En alguna ocasión, ya se me había dado el caso, con anterioridad.
Y ésta ha sido una de ellas.
En mi búsqueda permanente de información..., en éste caso en particular, mi tema era “LA NUBE”: El desgraciado Desastre Natural acaecido en La Rábita, el viernes, 19 de octubre de 1.973, en el que, por desgracia, hubo unas pérdidas irreparables, 50 vidas humanas, entre muertos y desaparecidos…
Éste doloroso suceso, me llevó a un dato, anterior en el tiempo… que desconocía:
Entre 1.926 y 1.928, estuvo operativa en la Calle de los Carros, la primera Farmacia rural de La Rábita, y su propietaria era una mujer, Milagro Almenara Pérez, conocida por los vecinos, como “La Boticaria Roja”.
Esa información, me llamó mucho la atención y me hizo adentrarme en la vida de Milagro.
La mayor parte de los datos recabados sobre su vida, se los debo a la recopilación realizada en 2.017, por el escritor y periodista, Gabriel Pozo Felguera (Villamanrique, 1.959), publicada en “El Independiente de Granada”.
Éste es el breve relato de su azarosa vida, aún con muchas lagunas...y comienzo por su madre:
Brígida Almenara Pérez, natural de Arenas del Rey (1.862), sobrevivió milagrosamente al devastador Terremoto de Andalucía (25 de diciembre de 1.884), pero quedó huérfana.
La población de Arenas del Rey no llegaba al millar de habitantes. El temblor, de apenas 20 segundos de duración, causó 135 muertos y registró 253 heridos. El 90% de las casas se derrumbaron y el resto sufrieron daños muy graves. El hambre fustigó toda la comarca de Alhama. Arenas del Rey tuvo que ser reedificada al otro lado del río.
Ante la penosa situación de desamparo en que quedó Brígida, Luis Seco de Lucena Escalada (1.857 - 1.941), director de “El Defensor de Granada” (Diario de ideología liberal - progresista), se la llevó a Granada, donde fue acogida por su madre, que le buscó un empleo como sirvienta.
Brígida estuvo trabajando en el servicio de la casa del director del Instituto Provincial de Granada, Pedro de Arosamena.
Tras la muerte de Arosamena (1.891), pasó a servir en casa del Catedrático, Salvador de la Cámara y Arrivillaga (1.838 - 1.917), en la casa número 17 de la calle Triana, esquina con Misericordia, 11. Salvador de la Cámara había estado de director del Instituto de Almería hasta 1.883, en que se trasladó al de Granada como Catedrático de Aritmética. En 1.895 consta que vivía solo en su casa de Granada, pues su esposa estaba residiendo en Almería con los tres hijos menores, mientras que los cuatro mayores ya estaban independizados.
En la primavera del año 1.900, Brígida quedó embarazada. Tenía 38 años y estaba soltera; Salvador tenía 68 años y poseía una importante fortuna familiar: acumulaba bienes de los Cámara granadinos y de los Arrivillaga almerienses; además, como catedrático tenía un sueldo considerable (entre 6.000 pesetas de 1.898).
Brígida nunca dijo quién era el padre, pero todos sospechaban de alguien con dinero y poder en la Comarca.
Con este poderío de burgués no era de extrañar que Salvador acudiera a veranear a la costa cantábrica. Pero aquel verano de 1.900, Salvador tuvo un motivo mucho más importante: acompañaba a su criada a dar a luz lejos de Granada.
A finales de septiembre de aquel año, Brígida aparece en una pensión de Santander, a punto de dar a luz. Parió el día 2 de agosto de 1.900 en casa de una partera de la Calle Tetuán, número 15, 1º, frente al puerto.
La parturienta cántabra que la atendió se encargó de ir al día siguiente al Registro Civil de Santander para inscribir a una niña. Declaró que la madre se llamaba Brígida Almenara Pérez, natural de Arenas del Rey (Granada) y “residente temporal en Santander”.
Consignó que la niña no tenía padre conocido, siendo su madre soltera. Pero muy creyente. Por eso pidió que a su niña la registrasen con los siguientes nombres: Milagro Petronila Advienta Feliciana de la Santísima Trinidad Almenara Pérez.
Durante los años siguientes, Salvador figuraría, sólo, domiciliado en la calle Triana, 17; Brígida y su hija Milagro, en la calle Misericordia, 11. En realidad se trataba de la misma casa, pero al hacer esquina tenía dos puertas. Seguramente Salvador de la Cámara deseaba disimular la relación todo lo posible.
En 1.911, la pequeña Milagro, comenzó sus estudios en el Instituto de Secundaria. Allí estuvo hasta 1.916, donde cosechó 24 matrículas de honor.
En abril de 1.911 ocurrió un hecho importante para Salvador y Brígida: falleció en Almería la esposa de Salvador, Alfonsa Giménez de Góngora. Ya nada impedía que el Catedrático y su criada legalizaran su unión de hecho; en 1.912 contrajeron matrimonio en la Parroquia de los Santos Justo y Pastor; él tenía 80 años y seguía en activo; ella, 50. Sin embargo, no reconoció a Milagro como hija suya. Por eso la muchacha no cambió sus apellidos. El motivo, seguramente, fue de índole legal, ya que no podían reconocerse hijos naturales si existían hijos de anterior matrimonio.
Milagro asistió entre 1.911 y 1.915 a las clases de su padre, sin poder decir que lo era. En 1.915, Salvador de la Cámara presentó su dimisión como Catedrático de Instituto y se jubiló. Tenía 83 años. Sólo sobrevivió dos años más; su muerte ocurrió el 22 de febrero de 1.917.
La noche anterior a su fallecimiento, en plenas facultades mentales, dictó el quinto testamento de su vida. Ratificó el anterior de 1.914, en el que dejaba la sexta parte de su herencia a Milagro Almenara Pérez; otra sexta parte a una joven que estaba en las Recogidas; y cuatro sextas partes a los hijos que le sobrevivieron de su primer matrimonio. Ni en sus últimas voluntades reconoció a Milagro Almenara como hija de sus relaciones con Brígida Almenara.
Suponemos que madre e hija vivieron el resto de sus vidas con el fruto de aquella herencia.
Milagro, con 16 años, obtuvo el título de bachiller con el segundo mejor expediente del Instituto hasta entonces (sólo superado en una matrícula por Luis Mariscal Parado, posterior periodista): nada menos que 24 matrículas de honor de 30 asignaturas cursadas. Los dos únicos aprobados se los dieron en gimnasia, como a muchos alumnos de su promoción.
Ese mismo año se matriculó y estudió en la Facultad de Farmacia. Era una de las escasas mujeres que entonces llegaban a la Universidad; en su curso estuvo sola entre hombres.
Durante los dos últimos años de su carrera universitaria fue atraída por la política. Concretamente, la captaron como delegada de la Juventud Universitaria Femenina (JUF), de tendencia progresista, socialista y feminista; era la filial granadina de la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME). Se trataba de una asociación que deseaba captar a estudiantes, licenciadas y doctoras para formar y liberar al sexo femenino; la mayoría de aquel reducido grupo de granadinas mantenía también profundas convicciones religiosas.
A pesar de su juventud, Milagro era coordinadora de un grupo en el que se integró Eudoxia Píriz (1.893-1.980), la primera mujer que se licenció en Medicina en Andalucía, en 1.920.
Eudoxia se formaba por entonces en la cátedra de Ginecología de Alejandro Otero, destacado socialista granadino que llegó a Rector. Todos ellos estaban en íntima relación con el catedrático Fernando de los Ríos, que por 1.919 había ganado las elecciones al frente del Partido Socialista y era diputado nacional. Sin duda, también uno de los socialistas de mayor solidez ideológica de su tiempo.
La JUF apenas llegó a arraigar en Granada, aunque se mantuvo activa hasta la Guerra Civil. No obstante, varias de sus afiliadas universitarias acabaron recalando en el Partido Socialista. Eudoxia y Milagro se mantuvieron siempre en contacto, pero el destino les guardaba futuros muy diferentes.
Milagro demostró que, en un mundo de hombres y casi hostil para las mujeres universitarias, se podía triunfar. Pero seguro que su esfuerzo debió ser mayor que el de sus compañeros varones. Y lo hizo sacando el número uno de la promoción 1.916-21: trece premios extraordinarios en igual número de asignaturas. Pasó y superó sobradamente el examen de grado sobre “Rubiáceas y valerianáceas”. En febrero de 1.922, le fue extendido título con premio extraordinario. Era la cuarta mujer que se licenciaba en Farmacia en la UGR (tras Gertrudis Martínez Otero en 1.896, Antonia Sánchez Peñuela y Juana Álvarez Bañón, en 1.918).
La siguiente noticia profesional que tenemos de nuestra brillante licenciada es la de su colegiación obligatoria para ejercer el oficio de boticaria. Ingresó en el Colegio Oficial de Farmacéuticos el 2 de diciembre de 1.926. Consiguió abrir la primera farmacia de La Rábita. Apenas contamos con noticias de su etapa de boticaria rural; no consta que llegara a casarse con nadie. Tampoco sabemos de sus relaciones políticas con partidos progresistas en esta etapa rural.
Pero en el registro de COF figura su baja como colegiada sólo dos años después, en 1.928, ya que no tenía la farmacia.
A su regreso a Granada, viuda y huérfana, cambian de barrio, regresando al entorno de los Seco de Lucena, al barrio del Realejo. Adquirieron y reformaron (en 1.928 y 1.929) dos casas en las calles Ecce Homo, 4, y Cañuelo, 15 (ésta ya no existe).
Las dos mujeres figuran en el padrón municipal de 1.935 residiendo en la calle Moral Alta número 11, justo en dos apartamentos en la parte trasera de la casa de los Seco de Lucena.
Tuvo que esperar ocho años para que le llegara una nueva oportunidad profesional. El día 3 de julio de 1.936, Milagro presentó una instancia y documentación al Ayuntamiento solicitando licencia para la apertura a su nombre de la farmacia situada en la calle Cobertizo de la Botica, 1. Había presentado un croquis y una memoria de la farmacia para su reforma. En el planillo dibujó tres estancias: botica (de 11,5 metros cuadrados), rebotica y almacén, distribución que debía diferir muy poco de la que venía funcionando desde la expulsión de los jesuitas. En la extensa memoria indicó con detalle toda la farmacopea y aparataje de que constaba el local.
Volvió a colegiarse el 8 de julio de 1.936 para hacerse cargo de la “Farmacia Compañía-Dr. Pontes-Guardiola”. El alquiler comprendía la oficina de botica y la vivienda anexa en la planta baja; pagaba una renta de cien pesetas mensuales; la planta superior la habitaba la familia del antiguo farmacéutico. Milagro se empadronó en la dirección de su nueva farmacia.
Según consta en el Archivo Histórico de Granada, el inspector municipal emitió informe favorable con fecha 10 de julio. Todo un tiempo récord y efectividad.
La tarde del 20 de julio de 1.936, cuando realmente se materializó el Alzamiento en Granada, Milagro tuvo que ver lo que ocurría en el Gobierno Civil, ya que lo tenía al lado, a escasos metros. Tras el golpe militar, continuaron los tiros, las barricadas, las bombas… la guerra era total entre granadinos. En Granada capital triunfó la asonada. El Sur sublevado no tenía industria farmacéutica; fueron intervenidos los laboratorios de la Facultad y las farmacias para enviar medicamentos a los frentes de guerra.
La “Farmacia de la Compañía” permaneció abierta, atendida por Milagro, hasta el 18 de agosto de 1.936. Un piquete de guardias de asalto se presentó en la farmacia con una orden de detención emitida desde el Gobierno Civil. La detención se produjo como actuación represora a su actividad política; sin embargo, el detonante por el que se produce es una denuncia de un administrador de fincas que, velando en exceso de celo por los intereses de la propietaria del local en el que se ubicaba la farmacia, la denunció por el impago de una mensualidad argumentando su filiación y actividad política.
La sacaron de su farmacia y fue a parar al convento-cárcel de la Cuesta de San Gregorio. Tenía 36 años. Fueron a registrar su casa. Para comprender aquella acción, recurrimos de nuevo al libro de Victoria Fernández: “Algunos testimonios de farmacéuticos mayores afirman que Milagro Almenara fue acusada de estar al frente de un grupo de republicanos que intentaron el asalto del Gobierno Civil… Lo único cierto es que su farmacia fue confiscada y que el local se le entregó al Colegio Mayor Bartolomé y Santiago para que ampliara sus dependencias”.
En la cárcel coincidió con Rosario Fregenal Píñar, una modista del Realejo apodada La Fregenala, de 48 años (otra mujer soltera de marcado carácter republicano, liberal y feminista). La costurera tenía como clienta a María del Carmen de Falla. Su hermano Manuel de Falla intentó interceder por ella, como ya había hecho por Federico García Lorca un par de meses antes.
Nadie tuvo compasión de ellas. El 2 de noviembre de 1.936 fueron llevadas al frente de Víznar y fusiladas por una escuadra negra. Muy cerca de la tumba de Federico García Lorca. Otra coincidencia con el destino del poeta: Milagro murió y fue enterrada junto a otras tres personas: La Fregenala, Rosa Segura Calero y Concha Pertíñez Tabasco, estas dos últimas de Santa Fe. Los papeles oficiales indican que la fusilaron en la carretera entre Víznar y Alfacar; por aquellas fechas, el capitán Nestares, que mandaba el frente, había ordenado concentrar todos los fusilamientos y sepulturas en los Pozos de Víznar. La tumba ya estaba repleta de obreros de la Fábrica de Pólvoras de El Fargue, fusilados los días anteriores y cubiertos de cal.
La vida de Milagro tuvo muchos paralelismos con la de Federico García Lorca: estudiaron en los mismos edificios, fueron denostados y envidiados por la sociedad del momento, y acabaron fusilados en la misma zona, entre Víznar y Alfacar. Sus cadáveres nunca aparecieron.