agrícolas del Barrancón y de Vaciacostales. Ya en el término municipal de El Valle, se le une por la izquierda el Barranco del Aceituno. Finaliza al llegar junto al Ventorrillo de Saleres, donde entrega las aguas de su arroyo al río Albuñuelas ó río Santo.
En la parte intermedia del Barranco de Luna, se encuentra el Cañón.
Su origen hay que buscarlo en la más remota antigüedad geológica, cuando el Mar de Thetys (antiguo océano que desde la línea del Ecuador separaba la zona donde hoy se encuentran Europa y África) aún cubría toda ésta Comarca del Valle de Lecrín.
Thetys, la nerea y diosa oceánica, esposa de Peleo y madre de Aquiles, de la Mitología Griega... Geológicamente, dió su nombre a un mar cambiante, que modificó su forma por el desplazamiento de los Continentes. Al abrirse el océano Atlántico, Thetys se dividió en dos y estrechó, sobre todo en el Oriente, ante el empuje hacia el norte de África y la India.
Hace unos ocho millones de años, en la Era Cenozoica, Período Neógeno-Mioceno, Edad Tortoniense, cuando la presión de la Micro-Placa Tectónica de Alborán o Placa Meso-Mediterránea y la Placa Ibérica, comienzan a generar la Orogénesis Alpina que dará lugar al nacimiento de la Cordillera de Sierra Nevada, en éste lugar el Valle de Lecrín, comienza a emerger, lo que los geólogos llaman, la Isla de la Tórtola.
La Isla de la Tórtola limitaba al Sur con las zonas más bajas del Valle de Lecrín, al Oeste con Albuñuelas, Jayena y Agrón, y al Norte con El Padul (que aún se encontraba bajo las aguas del Mar de Thetys).
En la zona donde se encuentra el Cañón del Barranco de Luna, emergió un antiguo arrecife coralino y una formación kárstica.
Con el paso del tiempo y por la erosión causada por el arroyo del Barranco de Luna, se fue formando un Cañón, un accidente geográfico provocado por un río o corriente de agua, que a través de un proceso de epigénesis, excava en terrenos sedimentarios una profunda hendidura de paredes casi verticales. Cuando el Cañón es relativamente angosto, se le llama Garganta ó Cañón de Ranura ("Slot Canyon").
El Cañón del Barranco de Luna es como un libro de Historia Geológica de éstos parajes. Donde el antiguo arrecife coralino ha quedado al descubierto, encontrándose en sus verticales paredes los restos de los antiguos seres marinos que poblaron ésta zona del Mar de Thetys, en forma de fósiles, moldes e icnofósiles, como las turritellas (o torrecillas), las terebrátulas, las ostreas, las chlamys o las pecten...
A modo de aviso muy importante y como recomendación: NO SE DEBE INTENTAR NUNCA RECORRER EL CAÑÓN DEL BARRANCO DE LUNA, SI HA LLOVIDO EN LOS DÍAS PREVIOS Ó HAY RIESGO DE LLUVIA ... PORQUE EL BARRANCO DE LUNA ES EL ÚNICO DESAGÜE NATURAL DE ÉSTA AMPLIA ZONA DEL VALLE Y CON LLUVIA... SE CONVIERTE EN EXTREMADAMENTE PELIGROSO.
Hace tiempo que tenía noticias de la existencia del Cañón del Barranco de Luna, y yo tenía interés, por explorar la zona y conocerlo... pero, por diversas circunstancias, siempre aplacé la ida al lugar.
Pero, por fin, se han dado las condiciones oportunas y he podido visitarlo, en compañía de mis amigos Luís Díaz, José Emilio Ubiña y la experta perrita senderista, Balto.
A continuación relato mis sensaciones y vivencias durante nuestra primera visita a éste maravilloso lugar:
Viernes, 15 de junio de 2018.
La larga y lluviosa Primavera, está dando sus últimos coletazos y las calores del ya muy próximo Verano, comienzan a llegar...
El viaje de exploración del Cañón del Barranco de Luna lo hemos incluido dentro de una Ruta senderista circular entre Albuñuelas y Saleres; y el Cañón del Barranco lo vamos a recorrer, siguiendo el curso del agua del arroyo, descendiendo...
La bajada al Barranco de Luna, ya comienza a darnos algunos apuntes sobre lo que nos espera... a la izquierda del camino comenzamos a ver parte del arrecife coralino que vivió hace millones de años en éste lugar...
Finalizada la bajada, al llegar al fondo del Barranco de Luna, giramos a la derecha, por un sendero, poco marcado.
El Barranco está poblado por una espesa vegetación de ribera, mezclada con grandes ejemplares de higueras, almendros, olivos, naranjos y zarzas... Sobre las zarzas, indicar que hay que tener mucho cuidado, pues cada enganche es signo de rotura en la ropa y de herida punzante y dolorosa...
En ésta zona primera, el cauce del Barranco no lleva agua. Vamos vadeando el cauce seco del arroyo, de un lado a otro, intentando salvar las dificultades que la espesa vegetación, nos va poniendo a cada paso del camino.
Hace bastante calor, pese a que aún es temprano... pasamos de los 30 º centígrados... y el grado de humedad es muy alto...
Al llegar junto a una explanada donde hay grandes ejemplares de olivos, comenzamos a oír el sonido el agua al caer por una cascada...
Balto ha sido la primera en llegar al cauce del arroyo... meterse en el agua... y beber...
El sendero nos lleva junto a la primera gran pared del Cañón y descendemos, por unos pequeños escalones naturales, hasta el cauce del arroyo... y toca cambiarse de calzado... para ponernos los "zapatos de agua".
La primera sensación al meter los pies en el agua es de frialdad, pero, casi al momento esa sensación se convierte en agradable frescor...
El curso del Cañón es zigzagueante y nuestro campo de visión no abarca más de 10 ó 15 metros... continuamente va cambiando de dirección, hacia la izquierda... o la derecha... Comenzamos a ver bonitos y frondosos ejemplares de culantrillos, cola de caballo y alfilerillos o flor de la viuda...
Conforme vamos avanzando... nuestro grado de asombro... va en un progresivo aumento... por lo maravilloso... lo bonito y espectacular que son éstos paisajes que la Naturaleza, pacientemente, ha ido esculpiendo en la Madre Tierra...
No es sufiente con contarlo... ésto hay que "vivirlo"...
A cada poco, el juego de luces, que va fabricando la luz del sol, al penetrar desde arriba... muy arriba... va cambiando, como si fuera un perfecto caleidoscopio... creando ambientes de "claro-oscuro"... que ninguna cámara de fotos del mundo creo que puede captar...
El grado de humedad es muy alto... pero la temperatura ha bajado... y bastante... hasta los 21º centígrados... con la calor que hemos pasado hace un rato... y aquí... el fresquito tan agradable que hace... Desde lo alto de la cornisa del estrecho Cañón, nos cae agua, desde los culantrillos que cubren sus paredes, a modo de fina lluvia...
A Balto la veía, al poco de entrar en las aguas del arroyo del Cañón, como "dudando"... cuando la profundidad de la poza era considerable... (teniendo en cuenta que es una perra pequeñita...), pero esa "duda"... se ha convertido en férrea determinación... y salvo que la altura a salvar... sea muy grande para ella (en cuyo caso, la ayudamos a superar el obstáculo natural...), no duda en lanzarse a la poza... nadar y hasta bucear... en las frescas y cristalinas aguas del precioso arroyo.
Por suerte, la superficie de las rocas es rugosa y podemos, apoyarnos y agarrarnos a ellas sin problema... pero hay unos cuantos tramos, pocos en realidad, que el terreno es arcilloso... muy resbaladizo... en los que hay que extremar la precaución... y es mejor ir directamente por el curso del arroyo.
Hay varias zonas en que los restos fósiles los encontramos a mano, visibles, sobre las rocas en que hemos de apoyarnos para hacer destrepes, descendiendo, salvando las dificultades del terreno... la mayor parte de los obstáculos naturales son rocas desprendidas de algún lateral del cañón... y no encontramos ningún recodo que se parezca al anterior, ni al siguiente...
El paseo por el interior del Cañón es una delicia... para todos los sentidos...la agradable sensación de frescor... la suave y tamizada luz que da una especial iluminación natural... la percepción de la nitidez de los sonidos... el tacto rugoso, pero no abrasivo, de las moldeadas rocas... la paz interior y el recogimiento que se siente... y un último sentido, que nos tiene en una "tensión agradable"... para ir evitando los "potenciales peligros", que aparecen, conforme avanzamos en nuestro viaje por el interior del Cañón...
El enrevesado terreno nos va planteando retos físicos, que, poco a poco, vamos resolviendo, con la ayuda de manos y pies... (en algún tramo hemos de lanzar los bastones hasta la siguiente poza de agua... pues en vez de sernos útiles... se convierten en un engorro... y necesitamos tener las manos libres...) vamos salvando los pequeños saltos de agua, las pozas, los resaltos, los toboganes, ...
Como todo en la vida, lo bueno se acaba... y el Cañón llega a su punto final, abriéndose de nuevo al ámplio Barranco de Luna, en el que la abigarrada y espesa vegetación, como un formidable muro verde vegetal, nos invita, amigablemente... a salir del cauce del arroyo y comenzar a subir por un senderito, la empinada ladera...
Echamos la vista atrás y nos parece mentira... el Cañón está prácticamente oculto... pero sabemos que está ahí... y nos ha concedido el privilegio de conocerlo, aunque sólo sea un poco... de rozar sus antiquísimas paredes...; hemos abandonado un templo sagrado de la Naturaleza, y hemos de estarle agradecida... porque nos sentimos un poco más, "Mashpi": amigos del Agua...