Itinerario: Linares de la Sierra - Barranco Plamencia - Rivera de las Molinillas - Casas de las Laderas - Aracena - Vereda de Sevilla - Barranco de la Fuente del Castaño - Cortijo de Bañuelas - Arroyo de Guijarra - La Guijarra - Los Marines - Las Vinillas - Arroyo del Buen Vino - Fuenteheridos - Venta del Regalado - Fuente del Acertijo - Cortelazor.
Distancia: 27,72 kms
Dificultad: Media - Alta.
Acumulado: 805 m subiendo; 687 m bajando.
Tiempo total (movimiento+paradas): 8 horas 6 minutos
Descripción: Son algo más de las 7 de la mañana de un día de celeste cielo, limpio de nubes, claro y con agradable temperatura, cuando nos disponemos a prepararnos para la ruta de la jornada. Jara, con la sonrisa de siempre en la cara, nos da las últimas instrucciones, esos consejos sabios que nos ayudarán a disfrutar mejor del camino. GPS en marcha, mochila a la espalda y bastones empuñados. Me dirijo al centro de La Plaza de la vieja plaza de toros de Linares de la Sierra, nuestro punto de salida en esta etapa de hoy del Desafío Patanegra. Miro tranquilamente alrededor observando los escalones que servían de graderío, el Bar de Riandero está cerrado a la espera de que pase el tiempo y se acerquen los primeros paisanos. Levanto la mirada y es cuando me doy cuenta del mosaico-azulejo que en la pared de la plaza se encuentra bajo un frondoso alcornoque. En silencio empiezo la lectura del poema, subo la voz poco a poco mientras leo, paso a recitar los versos y me emociona tan hermoso inicio de jornada, agradecido al poeta por sus versos dedicados al alcornoque torero:
El Alcornoque Torero De lo alto del tendido inclinado hacia el albero cita al toro del viento un alcornoque torero. El toro se le encampana embiste veloz y fiero al capote de sus hojas ajadas, ya por el tiempo. Sereno, mueve sus ramas en verónicas de ensueño, en revoleras garbosas, en naturales muy lentos. Le quiebra con su cintura sin mover los pies del suelo y agradece al azahar -aromático pañuelo- que por su buena faena agita el limonero. El ventarrón se ha marchado no sabe por cuanto tiempo. Se va mugiendo de rabia el bravo toro del viento. JOSÉ ANTONIO ORTEGA.
Con el recuerdo de los últimos versos sonando en la cabeza, encaminamos los pasos hacia las desiertas calles de Linares de la Sierra. A sus pocos habitantes, 267 según último censo, se le añade la hora tan temprana. Por calles empedradas, retorcidas, de blancas fachadas, portones y balcones cerrados, con gatos estáticos, nos dirigimos hacia la plaza en donde se encuentra el ayuntamiento y un grandioso lavadero circular. Un caño generoso ofrece constante sus aguas primero a hipotéticos cántaros, luego al largo abrevadero, terminando su recorrido en el desgastado lavadero. ¡Ay, si las piedras hablaran!
Sin dejar de transitar por las cuidadas y limpias calles empedradas, vamos saliendo de este precioso pueblo serrano, Linares de la Sierra, nos dice adiós por un carril en el que nos escoltan buenos ejemplares de naranjos y limoneros. El azahar impregna todo el ambiente y es una gozada sentirlo en estos primeros momentos del sendero que comunica Linares de la Sierra con Aracena, nuestro próximo punto de destino. Comenzamos a subir, por caminos viejos, domesticados por el cemento a veces, con tramos más o menos empinados, pero siempre enmarcados en paisajes poco transformados por el hombre, con gran cantidad de encinas y alcornoques, dehesas aprovechadas para la cría del cerdo ibérico. Todo el camino, de una forma u otra, está envuelto en jaras, madroños, lavandas y todo tipo de vegetales propias del monte mediterráneo. Impresionantes quejigos, alcornoques y robles, con extensas y verdes praderas de helechos en las zonas umbrosas a sus pies. En la cara, se pegan los hilos de las telas de araña, signo de que nuestro paso es la única señal humana del camino. El canto de los pájaros no cesa de acompañarnos en un concierto melodioso que siempre es de agradecer. Vamos superando el Barranco Plamencia, la Rivera de las Molinillas y la zona de las Casas de las Laderas. Termina la subida, el carril se transforma en sendero y toca llanear, más adelante, empezamos a vislumbrar las primeras casas de Aracena a la que accedemos finalmente.
Nos adentramos en su casco urbano, y buscamos donde poder desayunar. El lugar elegido, a ojo…, es la Cafetería Churrerría “Castillo”, donde reponemos fuerzas estupendamente, a base de mollete y tostada de pan de pueblo con jamón serrano y para resfrescarnos el gaznate, una cervecita y una cocacola, fresquita... Cuando salimos del Bar nos percatamos que una espesa y baja niebla se ha adueñado de Aracena, dando un toque irreal y de ensueño a los edificios… Tenemos especial interés en ver las obras que podamos del Museo de Arte Contemporáneo al Aire Libre (MACA), que hacen de Aracena un lugar tan especial. Paseamos por la nueva Plaza de la Gruta de las Maravillas, viendo el gran lavadero de la Fuente del Concejo, los bancos de azulejos policromados y el grupo escultórico de “Las Aguadoras”.
En la Plaza de San Pedro, vemos la escultura del “Águila observadora del Valle”, de Aurelio Teno y pasamos junto a la Ermita de San Pedro. En la Plaza del Marqués de Aracena, vemos la Fuente de San Julián, el grupo escultórico “Los músicos” y la fachada del Casino. Por último, visitamos el interior de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen (siglo XVI) y salimos del casco urbano de Aracena, junto a la Cruz de Mármol, pasando por un puente peatonal sobre la carretera. Cogemos dirección noroeste para, girando a la derecha, tomar la Vereda de Sevilla que será nuestra guía a partir de ahora. Pasamos el Barranco de la Fuente Castaño, una zona con un inmenso castañar en el que viejos castaños se constituyen en los reyes del territorio. Multitud de pequeñas explotaciones ganaderas dan cobijo al cerdo ibérico. La espesa niebla, persistente, nos acompaña durante toda la mañana… haciendo que no podamos ver panorámicas del paisaje, ni sacar fotos...
Atravesamos La Guijarra con su caudaloso arroyo hasta llegar a la población de Los Marines, que tiene una iglesia blanca de cal y con los bordes de azul que recuerdan al mar. Según se cuenta, Los Marines abastecía por orden real de marineros a la marina española, lo que indudablemente ha influido en el nombre de la población.
Un reconfortante trago de agua y de vuelta al camino adehesado hasta llegar de lleno a la gran plaza en la que se encuentra la fuente de los 12 caños, caudalosa y exuberante, punto en el que se considera el nacimiento del río Múrtigas. Estamos en la localidad de Fuenteheridos. Nos acercamos a “La Posá”, vieja taberna con un sabor antiguo en la que podemos degustar platos típicos de la zona como es el revuelto de gurumelos con jamón sin que falte la maceta de fresca y gratificante cerveza.
Esta localidad vive y siente en torno a la abundancia del agua. Desde el primer momento hay una gran cantidad de acequias que se dirigen hacia la vega y el río Múrtigas comienza su andadura hacia el Guadiana, ahora como tímidamente, pero luego volveremos a encontrárnoslo mucho más salvaje e indomable, aunque siempre lleno de una gran belleza.
Salimos junto a la acequia de La Lieva de Fuenteheridos para acometer el último tramo de la jornada, el que previo paso de la N-433, nos lleva a atravesar primero un fértil valle en el que transcurre el arroyo del Buenvino cabecera del Barranco del Dundun, y luego de superar una fuerte subida llegar a las inmediaciones de Cortelazor. Pasamos primero junto a la Fuente del Acertijo, que debemos descubrir primero escuchando sus aguas para encontrar la fuente, y finalmente, acceder a las primeras viviendas en donde encontramos el cartel de bienvenida a la población. Nos dirigimos hacia la Plaza de la Iglesia, pasando junto a un enorme olmo, árbol singular del camino, junto al que se tomaban las decisiones y acuerdos del concejo local. La palabra dada junto al viejo árbol que hacía de notario, se convertía en ley y era digna del mayor respeto. Una gran iglesia, con torre coronada de nido de cigüeñas preside la plaza de Cortelazor, punto en el que damos por terminada esta etapa.