«Para Don Emilio Jiménez, Emilio el Moro, que me alegró las colas de la leche americana y el cartón de pobre. ¡A su salud!».... De ésta manera, el cantautor y poeta granadino, Carlos Cano (José Carlos Cano Fernández, 28-01-1946 / 19-12-2000), le dedicaba en 1985, en el álbum "Cuaderno de Coplas", su canción "Las murgas de Emilio el Moro". Añadiendo en una entrevista radiofónica: "realmente para mi me ha alegrao y creo que para este pueblo, el suyo, nos ha alegrao el hambre, nos ha alegrao la vida en unos momentos muy, muy difíciles y justo es reconocérselo y justo es devolvérselo".
"De Emilio Jiménez Gallego puedo decir muchas cosas, pero es probable que todas confluyan en una sola, aplastante y definitiva: Emilio fue genial. Genial es subvertir el orden provocando sonrisas malévolas y parodiando lo suntuoso del género sin más. La manera de dar la vuelta a las coplas dramáticas y epopéyicas que usó este Emilio, es inalcanzable por quien se lo proponga. Atiéndase si no a este incunable sobre la copla "En tierra extraña": Más de pronto se escuchó / una burra rebuznar. / Quietos todos, dije yo, que la vamos a ordeñar, / pa guisarla tiempo habrá".
Carlos Herrera, "Cuatro hombres buenos", Historia de la copla, Blanco y Negro, ABC, 21 de marzo de 1993.
Emilio "El Moro", fue cantaor, guitarrista y cómico genial, creador de un estilo propio, que hizo desternillarse de risa a todos los públicos, a lo largo de las cuatro décadas de su carrera.
Fue conocido también como "El Moro de Melilla" ó "El cantor de las siete voces".
Él decía: “Mi estilo es original. Canto, bailo y toco la guitarra de una manera muy personal. Y siempre estoy improvisando algo nuevo”.
Emilio Jiménez Gallego, nace en Melilla, el sábado, 3 de noviembre de 1923. En la calle Padre Lerchundi, junto a la carretera del cementerio. Sus padres eran malagueños (del barrio de Capuchinos), pero se conocieron en Melilla, en 1914. Se casaron y tuvieron una familia numerosa, en la que Emilio fue el quinto de ocho hermanos (4 varones y 4 hembras). Cambiaron de domicilio, trasladándose a la calle Alférez Abad Ponjoán, en el "Barrio de los Cuernos". Pronto abandonó la escuela, y comenzó a trabajar con su padre, Rafael: encalando, con la brocha gorda (él decía que era "pintor decorador"); por haber dejado tan pronto los estudios, Emilio se definía muchas veces como analfabeto: "como todo el mundo, puesto que nos morimos ignorando el noventa y nueve por ciento de las cosas". Le gustaba el mar: tirarse desde las rocas de cabeza al agua, y bucear... De pequeño, para hacer reir a los demás, se ponía a hacer bobadas con un calcetín de rayas en la cabeza. Empezó a cantar, cuando iba a acostar por la noche a su hermano más pequeño, Rafalito. Continuó su afición por el cante cuando se unió al cuarteto local "Brisas del Plata". En 1939, a los quince de edad, se presentó por primera vez ante el público, en un programa de Radio Melilla, llegando a ganar, consecutivamente, hasta siete concursos de cante flamenco y no tardaron mucho en sonar sus tientos, fandangos, polos y soleares en la radio, llegando a ser considerado la mayor promesa del flamenco del Norte de África. Era autodidacta y adquirió con el paso del tiempo un dominio tal de la guitarra, que era capaz de tocarla, en cualquier posición... y cantando un "fandango de Cantimpalo", mientras toreaba...
Emilio, hizo los dos años del servicio militar en el Regimiento Mixto de Artillería nº 32 de Melilla. Ya licenciado, con 23 años, el 2 de marzo de 1948, su antiguo Capitán, le prestó 500 pesetas, que unidas a las que pudieron recaudar en una coleta, amigos y familiares, se compró una guitarra, una chilaba, unas babuchas y una tableta de chocolate y se fue a probar suerte a Madrid...
Una noche de verano, en el popular Parque del Retiro, cubriendo una baja que se había producido en la carpa en que se representaban dos funciones diarias, comenzó a cantar flamenco: pero tuvo un escaso éxito... no consiguió atraer la atención de los expectadores... comprendió que Madrid no era Melilla...
Para su segunda actuación improvisó, recordando las trastadas que hacía de niño. Se lió una funda de almohada en la cabeza, como si fuera un turbante, se pintó una barba negra con betún, se puso una sábana blanca, a modo de chilaba y se calzó las babuchas. Y se puso a cantar flamenco, "al estilo árabe",... con la emoción de ver mucho público... en un movimiento extraño con los pies, se le escapó una babucha... que fue a parar a la tercera fila, sobre la calva de un señor. Las risas y la algazara del público fue general...
(Nota: el señor calvo de la tercera fila era un empresario, Don Juan Carceller, que acabó contratando a Emilio, para actuar en el Teatro Circo Price). Al día siguiente, y a la vista del éxito, repitió lo del lanzamiento de babucha, esta vez a conciencia, pero cumpliéndose la "Ley de Murphy" (Si algo malo puede pasar, pasará): “le dió a una señora en un ojo y quiera usted saber la que se armó“...
Con el tiempo, cambió la chilaba y las babuchas por la chaqueta y el fez (ó tarbush) y se especializó en versionar y hacer parodias de las coplas que causaban furor aquellos años.
Antes de iniciar su primera Gira, se casó con Dª Pilar Saugar Moral, el 16 de septiembre de 1948 y tuvieron tres hijos (Emilio (1950), Alejandro ("Jandry" - 1961) y Pilar).
Debutó profesionalmente en Granada, recién casado y sin haberse ido de Viaje de Bodas, el 28 de septiembre de 1948, formando parte de la compañía de Gloria Romero (Gloria Caparrós Simón - Barcelona, 1926), en el espectáculo "Sol de España nº 4", como Emilio de Melilla "El Moro".
Emilio cantaba ésta bulería: "Cuando salí de Marruecos / volví la cara riendo / porque pasé la aduana / con mil cajas de mecheros. / Yo soy un pobre emigrante / y vine a esta tierra extraña / más despistao que un camello / dentro de una farmacia. / Con mis cuerdas y mi guitarra / y estas ganas de reír / yo me vine pronto a España / y ahora yo vivo en Madrid". Así, más o menos, nació la leyenda de Emilio el Moro.
Ésta canción la compuso y se la dedicó a su ciudad natal:
"VIVA MELILLA"
"Cómo me acuerdo de ti / ay barquito melilllero / como me acuerdo de ti / vine a España sin dinero / y camuflado en un botiquín / con la bata de un barbero.
En toa el África del norte / no hay un pueblo como el mío. / Se llama Melilla solo / no le hace falta apellío.
Entre pitas y chumberas / carne de borrego y lana / mi pueblo es lo más bonito / de toda la costa africana.
Ay cuando la luna clara / ay brilla en el mundo / brilla en el mundo / son estrellitas rojas / son estrellitas rojas / los higos chumbos / los higos chumbos / que cogemos allí sin guantes uno por uno.
Como tú no existen dos / ¡ay monte del Gurugú! / Tus castillos son dos jorobas / parecen desde Nador.
Desde Melilla a Frajana / hay cuatro leguas / vente niña mañana / con la merienda.
Yo pongo el agua / pongo el camello / yo vendré en la joroba / y tú en el cuello
llevan las olas / y hasta la orilla / un letrero que dice / “Viva Melilla”.
A LA FERIA DE GRANÁ
"Ponte el pañuelito blanco y tus medias colorás, que te voy a llevar a empujones desde Córdoba a Graná.
Híncate bien la peineta y sácate la rebaná, pa que vea tu familia lo preciosa que tú vas.
Y en esta noche sin luna, y a la luz de una cerilla, nadie verá los churretes que tienes en las rodillas.
Y a la orillita del río, mientras te vas remojando, te pondré sobre tu pelo cuatro ranas y cinco sapos.
Y mi camello moruno va loquito de alegría, porque lleva en su joroba a la bizca de mi tía.
Ponte tu traje de noche que vamos de recepción, no hagas como el otro día que viniste en camisón.
Y en la mitad del camino yo te voy a regalar cuatro cardos borriqueros y dos chumbos sin pelar.
Camello mío, y no tropieces al andar aligera, camello mío, que la que tienes aquí arriba está deseando llegar, que le duelen (pom pom pom pom) las costillas".
A modo de despidida, Emilio, decía:
"A todos les envío un abrazo muy fuerte, tanto si son personas de buena voluntad como si no lo son. Y un consejo: reír, reír hasta que las dentaduras postizas y las no postizas se caigan al suelo y nos demos, ustedes y yo, con la punta de la nariz en la barba."
(Revista Semanal "Dígame", 19 de diciembre de 1967).