No llueve, pero el cielo está completamente cubierto de grises nubes, preñadas de humedad, que la brisa desplaza, deshilacha y desdibuja...
Hemos dejado atrás Santa Eulalia de Bóveda, siguiendo las señales de una preciosa ruta. La de “O Vello Lugo agrario” (“El viejo Lugo agrario”). Carmen, Paco, Luís y yo, caminamos por una espectacular y bella senda a la que se asoman, en amigable saludo, viejos carballos centenarios, antiguos cruceiros, sobrios hórreos y tradicionales molinos harineros...
Vamos paseando por caminos solitarios, en los que parece que el tiempo se detuvo hace mucho... donde la lujuriosa Naturaleza parece casi intacta y esa sensación se transmite al ánimo del peregrino… no sé… será esa extraña “morrinha” o melancolía... que nos hace añorar… cosas o lugares, que no hemos llegado a conocer… y que nunca volverán… pero que te producen una sensación agradable, como de bienestar… Recuerdo una estrofa, de la canción de Joaquín Sabina, "Con la frente marchita": "... no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió...".
Se dice que algunas noches, a la luz de la luna, se puede escuchar el canto nostálgico de alguna ninfa o “dona d’aigua” cepillándose el rubio cabello y mirándose en las prístinas aguas del arroyuelo del “Rego do Bacurín”...
Poco a poco, paso a paso, vamos disfrutando, como en un bonito sueño, en el que todo parece irreal… los sentidos van como levitando… y la senda nos ha llevado hasta una pequeña iglesia, situada a la derecha del camino, al otro lado de una cerca pétrea. Como es tradicional en éstas tierras gallegas, junto a la iglesia, se encuentra el cementerio.
Luís mira el GPS. Estamos en las coordenadas: 42º 58' 05.0" N - 7º 41' 18.9" W y éste pequeño templo religioso es la Iglesia románica de San Miguel de Bacurín.
El ábside de Ia iglesia está orientado hacia el camino. Atravesamos la cancela de la cerca y nos disponemos a visitarla.
La Iglesia fue construida en la segunda mitad del siglo XII y está situada a unos 22 kilómetros al suroeste de Lugo, en la comarca de Mera.
Conserva, como un sencillo tesoro, algunos interesantes elementos de su fábrica original: el ábside, la planta de su nave y sus dos portadas, una situada en el lado Sur y la otra orientada hacia el Poniente, señalando la dirección del “Campus Stellae”... y más allá… el “Finis Terrae”, donde las antiguas culturas situaban el reino de los muertos...
Esta iglesia, dedicada a San Miguel Arcángel, está construida de sillería granítica (en hiladas a soga y tizón) y no destaca por sus grandes dimensiones (ocupa una superficie de 289 metros cuadrados) pero sí por ser un bello ejemplo del arte románico rural gallego.
Tiene sólo una nave, de planta rectangular, con cubierta de pizarra a dos aguas y un ábside semicircular, con dieciséis canecillos esculpidos en la cornisa. La sacristía del lateral y la espadaña del campanario fueron construidos ya en el siglo XVII.
El ábside está abovedado con dos tramos (recto y semicircular) y una pequeña ventana, situada al fondo, entre dos semicolumnas con capiteles historiados, lo adorna y da iluminación natural al altar.
Vemos primero, la Portada de Poniente. Es de arcos de medio punto, tímpano liso y tres columnas a cada lado. El arco exterior es ajedrezado. Los capiteles están decorados con motivos vegetales y en la parte superior de la fachada, un pequeño óculo alberga un moderno altavoz.
Después nos desplazamos hasta la Portada Sur. Es de doble arquivolta, con tímpano bilobulado y una columna a cada banda, cinceladas con rayas (rectas verticales en el fuste derecho y en diagonal o helicoidal en el izquierdo). Tiene el arco exterior recorrido por un bonito taqueado (banda ajedrezada).
Los canecillos de la cornisa, en buen estado de conservación, son de temática muy variada y representan desde imágenes de cabezas de animales (lobos y carneros), hasta escenas eróticas, escatológicas y exageraciones de los genitales masculinos.
La iglesia está cerrada, pero he leído que, en su interior, hay un bonito retablo barroco de los siglos XVII-XVIII, con una imagen de San Miguel Arcángel.
En Memoria de los "Privilegiados Residentes" que junto a ésta humilde, solitaria y preciosa Iglesia rural, duermen el "Sueño Eterno de los Justos", y a modo de íntima despedida, recito una antigua Oración, que hasta la celebración del Concilio Vaticano II (11 de Octubre de 1.962 a 8 de Diciembre de 1.965), comenzado por el Papa Juan XXIII (Angelo Giuseppe Roncalli, 1.881 - 1.963) y finalizado por el Papa Pablo VI (Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini, 1.897 - 1.978), se decía al finalizar la Santa Misa:
“San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y las acechanzas del diablo. Que Dios manifieste sobre él su poder, esa es nuestra humilde súplica; y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, con la fuerza que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás y a demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.”
Frente a la iglesia, al otro lado del camino, una alta muralla de piedra, protege celosamente una gran finca rústica (de 59.893 metros cuadrados), con una preciosa arboleda, que alberga el soberbio Pazo rural de San Miguel.
Es todo un complejo señorial con varias dependencias dedicadas a la labor agropecuaria.
La puerta de acceso a la finca, está cerrada por una reja de hierro forjado y sobre ella, un arco de piedra (de medio punto), coronado con una cruz y adornado con unas filigranas decorativas y un escudo heráldico cuartelado, compartido por las familias Rivadeneira, Aguiar, Parga, Montenegro y Saavedra.
Ha salido el sol. Sus rayos tenues nos llegan amodorrados... pero hay más claridad... y los colores del paisaje, cambian... Continuamos nuestro paseo, pues aún nos queda bastante para llegar a Ferreira, donde haremos noche hoy…
Enlazamos de nuevo con el Camino Primitivo de Santiago al llegar a una bifurcación, donde seguimos a la derecha.
El camino, va en este tramo reforzado por una fila de grandes losas de granito, y nos lleva, entre un bonito bosque de robles y castaños, a cruzar el "Rego do Bacurín", (afluente del Mera) y seguir por la "Corredoira da Pegueira"...
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