Tiempo total (movimiento+paradas): 8 horas, 15 minutos
Media: 3,2 kms/h
Mapa de la etapa:
Descripción: Viernes, 11 de mayo de 2018. Hotel Posada de Cortegana (*). Cabaña núm. 26.
Son las 5 "ante meridiem", cuando suena el despertador. Hoy, cerramos el círculo que comenzamos a abrir el pasado martes, al iniciar nuestro "Desafío Patanegra".
Anoche, Luís y yo, decidimos anticipar el "toque de diana" ya que, en ésta, nuestra última jornada para finalizar el Desafío, hemos de afrontar la subida a la máxima altura del itinerario, la cumbre del San Cristóbal (912 m.s.n.m.) y su posterior, larga y complicada bajada.
Preparamos el equipaje, que después vendrá a recoger Juan Antonio. Desayunamos: batidos de chocolate y bizcochos. Y antes de que el reloj marque las 6, estamos ya listos para iniciar nuestra jornada senderista de hoy.
Noche cerrada. Tranquilidad total en el ambiente. Tan solo se oye el rumor del agua del arroyo de Carabaña.
Comenzamos a caminar, entre las cabañas de la Posada. Nos ilumina la tenue luz de las farolas. Pasamos el puentecito de madera que salva el paso del arroyo. Rodeamos los edificios de la Recepción y la Cafetería-Comedor.
Giramos a la izquierda, por un ancho camino de tierra, y vamos dejando atrás, poco a poco, las instalaciones de nuestro alojamiento de ésta pasada noche, el Hotel Posada de Cortegana. Dejamos atrás todo atisbo de luz... adentrándonos en la oscuridad de la noche…
Para iluminar y poder ver nuestro camino, tan sólo tenemos un frontal, que lleva Luís. Yo llevo el GPS que nos marca en el mapa el itinerario a seguir. Así que, Luis va abriendo camino y yo le sigo, cual ciego tras su fiel lazarillo…
Hemos comenzado a andar en la parte de la noche que los antiguos llamaban "conticinio": "cuando todas las cosas parecen estar callando y adormidas".
Creíamos que la subida hasta Cortegana, la íbamos a hacer por este camino, ancho y de buen piso, pero el GPS, pronto nos dice que estábamos equivocados... al indicarnos que hemos de dejar el camino, desviándonos a la izquierda, por un senderito muy pendiente, que nos lleva hasta el cauce del arroyo Carabaña.
Tenemos que ir muy despacio, con mucha precaución, porque el sendero está poco marcado; hemos de vadear el arroyo en varias ocasiones; el piso del sendero es húmedo y resbaladizo; y también tenemos que salvar grandes obstáculos, como troncos y ramas de árboles caídos, etc.
Total... una experiencia muy enriquecedora, que te hace estar alerta con el resto de los sentidos... y no paro de mirar el GPS... para, en la medida de lo posible, no desviarnos del track…
El sendero se encajona y se hace peligroso (por lo resbaladizo del terreno y por el alto terraplén por el que discurre), cuando llegamos a la zona del Cabezo del Hornillo, que intuímos a nuestra derecha, y la Sierra de la Alberquilla, que creemos que está a la izquierda, al otro lado del curso del arroyo de Carabaña.
Pasado ese tramo delicado, el terreno por donde discurre el sendero se abre y "humaniza" con zonas de labor.
El refranero dice que "el que algo quiere, algo le cuesta"... y el tener que andar éste tramo, a éstas horas, a oscuras..., que no se ve nada... tan sólo se oye, todo... (sobre todo, el sonido de las cascadas) me ha hecho que disfrute, de una forma nueva, la belleza de estos singulares parajes, que he visto con la imaginación...
Tan sólo me voy de aquí, con un pesar: había leído que, reciéntemente, se había hecho un estudio sobre la biodiversidad del arroyo Carabaña, llevado a cabo por Pedro M. Bernabé Ruiz, como trabajo de fin de Master; y en él informa de la existencia de un total de 176 especies de mariposas, cifra sin ningún parangón en el contexto nacional; así como de su dependencia del mantenimiento del castañar y de su uso silvopastoral tradicional... Me voy, sin haber visto ni una sóla mariposa…
Entramos en el paraje El Serrano. Vadeamos el arroyo de Carabaña y subimos, pasando junto a las Casas del Higuerín (a la izquierda) y después junto a las casas rurales "Refugio de los Molinos" (a la derecha).
Avanzamos en las fases de la noche, y llegamos a la parte que los antiguos llamaban "gallicinio": "cuando los gallos comienzan a cantar". Y comenzamos a oír, que no a ver, el parloteo, el gorgeo, el trino, de multitud de pajarillos, que se comienzan a desperezar... anúnciándonos que va llegando el final de la noche…
Subimos, suavemente, junto al Barranco Fuente de los Berros. Un burro, se acerca a la valla que hay junto al camino, a saludarnos... cosa que hace Luis, amigablemente... , pero parece que el burro esperaba algo más contundente y sustancioso (para su estómago...), y... como no lo recibe... intenta dar un mordisco a Luis... bestia desagradecida…
El camino que sigue subiendo, gira hacia la izquierda, y el piso pasa, de la tierra al asfalto... se oye el ruido del tráfico de vehículos, y poco después llegamos junto a la carretera N-433 (que une la autovía A-66 con la frontera portuguesa por Rosal de la Frontera). Con mucha precaución, la cruzamos.
Seguimos recto y a la derecha, por un tramo abandonado de la antigua carretera, y después nos desviamos a la izquierda, subiendo por un estrecho sendero, agobiado por la espesa vegetación, junto al Barranco de la Fuente de los Berros.
El sendero, siempre subiendo, se convierte en camino empedrado: el Callejón de Carabaña. En éste corto, pero precioso tramo, nos alcanza la última parte de la noche, el "antelucano": "quando ya el alva comiença a desparzir las tinieblas". Los rayos del sol se van abriendo paso entre el contorno de las nubes…
Entramos en el casco urbano de Cortegana, subiendo por la Calle Sevilla.
Nos acercamos a ver, en la Plaza de la Constitución, la Iglesia del Divino Salvador. Un edificio portentoso, de voluminosas dimensiones, con enormes contrafuertes que refuerzan sus muros. Su construcción se dilató muchísimo en el tiempo, comenzándose a mediados del siglo XIV: la Portada del Perdón, es el único resto conservado, de estilo gótico-mudéjar. De estilo gótico son las bóvedas del primer tramo del edificio; renacentistas las columnas que actúan como soportes y al barroco tardío pertenece a la torre-campanario. Las últimas obras que se realizaron fueron el enlosado de mármol y a la construcción del coro, entre finales del siglo XIX y principios del XX.
Después volvemos sobre nuestros pasos y vamos hacia la Calle Castillo. Un cartelito nos recuerda parte del pasado: nos habla del religioso franciscano corteganés, fray Alonso Giraldo de Terreros (1699-1758), el Apóstol de los Apaches…
Subiendo, haciendo zig-zag por la ladera del cerro, atravesamos la cerca y poco después, llegamos a su cumbre, junto al alcázar del castillo de Cortegana. Pegada literalmente a la construcción del alcázar se encuentra la Ermita de Nuestra Señora de la Piedad, Patrona de Cortegana.
Desde cualquier posición disfrutamos de unas espectaculares vistas, tanto del casco urbano de Cortegana como del Parque Natural. Unas altas antenas, delatan la cumbre del San Cristóbal…
El castillo de Cortegana es la fortaleza medieval mejor conservada de la Comarca. Fue mandado construir por el rey Sancho IV de Castilla, llamado "el Bravo" (1258-1295) a finales del siglo XIII.
El alcázar tiene planta trapezoidal y está flanqueado por seis torres dispares (en planta y volumen): cuatro en las esquinas y dos hacia el centro de sus lados mayores.
La puerta de acceso al alcázar la tiene en su cara sur, pero, por la hora, nos la encontramos cerrada.
Según cuenta una leyenda, el castillo tenía un pasadizo secreto, que, desde el alcázar, bajaba hasta las aguas del arroyo Carabaña, para su suministro en caso de asedio.
En la zona noreste del cerro se encuentra la Ermita. El santuario es del siglo XIII, y es un ejemplo de las numerosas ermitas de "repoblación", que se erigieron por toda la Comarca tras la conquista cristiana. Fue la primera parroquia de la población y, primitivamente, estuvo consagrada a Nuestra Señora del Castillo. Su actual aspecto es de mediados del siglo XIX: en 1854 se labró el camarín y se abovedó su interior. En 1958 se redecoró el edificio, diseñando el arquitecto sevillano, Aurelio Gómez Millán (1898-1991) la actual portada y adornándose sus paredes y bóvedas con pinturas murales, realizadas por el pintor local Aurelio del Portillo. Los retablos e imágenes son todas modernas, destacando la talla de la Virgen de la Piedad (1937), obra del escultor sevillano, Agustín Sánchez-Cid Agüero (1886-1955).
Bajamos por la Calle Fortaleza, nos desviamos a la izquierda, llaneando por la Calle Alta y descendemos unas empinadas escaleras, para, por la Calle Castillo, regresar de nuevo a la Plaza del Divino Salvador.
A la derecha vemos el edificio modernista que alberga la Sociedad Gran Casino, fundada por Arcadio López Marín, alcalde de la localidad y médico. El edificio es obra del arquitecto José María Pérez Carasa (1889-1962) y el pasado año, 2017, se celebró su primer centenario.
Seguimos paseando por la Calle García Lorca y nos detenemos al llegar al número 14, donde se encuentra la Casa Palacio de los Estrada, también conocida por la Casa de Baca. Ésta es una casa señorial, de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, y es uno de los edificios, de estilo ecléctico, más importante de la provincia de Huelva. Es un ejemplo arquitectónico único en su género, sus formas y motivos. La fachada principal es de estilo neo-plateresco, mientras que la fachada trasera y las terrazas son de estilo neomudéjar y recuerdan, un poco, a las fortificaciones militares. El propietario que la construyó era un madrileño acaudalado, Eduardo Garrido Estrada, perteneciente a la clase acomodada de la época del reinado de Alfonso XII.
Continuamos nuestro camino por la Calle Dr. Daniel Caballero, la Calle Ortega y Gasset y la Avenida de las Minas, para llegar a la Plazoleta de la Peñalta, donde encontramos sobre un pedestal pétreo la estatua en bronce de un toro bravo de muy buena estampa... (inaugurada en agosto de 2013) , y junto a ella, la Plaza de Toros.
La Plaza de Toros, inaugurada en 1854, tiene un aforo para 3.000 espectadores, es de planta circular y está construida con mampostería de piedra. En 2012, tras 5 años de obras, se terminó la remodelación de la plaza, para adaptarla a la normativa taurina actual. El 6 de septiembre de 2012, a las 6 de la tarde, se re-inauguró el coso con un cartel formado por los espadas Curro Díaz, Cayetano Rivera Ordóñez y Oliva Soto, que lidiaron astados onubenses de la ganadería de los Hermanos Garzón. Dejamos el casco urbano de Cortegana, subiendo por el callejón de la Gitanesca hasta el Mirador de Santa Bárbara, donde nos detenemos un momento, para echar un último vistazo a la población…
Subimos por el sendero PR-A-5, flanqueado por muros de piedra. Al poco coronamos y comenzamos a descender, suavemente. El sendero tiene algunos tramos con profundas barranqueras, donde los bastones muestran su utilidad. Nos rodea una frondosa vegetación de encinas, alcornoques y castaños, alternándose con zonas de dehesa de encinas y alcornoques y en algunos claros, divisamos la silueta del Cerro San Cristóbal (912 m.s.n.m.).
Seguimos bajando y cruzamos el Barranco de las Vegas. Encontramos, por suerte, la Fuente "Escondida" (una rampita empedrada nos ha delatado su presencia), donde nos avituallamos de agua fresquita y cristalina... Poco después, llegamos a las dispersas casas y corrales de la Aldea El Cincho. Los buenos perros mastines hacen su labor y nos controlan, en la distancia. Y seguimos bajando por una pista hormigonada.
El variopinto y sonoro canto de pajarillos como el carbonero, el trepador azul, el agateador, el petirrojo, el pico picapinos, el mirlo, el arrendajo o la oropéndola, nos alegra la mañana…
Junto al curso de agua del Barranco de las Vegas, hay algunos ejemplares de chopos, sauces y alisos, y matorral como el durillo, el mirto, la adelfa, la jara, la zarza y el brezo.
Se acaba el carril hormigonado al llegar junto a la carretera H-1121 y a la aldea de Acebuche: una de las 17 aldeas pobladas de Almonaster la Real. En la antigüedad, en la cercana mina de San Carlos (a unos 500 metros de la aldea), se extraía grafito.
Cruzamos con precaución la carretera, seguimos por un sendero que nos lleva a vadear el arroyo del Barranco de las Vegas y nos adentramos en Acebuche, por la empedrada calle Regadera, bajamos y poco después, dejamos la pequeña aldea, bajando una suave pendiente hasta cruzar las vías del ferrocarril Huelva - Zafra.
Vadeamos el Barranco de la Porrejona y comenzamos a subir por el camino del Martiago, que suavemente, nos lleva hasta la carretera H-8105.
Por el arcén de la carretera, con mucha precaución, pasamos junto al Cementerio Municipal.
Dejamos la carretera, desviándonos a la derecha, bajando y pasando junto a la Ermita del Señor Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia: un pequeño humilladero de planta rectangular, con una sola nave y tejado a dos aguas, construido a mediados del siglo XVII, con una espadaña del siglo XIX.
Entramos en el casco urbano de Almonaster la Real y seguimos callejeando hasta llegar a la Plaza. Preguntamos a un muchacho y nos indica el camino que más le gusta a él para subir al cerro donde se asientan el Castillo, la Mezquita y la Plaza de Toros.
Seguimos sus indicaciones y accedemos a la cumbre por un antiguo camino de ronda, a modo de espléndido mirador, en el que nos vamos deleitando, paso a paso, …
El precioso camino de ronda rodea las murallas de la fortaleza y nos hace acceder por su cara Este.
Primero nos centramos en ver el estado del Castillo: En febrero de 1267 ya existía, por lo que su construcción se puede datar en tiempos de la dominación musulmana. Situado a 800 m.s.n.m., entre escabrosas peñas y rocas, contaba con nueve torreones que escalonaban la muralla, la cual tenía 248 almenas sobre unas paredes de seis pies de grueso. La planta del castillo dibuja un polígono de lados rectos, aunque los lienzos de poniente están destruidos y soterrados en parte. Las seis torres existentes hoy, ocupan puntos intermedios en tramos rectos: cuatro semicirculares y dos cuadrangulares. Las murallas se encuentran exentas en todo su perímetro exterior.
El acceso al castillo se realiza, hoy en día, por la parte más cercana al casco urbano, junto a la que fue la Torre del Alcaide, una torre cuadrangular que no se conserva en su totalidad. La Puerta Falsa está formada por un desdoblamiento de la muralla: en el estrecho pasillo que los lienzos paralelos dejan, existió un arco de tapial y otros elementos defensivos.
Después nos acercamos a visitar La Mezquita. Debió levantarse a finales del siglo IX, en tiempos de Abd-al-Rahman III, según indica el estudio del mihrab.
Es un conjunto histórico y artístico de un valor excepcional, por ser la única mezquita andalusí que se ha conservado casi intacta en España en una zona rural.
La fábrica es romana en la zona Este, asl como los capiteles y parte de las 17 columnas aprovechadas de otras edificaciones. Los capiteles son corintios. Hay también piezas visigodas, como la tumba que está próxima al muro exterior del Norte.
La Mezquita tiene planta cuadrada algo deformada en los ángulos. Consta de cinco naves orientadas de Noroeste a Sureste: la central es un poco más ancha, las extremas son las más estrechas y las interiores casi iguales. Al Suroeste, se accede a un porche con cuatro arcos rebajados sobre pilares. En este mismo costado y en el extremo Sur, se sitúa la torre cuya planta es rectangular y consta de tres cuerpos. El más alto es un campanario con seis arcos, dos en cada lado mayor, y otro en cada uno de los pequeños, rematado por un chapitel cónico.
Me ha emocionado sobremanera la estancia en la Mezquita. Una edificación sobria, de una sutil elegancia y que motiva al recogimiento interior... donde los vencejos vuelan libremente…
Y, por último, visitamos la Plaza de Toros: levantada en 1821 sobre el antiguo patio de armas del Castillo y construida utilizando mampostería procedente de la cerca murada, formando una plaza circular de 32 metros de diámetro interior, con una capacidad para 1.500 espectadores. Esta centenaria plaza fue re-inaugurada el 19 de julio de 1891, a las 5 de la tarde, por los toreros sevillanos, Fernando Gómez García, apodado "El Gallo" (1847-1897)(de Gelves) y José Centeno Laboisse (1861-1910), con reses de la ganadería de Fernando Pérez de la Concha y a beneficio de la Hermandad de la Inmaculada Concepción. Recientemente, una obra de restauración la ha integrado totalmente en el resto del Conjunto Histórico de la Mezquita.
En la cima del cerro hay buena cobertura de Movistar y Luis ha aprovechado para hacer unas llamadas telefónicas que tenía pendientes de responder…
Un grupo de turistas, muy trajeados y con maletines, se acercan a visitar la Mezquita, y nosotros, con el alma henchida por la Historia, reanudamos la marcha, descendiendo hacia la Plaza.
Pasamos junto a la Ermita de la Santísima Trinidad (siglo XVIII) y al Ayuntamiento, y nos vamos hacia el Bar, para reponer fuerzas.
El Bar (Unión Amistosa El Casino) ha sido un fiasco total, en atención y en calidad de los productos. El peor que hemos visto en los pocos días que llevamos de Desafío. Trato seco y distante: como si nos hiciera un favor, por atendernos... y después, en la Sierra de Huelva, no tener jamón serrano y tener que comer jamón de york... de pena…
Fastidiados, seguimos la ruta, y nos detenemos para visitar la Iglesia de San Martín: Edificio de estilo gótico-mudéjar, construido entre los siglos XIV y XV. Único en toda la diócesis por su original cubierta de cañón apuntado. Tiene tres naves, separadas por arcos apuntados y peraltados, sobre pilares cruciformes, con crucero asimétrico y ábside poligonal. La torre está construida a base de mampostería y ladrillo. La Portada es una magnífica muestra del estilo manuelino portugués, único en Andalucía. El escudo de la portada corresponde al arzobispo de Sevilla e Inquisidor General, Alonso Manrique de Lara (1471-1538). El terremoto de Lisboa de 1.755 afectó notablemente al edificio, que fue restaurado por el arquitecto Pedro de Silva. Aunque durante la Guerra Civil (1936) el templo fue saqueado e incendiado, conserva parte de su patrimonio artístico, sobre todo la orfebrería.
Continuamos nuestro caminar: por la Calle Aparicio salimos del casco urbano de Almonaster la Real y enlazamos con la carretera HU-8105 (entre Alájar y Cortegana). Al llegar a la curva, nos desviamos a la izquierda, por un sendero, que toma dirección Noreste.
El sendero está empedrado y flanqueado por muros de piedra, cubiertos de hiedra, musgo y helechos. Pasamos junto a las ruinas de un antiguo molino y una acequia.
El camino sube y zigzaguea: estamos en la Cuesta de la Aceña. Enlazamos con otro camino. Seguimos a la derecha, llaneando. A unos doscientos metros, llegamos a una bifurcación: seguimos a la izquierda, subiendo. El calor aprieta... y se agradecen los tramos en que vamos a la sombra de los árboles (el fresquito... se hace muy agradable...). Los muros de piedra van cediendo, dando paso a setos de sangüinos, madreselvas y durillos.
El camino se estrecha convirtiéndose en sendero. A la derecha, baja el arroyo del Barranco de la Caña, y al otro lado del estrecho y encajonado valle, vemos bancales con huertos y prados. Nos rodea una espesa vegetación de pinos, quejigos, alcornoques y algunos castaños, alguno de ellos de porte majestuoso.
Entre los árboles escuchamos multitud de pajarillos: carboneros, currucas, jilgueros, pinzones, trepadores azules, verdecillos, etc. y el tableteo continuo de un pico picapinos…
Conforme vamos subiendo, el monte se va aclarando y entramos en una zona de castañar.
Árboles viejos, de troncos retorcidos, nos escoltan (imponentes y serios) a nuestro paso.
Los arrendajos, alertan con sus graznidos de nuestra llegada al resto de los habitantes del Bosque Habitado. En el mismo camino vemos las hozaduras de los jabalíes.
Por fin, se suaviza la subida al llegar al puerto de Las Encrucijadas (785 m.s.n.m.): seguimos a la derecha, en dirección Este, remontando la ladera del cerro, por un tramo de agradable subida, por la sombra y el fresquito que nos proporcionan los grandes árboles.
Llegamos al último cruce para culminar el ascenso. Giramos a la derecha, y en poco más de 500 metros, por un camino ancho y asfaltado, coronamos el San Cristóbal.
La recompensa de coronar la tercera cumbre del Parque Natural (912 m) se ve y se siente inmediatamente.
Las impresionantes vistas se extienden sobre los blancos caseríos de las poblaciones y sierras cercanas, pero también sobre gran parte de la Comarca de El Andévalo.
El paisaje que divisamos, es como un puzzle natural. Con multitud piezas, pequeñas y grandes. Donde encajan a la perfección, la Botánica, la Biología, la Geología, el Agua, el Clima, el Aire, las Nubes, todo lo que permanece en el tiempo y lo que muta constantemente..., un paisaje salvaje, a la vez que humanizado.
Reponemos fuerzas, comiendo fruta y frutos secos y bebiendo agua fresquita (de la botella)... nos quedamos extasiados viendo las lagartijas, unas tomando el sol, otras correteando sobre las piedras…
Emprendemos el camino de bajada, una larga bajada, en la que, sobre todo al principio, hemos de extremar la precaución, y usar los bastones, llevándolos siempre por delante, por la fuerte pendiente del camino y las barranqueras y piedras sueltas…
Vemos, en la lejanía del casco urbano de Los Romeros.
Bajamos, y bajamos hasta llegar a la aldea santanera de La Fuente del Oro. Esta minúscula aldea, que llegó a contar en la década de 1960, con casi 40 vecinos, que se dedicaban a la cría del cerdo y a labores agrícolas y recolectoras, ha perdido casi toda su población (creo que ya solo viven aquí, 5 vecinos). Cuenta con más casas en ruínas que en pié. En sus alrededores hay huertas de frutales y fincas de encinas y alcornoques. Se pueden ver algunas antiguas zahurdas, aún en buen estado de conservación.
La larga bajada y el calor que hace, ha resecado nuestros gaznates. Buscamos la fuente que da nombre a la aldea. Pronto la encontramos, sin salirnos del track del GPS. Está situada al borde mismo del camino, a 580 m.s.n.m. Se ve bien cuidada y mantenida. Esta fuente tiene una triple funcionalidad: el consumo humano, el consumo animal y el riego. De este modo ni una sola gota de agua se desperdicia. Tiene un depósito interior, cerrado con una puerta de madera, un caño que desagua en la pila, un abrevadero para el ganado y distintas lievas para llevar el agua a las distintas albercas de los vecinos que la usan para el riego. Ah... y el agua está muy fresquita y buena…
Seguimos, que ya nos queda poco. El camino continúa, casi paralelo al curso de la carretera HU-8105 (entre Alájar y Cortegana).
Pronto llegamos al cruce de la carretera N-435 (Badajoz - San Juan del Puerto / 201,44 km) con la HU-8105, junto a las instalaciones del Hostal Restaurante El Cruce.
Nos desviamos a la izquierda, por el arcén de la carretera, en dirección hacia Santa Ana la Real, y antes de llegar a la curva, nos desviamos a la derecha, por un estrecho sendero, que baja, y después se mantiene paralelo a la carretera hasta llegar a Santa Ana la Real.
Tras pasar junto a la Ermita de San Bartolomé, bajamos por la calle del mismo nombre, y al poco, ya vemos, al fondo, al final de la calle, a Juan Antonio Jara que nos espera…
Nos encontramos con Juan Antonio en la Plaza de España, kilómetro Cero de Nuestra Ruta del "Desafío Patanegra"... Lo hemos conseguido... Nos ha costado... mucho esfuerzo y sudor... pero, por fín. Aquí estamos. VIVA EL DESAFÍO PATANEGRA...