Paseando, por las calles de Lanjarón, ví un cartel anunciador, que me llamó la atención. Informaba de la presencia en el lugar, hace más de 70 años, de Lupe Sino, la novia de “Manolete”.
De “Manolete” poco tenía que buscar, porque desde niño tuve conocimiento de él: Torero. (Manuel Laureano Rodríguez Sánchez. 1917-1947). Puede que uno de los más grandes Maestros de la Tauromaquia. El “genio” del toreo. El mejor de lo mejor: Su estilo personal, elegante y vertical, revolucionó el arte de la muleta, toreando de frente y citando de perfil… Toda una figura en la memoria popular española, que murió, con sólo 30 años, en la Plaza de Toros de Linares.
Pero de Lupe Sino, no sabía absolutamente NADA…
Me “picó” la curiosidad… y me puse a buscar información…
¿Quién era Lupe Sino antes de que le presentaran a “Manolete”, cierta noche, reclinada sobre la barra de Chicote?.
Los biógrafos más amables, actriz o cantante; los más crudos y probablemente realistas, prostituta en el Madrid de post-guerra.
¿Era Antonia, chica de Chicote, una oscura clavellina que, hasta conocer al torero cordobés y calzar medias de cristal, iba de esquina en esquina, volviendo atrás la cabeza?
No lo sabía...y ésta es la información que, sobre ella, he podido conseguir:
Un siglo y un año, han pasado desde su nacimiento y permanece, como en aquella época, enterrada bajo un manto de olvido…
Según la escritora Carmen Esteban, autora de “Lupe, el sino de Manolete” (2.007), ésta mujer que supo buscarse la vida en los momentos difíciles, independiente y fascinadora a la vez, fue “la primera chica ye-ye” de un país tan triste como la España de la época. Solo que ella no ha permanecido difuminada, sino difamada…y borrada del recuerdo. Si dijéramos ahora las barbaridades que se han vertido por escrito sobre Lupe, se nos tacharía de machistas para arriba. Porque fue una mujer de su tiempo, adelantada a su tiempo…. Ni más, ni menos.
Lupe Sino, fue el nombre artístico de Antonia Bronchalo Lopesino.
Antonia, nació el martes, 6 de marzo de 1.917, día de San Julián y San Olegario, bajo el signo zodiacal de Piscis, en Sayatón.
Sayatón es un pequeño municipio de la Comarca de La Alcarria, situado al Sureste de la provincia de Guadalajara, muy cerca del límite provincial con Cuenca y a 63 kilómetros de la capital provincial. En su término municipal se encuentra el Castillo medieval de Anguix (encaramado sobre una roca, cercana al río Tajo) y el Embalse de Bolarque. En los alrededores de Sayatón, se encuentran Almonacid de Zorita, Pastrana, Zorita de los Canes y la ciudad visigoda de Recópolis.
Hija de Nicomedes Bronchalo Sánchez y Eugenia Lopesino Burgos, campesinos que tenían su casa en la Cuesta del Río, nº 1, a orillas del Tajo (casi una cueva).
Antoniafue la segunda hija, entre nueve; siete hembras (Benita, Basilia, Antonia, Visitación, Claudia, Anunciación y María del Pilar) y dos varones (Emilio y Félix), del joven matrimonio recién llegado de vuelta a su pueblo tras una etapa de emigración por Italia, a donde viajaron (se supone que en busca de fortuna), sin conseguir abrirse camino.
En 1.928, Benita y Basilia servían en Madrid en la casa del empresario, constructor y político navarro, Félix Huarte Goñi (1.896-1.971) y de su mujer, Adriana Beaumont (1.897-1.994).
Antoñita dejó su pueblo con catorce años, en 1.931. Con sus padres y hermanos se trasladaron a Madrid recalando en una humildísima casa que se encontraba en la ahora calle Arturo Soria. Con esa edad, siendo tan solo una zagala, se colocó como criada, en casa de unos adinerados que residían en la calle Lista, en el barrio de Salamanca.
Pero pronto se daría cuenta de que ella no vino a este mundo para servir y decidió probar suerte en el mundo del espectáculo.
Era una mujer guapísima que llamaba la atención a primera vista. Morena, de melena ondulada, estatura media, “oceánicos” ojos verdes y boca sensual, tenía una bonita cara redondeada y una mirada preciosa, además de un cuerpo bien hecho, sin estridencias en las redondeces, que resultaba armonioso y bello y una voz sugerente y agradable. Probó como bailarina. Bailaba y cantaba muy bien. Era una mujer moderna, audaz en sus vestidos y forma de vivir.
Anunciación y Mari Pili estaban en un colegio de monjas que les pagaba Antonia con lo que ganaba ya como actriz en cabaret y salas de espectáculos. A su hermano Emilio, el mayor y más enfermizo, le puso una carbonería.
Recuerda su vecino Abundio: “Antoñita tenía un gran corazón; nunca renunció a sus raíces ni ocultó a nadie la humildad de su familia. Todo lo que hizo, que ya es sabido, fue por necesidad para ayudar a su familia”.
A Antonia le sorprende la Guerra Civil en Madrid. Sobrevive gracias a utilizar sus mejores armas: su encanto personal, el instinto y la inteligencia.
Enseguida se prendan de ella los caballeros que frecuentan el museo de bebidas de Perico Chicote, situado en el número 12 de la Gran Vía madrileña. Ahí conoce, entre otros, a los toreros Domingo Ortega (1.906-1.988) y Marcial Lalanda (1.903-1.990). Se trató también, con lo mejorcito de la izquierda, identificándose con los anarcosindicalistas.
En este Madrid en guerra, en Octubre de 1.937, con 20 años, contrajo matrimonio con Antonio Verardini Díez-Ferreti (1.910-1.98?), que era Jefe del Estado Mayor del IV Ejército de Cipriano Mera. La ceremonia se celebró en el Cuartel General de la 33 División, actuando como testigos el propio general Miaja (José Miaja Menant, 1.878-1.958) y Cipriano Mera (Cipriano Mera Sanz, 1.897-1.975).
De este evento se publicó una foto en las memorias del mismo Cipriano Mera “Guerra, exilio y cárcel de un anarcosindicalista” (editado en 2.006 por Confederación Nacional del Trabajo, CNT), en la que aparece Verardini con sus compañeros, pero no Antonia.
Se casan por un procedimiento llamado en la época “por el dedo”. De este enlace, no queda constancia escrita alguna en ningún Registro Civil, pues en aquellos ajetreados días, en un Madrid convulso lleno de conspiraciones y muerte, ni se registraba este tipo de enlaces civiles ni ya se registraba oficialmente nada, ni siquiera las muertes. En todo caso ningún matrimonio civil celebrado durante la República era legal en la España de Franco, por lo que este enlace como otros muchos que debieron de celebrarse en realidad no tuvieron valor alguno fuera de ese contexto bélico.
Poco antes de acabar la Guerra Civil, Antoñita y Antonio salen hacia Francia y allí, se separan. Él se queda próximo a la frontera con España y de ahí parte a Orán (cuando los alemanes entran en Francia) y ella se va a París.
Cuando ella retorna de París, trayendo abrigo de pieles y todo... empieza a relacionarse con la gente del cine y es cuando le regalan el chalet en Arturo Soria, frente a los estudios de la CEA (que fue demolido en la década de 1.980).
Ella más bien comienza a frecuentar Chicote, ya como artista en ciernes. En la CEA rodó algunas películas como "Tierra y Cielo" (1.941), de Eusebio Fernández Ardavín (1.898-1.965), protagonizada por Maruchi Fresno (1.916-2.003). Y como protagonista en la película: “La Famosa Luz María” (1.942) del director italiano Fernando Mignoni Monticelli (1.884-1.971). Esto le ayudó a mantener a sus padres y hermanos.
Por su fama creciente tuvo la oportunidad de conceder una entrevista en la revista “Dígame”, para lidiar en una polémica taurina sobre cuál era el mejor diestro de España: “No me enamoraría de “Manolete” por nada del mundo. Es un gran torero, pero duro y seco como el palo de una escoba. No obstante, a mí me gusta su toreo. Por encima de todos. ¿ Usted ha visto valor más escalofriante que el suyo ? ¿ Y su serenidad ? ¿ Y su desprecio de la vida ? Yo me vuelvo loca cuando torea. Mire, en la corrida de la Beneficencia del 2 de junio, Álvaro Domecq (rejoneador), Antonio Bienvenida, Juanito Belmonte, Manolete y Morenito de Talavera, con reses de Alipio Pérez Tabernero, después de aquello que hizo, de no retirarse cuando el toro se arrancó hacia el engaño, se me descompuso el reloj de tanto aplaudir. Y luego, cuando pasaba por el callejón por delante de mi localidad, no pude contenerme y grité : " Eres lo más grande del mundo ". Me miró, me dio las gracias, muy atento, pero sin sonreir. ¡ Ah !, si Manolete sonriera ".
Parece ser que ése fue el primer contacto que tuvieron Manolete y Antonia, aunque circunstancial. Hasta entonces no habían tenido ocasión de cruzar una palabra. Pero es probable que él reparase en la cara bonita de aquella mujer.
El 27 de Octubre de 1.943, fue al popular local madrileño Chicote con Pastora Imperio (Pastora Rojas Monje, 1.889-1.979), la bailaora ya retirada de las tablas y con el torero Gitanillo de Triana II (Rafael Vega de los Reyes, 1.915-1.969). Fueron a divertirse, aunque en ese lugar era habitual que hubiera prostitutas de alto nivel, estraperlistas así como toda aquella fauna nocturna que pudiera morar por el Madrid de los años cuarenta. Su amiga Pastora Imperio, le presentó allí a “Manolete”.
“Cuando le presentaron a la señorita Lupe, se entabló una animada conversación entre ambos, ella le dijo: --Me gustaría ser famosa como tú—, a lo que contestó “Manolete” --Hay que trabajar y arriesgar mucho chiquilla—. A Lupe le gustó la respuesta, le sonrió y le pidió fuego, ofreciéndole un cigarrillo. Al ver el gesto Camará que estaba presente le dijo: --Manolo estás fumando mucho. Él contestó amigablemente: --Pepe...¡hombre!, que estamos ya desmarcaos de los toros. Al empezar la temporada me cuidaré. Además no voy a rechazar la invitación de una señorita.” Aquel encuentro (casual o mediante tercería), cambió la vida de dos seres excepcionales: el torero de una posguerra de hambre, el emblema de un Régimen que se lo apropió (hasta descubrir que les ponía los cuernos con Indalecio Prieto cada vez que iba a México), y una actriz bella de segunda fila, Lupe Sino, Fue un flechazo a primera vista, después una hora de amigable charla en Chicote, desaparecieron y a partir de este primer encuentro, iniciaron una relación estable. Empezó la historia de amor…
Según el periodista y crítico taurino, Juan Soto Viñolo (1.933-2.017) escribe en su libro “Manolete.La vida y los amores de un torero de leyenda” (2.007): "Manolete se encoñó porque la guadalajareña era jaca fina, experta con sus armas de mujer, y el espada, un pardillo de casi 30 años, medio virgen, que se rindió ante una lagarta con muchas corridas a la espalda en el albero de Perico Chicote,"
El torero había tenido una vida dura. Era el único varón de su familia, sazonada de viudas. Fue un buen estudiante, de hecho siguió leyendo toda la vida y cuenta Carmen Esteban que, en los hoteles, mientras esperaba entre corrida y corrida, devoraba libros de Historia. Muy delgado y casi desnutrido, pero de mirada intensa y penetrante, cuando Manolete empezó a destacar en el toreo y gracias a los primeros dineros, logró sacar de la prostitución a dos de sus hermanas. Nunca lo tuvo fácil.
Lupe Sino vivía en el número 26 de la madrileña calle de Hilarión Eslava, en un ático situado en el Distrito de Chamberí, junto a la llamada “Casa de las Flores” (donde en 1.934 habitó, temporalmente, el poeta chileno Pablo Neruda, 1.904-1.973).
Éste piso lo pagaba Antonita antes de conocer al torero. Y fue su “nido de amor”, donde "Manolete" pasó muchos días, entre finales de 1.943 y el verano fatídico de 1.947.
Para disimular un tanto y no quedar, entre sus amistades y aficionados, como el amante de aquella mujer (que es lo que realmente era), Manuel seguía teniendo contratada la habitación 220 en el Gran Hotel “Reina Victoria”; popularmente conocido como el "Hotel de los Toreros" debido a la costumbre que tenían los toreros durante la Feria de San Isidro de vestirse en las dependencias del hotel antes de acudir a su "faena" en la Plaza Monumental de Las Ventas.
Manuel era un hombre chapado a la antigua, pero más por timidez y pocas tablas en el mundo de la bohemia que, por propia convicción. Lo que le enamoró,de Lupe Sino fue que nunca pudo dominarla. Ella era libre. Con lo que significaba que una mujer quisiera ser libre en los años cuarenta en España…
Antoñita le descubrió a Manuel que en esta vida hay que procurar ser lo más feliz posible, y le enseñó a disfrutar de la vida, con el amor, la diversión y con la compañía de una mujer hermosa que estaba enamorada de él.
A oídos de doña Angustias Sánchez Martínez (1.881-1.980), madre de "Manolete" habían llegado rumores de aquella relación no bendecida por un casto noviazgo, como ella hubiera querido. Madre de ocho hijos de dos matrimonios con toreros, esta mujer albaceteña quería con locura a su único hijo varón, deseando que se casara con una mujer de costumbres cristianas, que pudieran hacerlo feliz dándole hijos y cuidando de un hogar "como Dios manda".
Lupe no era el ideal femenino que doña Angustias pudiera bendecir, sobre la que decía que no sólo había sido ya la mujer de un “rojo”, sino que "estaba vacía, seca" (es decir, yerma, sin poder tener ya descendencia), y que le habían contado que frecuentaba en Madrid a otros hombres, algunos toreros, como Domingo Ortega y Antonio Márquez. Más de una vez le reconvino que no era una mujer para él, aunque "Manolete" le hacía ver que estaba equivocada. Lo que era indudable es que doña Angustias lo idolatraba, lo quería tanto y él la correspondía de igual modo, que llegó a decirse que para el matador de toros cordobés no existía otro amor que el de su madre (con lo que eso pueda contener de comparaciones edípicas).
“Él se enfrentó por ella a su venerada madre y al mundo taurino, que veía con ojos preocupados esa pasión. Doña Angustias tenía un concepto muy severo de Lupe Sino. Ella era una mujer bastante liberal para la época, y no una mujer que se queda en casa”, explica François Zumbiehl (1.944),Catedrático de letras clásicas, Doctor en Antropología Cultural, Consejero Cultural en la Embajada de Francia, Director adjunto de la Casa de Velázquez en Madrid. y autor de “Mañana toreo en Linares”.
Manuel:
“Madre, conozco todo el pasado de Antonia, porque ella me lo ha contado, y yo la creo”.
Doña Angustias:
“Si lo que pretendes es formar una familia con esa lagarta, tengo noticias de que sufrió una operación, y que la dejaron hueca”.
El chantaje emocional al que doña Angustias sometió a su hijo, al oponerse empecinada a que formara una familia con la mujer que amaba, resulta desgarrador. Y Manuel sufría horrores ya que sentía adoración por su madre, aunque sin Lupe Sino sencillamente no podía vivir.
“Lupe era una mujer de izquierdas en tiempos de Franco, y eso se pagaba caro. Se sumergieron en la bohemia y él pudo disfrutar de un amor que no le quería ni por su fortuna ni por su fama, ni para casarse ni para medrar. Lupe le quería a él, sin más. No se casaron, ¿para qué?, y eso en aquella España, de misa diaria, era más que un escándalo”·, cuenta la periodista Carmen Esteban en su libro “Lupe, el sino de Manolete” (2.007). “Vivieron juntos sin casarse. La temporada de 1.944 fue la primera que compartieron casa sin importarle a Manolete las malvadas críticas. Ya se le empezó a achacar a Lupe Sino que resultaría nefasta en la carrera del torero. Marraron, pues fue su temporada cumbre”. "Ambos eran una pareja moderna, dos transgresores, y a pesar de sufrir su relación los problemas de la oposición por parte de la madre del diestro, siguieron adelante".
El problema es que sí que había quien quería a Manolete por su fortuna. Era su entorno, el que se enriquecía cuanto más toreaba. Cuando vieron que Lupe podía alejarlo de una vida dedicada a la profesión, comenzaron a difundir rumores sobre la novia del torero, dedicándole apodos tan cariñosos como "la Serpiente", "la Bicha" o "la Víbora".
Doña Angustias era la matriarca, la guardiana de la virtud del héroe. Lupe Sino, en cambio, arrejuntada de un miliciano de Cipriano Mera, el anarquista, era roja y puta. Era la mujer mala, la depredadora, la mantis religiosa, la causa de la dejadez, lánguida y exhausta, del torero.
Siendo ya novia de Manolete, en 1.944, hizo de Teresa en “El Testamento del Virrey”, filme dirigido por Ladislao Vajda (1.906-1.965). Entre otros, actuaron junto a ella Juan Calvo, Irene Caba, José Isbert, Manolo Morán o Mercedes Vecino.
No era doña Angustias la única persona que no compartía aquel amor haciaLupe Sino. Su apoderado, José Flores González, "Camará" (1.898-1.978), no le tenía simpatía alguna.
Manuel y Antoñita pasaron largas temporadas en las localidad alcarreña de Fuentelencina (donde vivía una hermana de Antoñita, Luchy, casada con el empresario, Juan Padilla). Manuel encontró, junto a las gentes de estas localidades, la paz y tranquilidad que le faltaban por la presión de los públicos. El novio de la niña Bronchalo era especialmente querido en el pueblo. Echaba partidas de frontón, jugaba al fútbol, a las cartas y al dominó en el bar con todos los paisanos. Las hermanas se iban con sus novios a bañarse al río Valdefuentes, donde había una poza de agua clara y un manantial. Manuel guardaba su coche, un Hispano-Suiza impresionante, en el corralón de la casa del farmacéutico del pueblo, su amigo Adrián Ayala Plaza, con el que iba de cacería..
En el verano de 1.947 "Manolete" había decidido retirarse al finalizar la temporada. Y tenía elegida ya una fecha: la del 18 de octubre para convertirse en marido de Lupe Sino. ¿El lugar? Un secreto. Podía ser Córdoba, Barcelona o más probablemente México, para huir de ciertas presiones.
Desde la noche del 17 de Agosto, cuando “Manolete” regresa a Madrid procedente de Toledo, a la mañana del 24, cuando parte hacia Gijón (pues estaba anunciado en "El Bibio"), la pareja pasa una semana muy feliz, en soledad. Seguramente emprendiendo la tarea de los preparativos para su boda, que sería un acontecimiento social sin precedentes en la España de la posguerra. Mañanas de aperitivo en Chicote, tardes de compras y planes con sosegados paseos por la desérticas calles de la capital entre dos luces, cenas a solas y madrugadas de amor para una pareja de enamorados que acababan de cumplir treinta años.
“Íbamos a casarnos de inmediato. Nos faltaba escaso tiempo, pues en septiembre cuando terminara la temporada nos casábamos, en España o México, con cura o sin él. Todo estaba planeado (papeles y pasajes incluidos) para que ambos iniciáramos una nueva vida como pareja en México, a vivir para siempre lejos de España, lejos de los comentarios, de las hostilidades incomprensibles de la gente y también lejos de los ruedos.”, dijo Antoñita, antes de partir hacia el Balneario de Lanjarón.
Doña Angustias ya le había comunicado a Manolo, que jamás asistiría a aquella boda. No fue necesario.
Con motivo de las Fiestas de San Agustín, en la tarde del jueves, 28 de agosto de 1.947, “Manolete” toreaba en la Plaza de Toros de Linares, la primera corrida de la Feria, acompañado de "Gitanillo de Triana II" (que fue testigo de su alternativa) y Luis Miguel, "Dominguín" (Luis Miguel González Lucas, 1.926-1.996).
Eran las 6:42 horas de la tarde, cuando un toro, con la divisa verde y grana de la ganadería de Eduardo Miura, "Islero"(495 Kg.), el quinto de la tarde, le infirió una seria cornada.
“Manolete” entró a matar muy despacio, como le gustaba, con la muleta en la cintura. La estocada era buena y suficiente, pero aquel Miura, negro, entrepelado, bragado y herrado con el nº 21, le había empitonado: zarandeándole, como un muñeco de trapo, cogiéndolo por el muslo derecho y produciéndole una herida tremenda en el triángulo de Scarpa. La herida le produjo una hemorragia incesante.
Todo el público se dió, perfecta cuenta, de que “Manolete” estaba gravemente herido. “Islero” se fué hacia las tablas y allí dobló.
Toda España se quedó en vilo cuando “Manolete”, genio y figura del toreo, se derrumbó en Linares, en la frontera que separa la vida de la leyenda.
“Cuando Lupe Sino permanecía alojada en el “Hotel España” de Lanjarón, descansando y tomando las aguas minero-medicinales en el Balneario, para una dolencia en el riñón que padecía, solía jugar a las cartas con la mujer del propietario del establecimiento y nunca salía a la calle hasta que recibía una llamada telefónica tranquilizadora del mozo de espadas de “Manolete”, que era quien le informaba sobre el desarrollo de las corridas”.
Rafaél Máximo Montes, “Chimo”, el segundo mozo de espadas de “Manolete”, informó mediante una conferencia telefónica con el “Hotel España” de Lanjarón, a Lupe Sino: “El maestro ha tenido un pisotón”.Esta sencilla frase en argot taurino, le decía a Lupe, que Manuel había sufrido una cogida en la plaza de Linares y debía de ponerse en camino.
Frasquito, el portero del “Hotel España”, fue corriendo a buscar al taxista, Antonio Arcos, “El Garlopa”, que inmediatamente, se puso en marcha hacia Linares con Lupe y Concha Fernández (esposa del novillero sevillano, Bonifacio García Torres, “El Yoni”, 1.919-2.009) que le acompañaba.
Mientras tanto,en Linares, el doctor Fernando Garrido Arboledas (1.893-1.990), acompañado por el cirujano de Úbeda, Julio Corzo López y todo su equipo, hicieron todo lo posible por mantener con vida a “Manolete”. Hasta que, de madrugada, llegó a Linares el afamado cirujano Luís Jiménez Guínea, médico de la Plaza de las Ventas, “el Ángel de la Guarda de los Toreros” y le aplicó una transfusión de sangre, que resultó fatal. De un plasma utilizado anteriormente con soldados de la II Guerra Mundial, procedente de Holanda, que no estaba en condiciones para utilizarse.
Lupe Sino llegó desde Lanjarón, al Hospital de Los Marqueses de Linares, a las 3 y ½ de la madrugada, cuando Manuel aún estaba consciente. Pero no la dejaron entrar a verlo. Le impidieron la entrada a la habitación número 18: "Camará" (apoderado de “Manolete”) y el rejoneador Álvaro Domecq Díez (1.917-2.005), íntimo también del torero; la excusa dada para impedir su paso fue preservar al torero de cualquier sobresalto. Sin embargo, si hicieron pasar al Capellán del Hospital, anuncio de muerte inminente, para una última confesión.
En una de las pocas entrevistas que dio Lupe, dijo: “Yo sé que si me permiten estar a su lado durante la noche de Linares, se hubiera casado conmigo. No creí que se moría. Se me antojaba imposible. De otro modo, quisieran o no, hubiera llegado junto a él”.
Manuel ya nunca volvería a ver sus ojos verdes. No fue un final feliz.
"Manolete" murió finalmente a las 5:07 horas de la mañana del 29 de agosto de 1.947, y en Linares en ese preciso instante comenzó a llover intensamente.
Lupe solo pudo entrar a verle, una vez muerto. Se arrojó sobre el cadáver, llorando con amargura, y allí permaneció, fuera de sí, durante siete horas, espantándole las moscas con un abanico.
Los aficionados culparon a los doctores por la muerte de Manuel Rodríguez. “No había cojones para cortarle la pierna a Manolete. ¿Y sabe usted por qué?. Por que nadie se imagina a Dios con una pierna menos”. Cita del libro “El día que mataron a Manolete” (2.009), del periodista Tico Medina (Escolástico Medina García, 1.934).
“Cámara” y Álvaro Domecq tenían junto a "Manolete" varias cuentas bancarias en común. Si el matador de toros se hubiera casado con Lupe Sino,las cosas hubieran sido distintas a como sucedieron.
Doña Angustias Sánchez nombró albaceas a “Cámara” y a Álvaro Domecq, para ocuparse de todo lo relativo a la herencia de "Manolete", que murió sin hacer testamento. Imposible de cifrar la Herencia en metálico.¿Treinta millones de pesetas, quizás? Y luego fincas, casas y varias cuentas en España y Estados Unidos. ¡Una fortuna!... “Manolete” ganaba 250.000 pesetas por corrida, cuando la gente aún tenía cartilla de racionamiento. Y aún así, “Manolete” no dejó nunca de arrimarse al toro...
A Lupe Sino, que no recibió ni un duro de aquel cuantioso patrimonio, la aconsejaron no asistir al entierro. Viajó a Madrid en el coche conducido por Domingo Dominguín.
Así, como en un drama, acabó la relación de la alcarreña más famosa (tras la princesa de Éboli) con el torero de la triste figura.
Un tanguillo cantado por el ”Príncipe Gitano” (Enrique Castellón Vargas, 1.932) recorrió España: "Manolete, Manolete / ya te lo decía yo / que un torito de Miura / iba a ser tu perdición… / La novia de Manolete / ya no lleva más collares / porque Manolete ha muerto / en la plaza de Linares".
De aquella tragedia nacional quedó la imagen de la desconsolada madre, Angustias Sánchez, viuda de dos toreros y superviviente a un hijo del mismo oficio, a la que se rindió homenaje y pleitesía cada 28 de agosto en esta ciudad hasta su muerte en 1.980. Hasta Lola Flores cantaba una canción titulada con el nombre de la madre de Manolete (“Angustias Sánchez, ¡qué pena, qué pena…!")
Tras la muerte del torero, Lupe fue despreciada, humillada, hasta el punto que, durante mucho tiempo, se hizo creer que no era española sino mexicana.
En 1.948, ya muerto el torero fue contratada para “El marqués de Salamanca”, que dirigió Edgar Neville y ya no volvió a hacer nada más de importancia. Lupe Sino no alcanzó la fama que buscaba en el cine, y la que tuvo, la encontró a la sombra del hombre al que amó: “Manolete”.
Cuando su paisano, el director de cine radicado en México, Miguel Morayta Martínez (1.907-2.013), le ofreció un papel en “La dama torera” - “Un corazón en el ruedo”,Lupe no dudó en volver a México en 1.949.
La película se rodó en 1.950 y además de Lupe, intervinieron Florencio Castelló (1.905-1.986), Amparo Arozamena (1.916-2.009), Edmundo Espino (1.894-1.964) y Sofía Alvarez (1.913-1.985).
A sus 32 años, Lupe Sino seguía siendo una bella y graciosa mujer, con unos ojazos verdes y una sonrisa luminosa, de la que se enamoró a primera vista un simpático y próspero abogado, hijo y nieto de prominentes banqueros y exitoso empresario del negocio inmobiliario, José Rodríguez Aguado, apodado "El Chípiro", con quien se casó por el civil y la Iglesia en 1.950. Residieron en una lujosa estancia de la calle de Camelia, en la Colonia Florida, al Sur de la Ciudad de México. Sin embargo, no obstante la disposición de la pareja de apostar por una relación prolongada y la cálida acogida que tuvo Lupe de los familiares de "El Chípiro" Rodríguez, el matrimonio duró algo menos de dos años.
A “El Chípiro” Rodríguez, refiere su sobrino y ahijado, Jorge Rodríguez, le venía su apodo del término “chipiroteada” = que quería decir que algo salía bien, y al Chípiro todo le salió bien, excepto su matrimonio con Lupe Sino. “Mi tío al poco tiempo rehizo su vida con la bella Mina Burillo y tuvieron dos hijos”.
Después de 3 años de estancia en México, y tras separarse de su marido, regresó a Madrid a finales de 1.952, fijando su residencia en un piso que compró en el número 62 del Paseo de Rosales.
7 de Septiembre de 1.959: Lupe paseaba en su descapotable por Puerta de Hierro (Madrid), en compañía el joven actor, Arturo Fernández (Arturo Fernández Rodríguez, 1.929 -2.019) y tienen un accidente de tráfico. Ella se golpeó con el salpicadero en la cabeza… pero pasado el susto… no le dieron la mayor importancia.
Del tipo de relación que mantuvo con Arturo Fernández (12 años menor que ella), no consta nada, lo que, por otra parte, es lógico: hay quien dice que eran amantes y hay quien dice que solo eran amigos; lo que sí parece claro, es que era Arturo quien conducía el coche de Lupe.
Seis días después del accidente de tráfico, Lupe falleció en su casa de Madrid, mientras tomaba un baño, de una embolia cerebral, era el 13 de septiembre de 1.959. Tenía 42 años. Sus últimas palabras fueron: "¡¡Manuel, Manuel!!".
Era domingo y en la plaza de toros de Las Ventas se lidiaba aquella tarde un novillo también de nombre “Islero”, con la divisa blanca, amarilla y morada del hierro de Cortijoliva, propiedad de Juan Antonio Álvarez García, castaño, número 31, al que estoqueó Luís Ortego, con José Martínez “Limeño” (1.936-2.015)y Antonio Codeseda (1.937-2.014)en el cartel.
Parecía una burla del destino.
Sólo el diario ABC despachó, con una gacetilla, la noticia de su muerte, el lunes 14. La necrológica no sólo eludía cualquier referencia a su relación con “Manolete”, sino que le daba una categoría que como actriz nunca tuvo. Información aséptica… conforme a los postulados del Régimen. No apareció ninguna esquela mortuoria y se silenció igualmente que murió sola:
"El domingo falleció en Madrid, a los 42 años, doña Antonia Bronchalo a consecuencia de un derrame cerebral. Fue artista cinematográfica, más conocida por Lupe Sino (...) Había interpretado los principales papeles femeninos en varias películas españolas. Posteriormente se trasladó a México donde rodó dos películas y contrajo matrimonio. Son incontables los testimonios de pésame que reciben sus deudos en el domicilio de la finada, Rosales, 62".
Fue enterrada el martes, 15 de septiembre de 1.959, en el cementerio del Barrio de Hortaleza, en la calle Silvano de la capital madrileña, en una sepultura donde descansaba su madre, Eugenia Lopesino Burgos, desde 1.953.
De sus hermanas todavía viven cuatro (dos de ellas viven en EEUU). Sus hermanas Basilia (la mayor) y Benita, así como sus hermanos Emilio y Félix, murieron hace años.
Paseando por la localidad alcarreña de Sayatón, en la casa donde nació, no puede verse una placa que diga “aquí nació Lupe Sino”, tampoco existe una calle con el nombre de Antoñita, y de su familia, ya sólo vive aquí su prima segunda, Laura.
He estado en el “Hotel España” de Lanjarón: en el comedor tienen dos fotos de Lupe Sino y “Manolete”, que los muestra en sus días felices, en Guadalajara… mejor recordarlos así.
Los “delitos”, que según la sociedad de la España de posguerra, Lupe Sino, cometió, fueron varios:
Ser guapa y hermosa y, por tanto. envidiada y deseada por mucha gente.
Ser una mujer muy inteligente y con mucho carácter, que siempre tuvo muy claro lo que quería.
Ser una mujer moderna, progresista, independiente y adelantada a su tiempo.
Probablemente también cometió el delito de haber elegido al hombre de su vida, como por ley natural hacen todas las mujeres.
Querer llevar las riendas en una relación con un hombre hasta entonces manejado por otros y del que se había enamorado.
Y cometió el grave delito de luchar por ser una mujer feliz e intentar que Manuel Rodríguez “Manolete” también lo fuera a su lado.
NOTA FINAL: Después de todo lo leído, escuchado y visto, sobre la vida de Lupe Sino, acabo el artículo con un amargo sabor en la boca... por desgracia, el pasado no se puede cambiar.,. pero debemos aprender de él.
Espero que Antonita... descanse en Paz... en compañía de su amado, Manuel.