Desde siempre, me ha llamado la atención, en la distancia, la peculiar silueta, hoyada por la mano del hombre, de un cerro aislado en medio de la llanura central de la Depresión de Granada.
Erguido, como un permanente vigía, controlando el paso entre las Comarcas de La Vega, El Temple y el Valle de Lecrín, se encuentra, desde hace millones de años, el Cerro de Montevive.
En la antigüedad, fue considerado como un “monte sagrado” y su peculiar silueta, comparada con la giba de un camello o la mitra de un obispo.
Me hice un propósito personal: recorrer a pié, las laderas del Cerro de Montevive, en una ruta circular, que partiendo desde el casco urbano del municipio de La Malahá, lo rodeara, en dirección Este - Oeste (en sentido contrario a las manecillas del reloj), recorriendo los términos municipales de La Malahá, Alhendín y Las Gabias. Y después de buscar el camino más adecuado, describirlo y documentarlo (textual y fotográficamente).
Me ha costado llevarlo a cabo: tiempo, esfuerzo y dolor, pues la primera visita que hice al lugar, para reconocer parte del terreno, me dejó como secuela un esguince de tobillo, que me ha tenido postrado, recuperándome, por espacio de un mes y medio.
Pero, por fín, lo he conseguido… y a continuación relato algunos datos sobre el lugar, así como la descripción del itinerario de la ruta.
SOBRE LA MALAHÁ:
El casco urbano del municipio granadino de La Malahá (considerado tradicionalmente, la “Puerta del Temple”), se encuentra situado en la falda del Cerro de Digudía (a unos 714 msnm), en una pequeña depresión, flanqueada por los Cerros de la Atalaya, del Pingurucho y el Tajo de las Palomas, en la confluencia de los Arroyos del Tarajal, de la Fuente de la Taza y el Barranco del Chopo ó de las Pilas.
Las tierras de La Malahá, son como una isla geológica, donde el paso de los milenios ha quedado plasmado en las erosionadas paredes verticales del abrupto relieve (moldeadas por el viento) y en las líneas sedimentarias estratigráficas, emergidas a flor de tierra y rasgadas por vetas de yesos y conglomerados de aluvión.
Sus parajes, me recuerdan a las “malas tierras” de las cárcavas del Noreste: un ecosistema semidesértico, pero en éste caso, ubicado en un territorio salino. El agua, tiene grandes concentraciones de sal. En este singular ecosistema, animales y vegetales han logrado adaptarse y sobrevivir, y el hombre, desde la época del Imperio Romano, ha explotado la sal mineral que arrastrada por sus arroyos ó extraída de pozos, era desviada a piletas de desecación, donde el sol hacía su labor....
El agua dulce, en el entorno de La Malahá, es un bien muy escaso; y la que mana del interior de la tierra, es de naturaleza termal, de excelentes cualidades medicinales. El hombre, desde la más remota antigüedad, la ha aprovechado y utilizado para baños terapéuticos.
El manantial que alimenta los baños, localizado a medio kilómetro del núcleo urbano, se encuentra (geológicamente hablando) en el borde de una falla, que pone en contacto las dolomías (de más de 200 millones de años: Triásico) con los sedimentos margosos y las evaporitas (de 5 a 20 millones de años: Mioceno). Había cuatro surgencias de aguas termales, de abundante caudal: el manantial de las Termas (32ºC); el de la Concepción (29ºC); el de la Salud o Baño Frío (13ºC), y el de Fuente de Santiago (20ºC). Sus aguas, ya fueron analizadas y clasificadas, en el siglo XIX, como Sulfatado cálcicas (variedad clorurado-bicarbonatadas) y eran recetadas para el tratamiento de enfermedades como el escrofulismo, reumatismo, catarros crónicos bronquiales, laríngeos, vesicales y uretrales, metritis y desarreglos menstruales; anemias, clorosis, epilepsia, histerismo, la neurastenia y especialmente, el herpetismo, en todas su manifestaciones.
Hoy en día, el principal manantial forma parte de un complejo de ocio y termalismo, enclavado junto al viejo balneario y los baños árabes.
Las crónicas del siglo XIX, nos dan alguna información sobre La Malahá. Para acceder a ella pulsar aquí>>>
Enrique Villar Yebra (1.921 - 2.001), pintor paisajista, escritor, guía turístico y músico albaicinero, nos dice sobre La Malahá en su artículo para el Diario “Ideal” de fecha 14 de julio de 1968 (“Granada: Notas de la provincia - Bocetos del Temple"): “Desde en medio de la cuesta empieza a verse el pueblo de la Malahá, entre el flanco del acantilado y los collados que ciñen los meandros del arroyo Salado. Allá abajo, delante del llano, un grupo de casas dominado por el campanario. A la derecha están las salinas, los estanques cuadrados brillando al sol. Impresiona este paisaje. … Unos almendros flanquean un lado del camino. Hay bancales cultivados y algunos árboles, sobre el cauce del arroyo pasadas las salinas, al pie de los collados gibosos. En la cumbre del cerro donde se retuerce la carretera en la bajada, una roca saliente semeja el pico corvo de un pajarraco. El camino cruza un corto puente y estamos en el pueblo. … El pueblo, a contraluz, es una silueta de duro contorno, con aristas quebradas en el celaje cálido. También lo he visto en el mediodía polvoriento, con el sol pegando fuerte en los tejados y las sombras de los aleros cayendo como largos flecos hasta los bajos. Las calles blancas de luz; las gallinas correteando y alguna cortina de saco que se levanta un poco al paso: atalaya de una vecina mirona en la sombra del portal. Allende el Sur, la grieta del Salado se pierde de vista en la tierra ocre. Una fila de casas apoya su lado de atrás sobre el pequeño tajo, hasta esos primeros edificios vecinos al puentecillo. (En una de esas casas, las principales del pueblo, debe estar guardada la momia de la Malahá, que según se dice, trajo una familia del siglo XVI. Yo lo he oído decir…)".
Para consultar información histórica más detallada, leer el siguiente enlace >>>
DESCRIPCIÓN DEL ITINERARIO DE LA RUTA:
Iniciamos la Ruta en la Plaza de la Iglesia de La Malahá.
La Iglesia Parroquial de La Inmaculada Concepción fue construida en el siglo XVI y es de estilo mudéjar. El edificio tiene una única nave y planta rectangular, con fábrica de ladrillo y cajones de mampostería. La cubierta exterior es a 4 aguas, con tejas cerámicas curvas. Junto al lado izquierdo de la cabecera, se encuentra la torre exenta, de planta cuadrada y tres cuerpos de altura. En el tercer cuerpo se aloja el campanario, con arcos de medio punto; y en el del lado Sur, hay un reloj. En la fachada lateral que da a la Plaza, hay adosada una cruz de mampostería, sobre una base conoidal y pedestal bien moldurado, enmarcada por una moldura rectangular, fechada en 1.570, que indicaba el inicio del viacrucis por las calles de La Malahá. La fachada principal es de piedra caliza. La portada se divide en dos cuerpos; el inferior, con arco de medio punto, enmarcado por pilastras con decoración floral, se apoya sobre pilares y en las albanegas, hay sendos escudos de la orden franciscana; el superior, está presidido por una hornacina con la imagen de la Inmaculada y dos óculos a los lados. Sobre la puerta de acceso al templo, se encuentra el escudo heráldico del Arzobispo de Granada, Gaspar de Ávalos Bocanegra y de la Cueva Benavides (1.485 - 1.545). En el interior, conserva un bonito artesonado mudéjar de lima bordón y un retablo de estilo barroco, tallado en madera y dorado, con las imágenes de La Inmaculada, San Isidro (Isidro de Merlo y Quintana, 1.082 - 1.172) y Santa María de la Cabeza (nombre de María Toribia, / - 1.175, esposa de San Isidro Labrador).
Cruzamos la Plaza y seguimos por la Calle San José, la Plaza de la Constitución y la Avenida de Andalucía, pasando junto a Las Cruces y el Parque Infantil “Mariano Granados”.
Las Cruces son de piedra de cantería (caliza amarilla de las cercanas canteras de Santa Pudia). Las tres Cruces forman un Calvario y están erigidas sobre unas plataformas cuadradas de mampostería (cemento y piedra viva); la del centro parece ser la original del "Vía Crucis": tiene mayor envergadura y está rematada por bolas de coronamiento. Las otras dos que la flanquean son recientes (2.011), con un bonito diseño y motivos ornamentales: tienen espirales talladas en los brazos y un adorno central inciso con forma de cruz de Tau o cruz de San Antón. Desde el bonito mirador de Las Cruces se divisa un espléndido panorama del Cerro de Montevive (969 msnm), con Sierra Nevada, como telón de fondo.
El Parque Infantil “Mariano Granados” fue inaugurado el 26 de Septiembre de 2.004, con motivo del homenaje que el municipio de La Malahá, brindó al que fue su párroco y benefactor, en la década 1.950-60, (Mariano Granados Casares, 1.925 - 2.009) y en el que le fue entregado el título de “Hijo Predilecto” de La Malahá.
Continuamos nuestro paseo, cruzando, el menguado curso del Arroyo de Frontilín, por la zona peatonal del puente y seguimos por el Paseo Suspiro del Moro.
Dejamos el casco urbano de La Malahá y seguimos por un camino de tierra, que discurre a la izquierda y paralelo al trazado de la carretera A-385 (Santa Fe - Otura).
Poco después de pasar por las inmediaciones del Cementerio Municipal (situado hacia la derecha, al otro lado de la carretera), giramos a la izquierda al llegar al Camino de las Yeseras. Pasamos junto a unos cortijos (situados a la izquierda del camino), y cruzamos por un puente el encajonado Arroyo del Tarajal.
El Arroyo del Tarajal nace hacia el Este, en dos puntos distintos: cerca de la Sierra de Pera (en las inmediaciones del Centro de Reciclaje - Ecocentral Granada) y en el Paraje del Barranco de la Diezmería. Se reúnen ambos cursos al llegar a la zona de la Cañada de la Pileta, desde donde corre paralelo a la carretera y finalmente desemboca en el Arroyo del Salado, ya pasado el casco urbano de La Malahá.
Subimos suavemente, en dirección hacia las inclinadas laderas del Cerro de Montevive, entre los pagos agrícolas de Las Vacas (a la izquierda) y El Tarajal (a la derecha), plantados de olivos y almendros.
Llegamos a un cruce/bifurcación, junto a un poste metálico del tendido eléctrico y un cartel/mapa de la Ruta “Los Arroyos - La Malahá”, que forma parte del Proyecto de señalización de rutas de senderismo de Aprovalle, Temple y Costa Interior. A la derecha, continúa el Camino de las Yeseras. Seguimos a la izquierda, por el Camino de los Cosarios.
El de cosario ó trajinero es, hoy en día, un oficio casi olvidado..., tan sólo recordado por los más ancianos de nuestros más mayores. El Diccionario de la Real Academia Española especifica en una de las acepciones sobre el término “cosario”: “3. m. Hombre que conduce personas o cosas de un pueblo a otro”. Pero, en realidad, era un recadero o mensajero que conducía personas o mercancías de un lugar a otro y hacía todo tipo de encargos, a cambio de un precio, previamente acordado...
Coronamos la larga pero suave subida y dejamos el término municipal de La Malahá, pasando al de Alhendín, cuando ya tenemos a la vista las ruinas del gran Cortijo Casa Colorada.
Una banda de grajillas, revolotea y grita (“kieek - kieek”), entre las ruinas del cortijo, que utilizan como dormidero…
Casa Colorada, situado cerca de la ladera de Levante de Montevive, debe su nombre a la almagra (tierra roja) que cubría exteriormente sus muros y paredes. Era un cortijo de grandes proporciones, propiedad de la familia Ossuna (proveniente de los Fernández Cortacero, de Alhendín). Además de residencia de la familia, el cortijo daba cobijo a pastores, gañanes y segadores, que faenaban en los alrededores. Junto a los muros exteriores del cortijo había unas pilas-abrevaderos de piedra; aquí, el ganado encontraba un suministro vital de agua fresca, donde saciar la sed y refrescarse durante el Verano. El agua llegaba a las pilas procedente de un nacimiento situado a unos 150 metros, en la ladera de Montevive. Hoy en día, este antiguo cortijo, propiedad (en parte) del Ayuntamiento de Alhendín, es una ruina… donde aún quedan en pie algunos muros … y se conserva, en condiciones de uso, la gran era empedrada.
Transitamos por el Pago de La Tinajuela (a la izquierda) y Casa Colorada (a la derecha). Comenzamos un descenso suave y ya divisamos, a lo lejos, la blanqueada silueta del casco urbano de Alhendín, en el que sobresale la esbelta torre de la Iglesia de la Inmaculada.
Llegamos a un cruce, donde vemos un poste metálico amarillo del Gasoducto soterrado Granada-Motril. Seguimos a la izquierda, por un ancho y llano camino, que, poco después nos lleva a una zona de obras.
Las obras corresponden al trazado de la Segunda Circunvalación de Granada (entre Calicasas y Otura) que se prevé esté finalizada el próximo año 2.020.
En la encrucijada (en obras), seguimos a la izquierda, comenzando la larga subida hacia Montevive, pasando, sucesivamente, junto a las canteras de extracción de áridos, yeso y arcilla: Suspiro del Norte n° 256 (Las Gabias), Suspiro del Sur n° 252 (Alhendín), ambas propiedad de la Empresa “Ladrillos Suspiro del Moro S.L.”, Las Nieves y San Antonio.
Coronamos la subida al llegar junto a la puerta de acceso a la explotación minera “Aurora” (su número de registro es el 28.270), que ocupa la cima del Cerro de Montevive y que constituye un yacimiento, excepcional por su riqueza, de celestina (sulfato de estroncio). Nos encontramos a unos 11 kms al SW de Granada capital. En la “Aurora”, comenzó a trabajarse a finales de la década de 1.960. Las labores, a cielo abierto, estaban situadas sobre otras más antiguas, probablemente de 1942, ya que se descubrió a cien metros bajo el nivel de explotación una galería muy mineralizada. En la actualidad, la mina pertenece a Canteras Industriales, S.L. (empresa filial de Bruno, S.A.). En la década de 1.980-90, la producción se incrementó considerablemente, por la demanda de carbonato de estroncio para la fabricación de pantallas de televisión en color, convirtiéndose la pequeña Empresa familiar en la más rentable de Andalucía. El mineral, arrancado mediante voladura y perforación, era tratado en la planta existente a pie de mina, obteniéndose concentrados de entre el 95 y el 85% de riqueza. Una vez finalizado el proceso, el mineral era enviado, mediante camiones, hasta el puerto de Motril, donde era embarcado y exportado a Japón, Alemania y China. Con el tiempo, por la competencia exterior, la actividad fue decreciendo y desde el año 2.009, la “Aurora”, no está en explotación.
El camino nos lleva hacia unas altas antenas repetidoras de telefonía, donde el camino se bifurca. Giramos a la izquierda. El camino crestea sobre la loma. Tenemos a la izquierda, el barranco de la Higuera y el barranco Charcones. A la derecha, la Cañada del Lazo. Desde el camino se divisan vistas panorámicas espectaculares, en 360°: los blancos caseríos de Granada capital y las poblaciones de su Área Metropolitana, la Comarca de la Vega de Granada (en toda su amplitud) y la del Temple, Sierra Nevada, Sierra de Huétor y Alfaguara, Sierra Elvira, Parapanda, El Hacho y la Sierra Gorda de Loja, las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, la Sierra de Pera y de los Guajares… en fin… toda una delicia para la vista…
Caminamos sobre la cresta de la loma, en el límite municipal entre Las Gabias y La Malahá. Tenemos a la derecha el pago agrícola de El Carril y a la izquierda las estribaciones del Cerro del Pingürucho (834 msnm).
El camino, va girando hacia la izquierda, dejando la cuerda y descendiendo. Perdemos la vista de la Vega granadina y ganamos la de la cara de Poniente de Montevive, con Sierra Nevada al fondo.
Seguimos bajando por lomas del Cerro del Pingürucho, emprendiendo el camino de regreso hacia La Malahá, que ya divisamos, como una blanca joya, engarzada en la cabecera del Temple.
Llegamos a un cruce, entre olivos y nos desviamos a la derecha, por la falda del Cerro del Rebolondo (789 msnm), rodeándolo.
Comenzamos a ver el antiguo Cementerio Municipal de La Malahá y dejamos el camino. Nos desviamos a la derecha, por un sendero/trocha, y vadeamos los encajonados barrancos del Lobo y del Africano.
Pasamos junto al antiguo “Campo Santo”: lo que en su día fué...ya no es… y sólo queda abandono y ruina en parte de los muros que conformaron su perímetro. En su interior aún quedan tumbas con adornos florales...aún queda alguien que se acuerda de los que trajeron aquí a descansar… sobre la suave ladera, a la vista de la que, en vida, fue su morada…
Seguimos entre almendros, rodeando la loma hacia la derecha y enlazando con el viejo camino hacia Granada. Ya divisamos, en su totalidad, el casco urbano de La Malahá, sobre el que destaca la torre de la iglesia, y a la derecha las salinas.
Descendemos hacia el Barrio de Las Salinas (700 msnm). La carretera hacia Las Gabias, lo divide en dos partes. La cruzamos y callejeamos (Las Salinas y Almallaha) hasta llegar a la puerta de entrada a las Salinas de La Malahá.
Las Salinas fueron restauradas en 1.991 y disponen de un gran calentador (que recoge la salmuera), una acequia (que distribuye el agua a unas balsas poco profundas, llamadas cocederos), una nave (donde se almacenan los cristales de sal), los restos de un puente, y un torreón (que muy probablemente contuviera el mecanismo de la noria de sangre, para elevar el agua).
El proceso de obtención de la sal era el siguiente: el agua, procedente de cuatro manantiales, era subida hasta el calentador de las salinas, utilizándose desde la época medieval hasta el siglo XIX, una noria de sangre. Del calentador pasaba la salmuera a los cocederos (divididos por tablones puestos de canto a modo de cuadrículas). En los cocederos se produce la cristalización de la sal, mediante la evaporación de la salmuera.
Al día de hoy, el acceso para poder visitar el Torreón y el Puente es a través de las Salinas, que están abiertas de lunes a sábado (mañanas y tardes).
El Torreón y el Puente, situados en la confluencia del arroyo del Tarajal y de la Taza (que forman el arroyo Salado), han sido rehabilitados en Junio de 2.017. Son de piedra caliza y de época medieval y forman parte del complejo industrial de Las Salinas de La Malahá.
El Torreón es de planta circular, con un diámetro exterior de 3,90 metros, una altura total de 8 metros, medida desde el foso (5,90 metros, desde la plataforma superior al foso) y ocupa una superficie de 46 m2. Fue construido con mampostería de sillares durante la dinastía nazarí y reconstruido en el siglo XVIII.
Junto al Torreón, existe un foso, de forma rectangular, por el que se accede a su interior.
El Puente sobre el Barranco del Tarajal tiene un solo arco apuntado y está construido con sillares de piedra. Unía la explotación de la Salina con la ribera opuesta del Arroyo del Tarajal. Ha sido objeto de varias reconstrucciones a lo largo del tiempo, pero se desconoce la fecha de su construcción. Su longitud es de unos 9 metros y su ancho de 1,65 metros.
Regresamos sobre nuestros pasos hasta la carretera y seguimos a la derecha, cruzando el puente sobre el Arroyo del Tarajal. Pocos metros después, pasamos junto a una casa señorial, hoy reconvertida en el “Asador Casa del Santo”: En una de sus habitaciones, habilitada como capilla, se venera el cuerpo momificado de San Vicente mártir. El cuerpo está expuesto en una urna de cristal, tendido sobre almohadones y vestido con el uniforme del ejército romano (con casco y espada). Se dice que la familia Sánchez Mocho, lo trajo desde Roma, en el siglo XVIII, a cambio de un donativo al Vaticano.
Junto a la “Casa del Santo” se encuentra la Iglesia Parroquial de La Inmaculada Concepción. Hemos cerrado el círculo, regresando al lugar desde donde partimos y donde finalizamos esta bonita Ruta de circunvalación del Cerro de Montevive.