Bóveda de Mera (Lugo), jueves, 11 de Octubre de 2.018 (I)
Los pronósticos meteorológicos se han cumplido y durante toda la noche, ha estado lloviendo “a cántaros”; o al menos, eso nos ha parecido… aunque los sonidos de la tormenta y el aguacero, azotando techos y fachadas: siempre son muy escandalosos.
No es muy agradable, levantarte de la cama y comenzar a preparar la mochila sabiendo que, en la calle, está diluviando…
Aún es de noche, pero ha llegado el momento: primero de las despedidas; después, de echar a andar, asumiendo todas las consecuencias.
Hoy nos hemos despedido de Juan Antonio, junto al que hemos compartido “Nuestro Camino Primitivo”, prácticamente desde su prólogo, pues ya nos vimos en el albergue de Oviedo, antes de comenzar la andadura. Según sus cálculos, con el recorrido que hemos hecho, ha ganado dos días en su “calendario previsto”, y con el tiempo tan inclemente que hace hoy, prefiere no andar y quedarse en Lugo, para conocer un poco la ciudad.
Con su despedida, se nos queda en el cuerpo una sensación “rara”. Vamos a dejar atrás un buen amigo y compañero, con el que hemos convivido, paso a paso, poco a poco, compartiendo momentos inolvidables... y posiblemente, en éste viaje, no volvamos a coincidir, a reencontrarnos… el Camino tiene esas cosas...
Juan Antonio, “Buen Camino”… y hasta siempre... El agradable recuerdo de tu sonrisa y tu deje canario… seguirá a nuestro lado, como una bonita presencia inmaterial.
Iniciamos la jornada de hoy, Carmen, su marido Paco, Luís y yo, con todo el equipamiento impermeable que disponemos. Llueve intensamente y los canalones y las bajantes de los tejados desaguan en las aceras, en el límite de su capacidad...
El callejeo lucense se nos ha hecho bastante largo y tras vadear el curso del río Miño por el antiguo puente romano, hemos seguido, por su margen izquierda, pasando junto al Club Fluvial de Lugo.
Conforme hemos ido alejándonos del casco urbano de Lugo, hemos perdido la mortecina iluminación de las farolas y hemos ganado la incipiente claridad del día; hoy, sucia y fea. La lluvia, persiste.
Seguimos por la cuneta de la carretera LU-P-2901 (Lugo - Palas de Rey), pasando junto a las pequeñas aldeas de Fornelo, Seoane, Carrigueiros y O Burgo. Al llegar a la aldea de A Uceira, hemos dejado el trazado tradicional del Camino, pues queremos visitar Santa Eulalia de Bóveda.
Nos hemos desviado a la derecha, siguiendo el trazado de la carretera LU-P-2903. El camino es solitario y el agua de la lluvia cae mansamente. Parece que se va a tomar un respiro y, nosotros, se lo vamos a agradecer.
El paisaje parece irreal, de lo bello que es. Nos rodea una frondosa vegetación antigua, longeva, de “bosque primigenio y ancestral”. Pero éste bosque de ensueño, tiene trazas humanas, está “habitado”. Ha parado de llover, pero todo está húmedo, chorreando.
Tras vadear por un puente el Rego de Bacurín, llegamos a un cruce, donde seguimos a la izquierda. Poco después ya divisamos la pequeña aldea, con la granítica espadaña de su iglesia sobresaliendo entre los oscuros tejados pizarrosos. Verticales y enhiestas losas de piedra (“chantas”) separan el camino de los laboriosos huertos familiares.
Ya entramos en la aldea. Estamos a 14 kilómetros al Oeste de la antigua Lucus Augusti (Lugo), en el camino de la “Vía XIX” hacia Bracara Augusta (Braga). Coordenadas geográficas: 42º 58' 48.0" N - 7º 41' 09.9" W.
A la derecha hay un pequeño lavadero vecinal. A la izquierda, se encuentra la Iglesia Parroquial de Santalla de Bóveda de Mera, edificio en estilo barroco gallego (siglo XVIII). Junto a la fachada derecha de la Iglesia (mirando desde su portada), se encuentra el cementerio. La Iglesia da la espalda al camino, como si estuviera enfadada con los caminantes…
Soterrado, bajo parte de la Iglesia y tras un alto muro de piedra, plagado de musgos y líquenes, se encuentra lo que hemos venido a ver: Santa Eulalia de Bóveda (Santalla de Bóveda, en gallego).
Es un Santuario tardo-romano (siglo III d.C.) dedicado a la diosa Cibeles y reconvertido, ya en época cristiana, al culto de Santa Eulalia.
Las fiestas de Cibeles se celebraban durante el equinoccio de primavera (desde el 15 y al 27 de marzo) y en sus ritos se simbolizaba la historia de amor entre Cibeles y Atis (divinidades más populares en la antigua Roma). Su culto decayó a partir del siglo IV d.C.
Estatua de la Diosa Cibeles
Santa Eulalia de Mérida (292 - 304 d.C.) padeció martirio en su ciudad, Augusta Emerita (actual Mérida) y hasta la proclamación de Santiago Apóstol, fue invocada como protectora de las tropas cristianas en la Reconquista y patrona de España. Hoy en día es “alcaldesa perpetua de Mérida” y su Patrona. Sus restos reposan en la Catedral de Oviedo y es Patrona de su Archidiócesis. Santa Eulalia también es Patrona de las aves: se dice que tras su muerte, en martirio, salió de su boca una paloma (su alma) y echó a volar... Su nombre es sinónimo de “elocuente”: daba consejos a los demás, lo mismo que las Sibilas.
Imagen de Santa Eulalia de Mérida
La historia de la Santa Eulalia de Mérida, cuya onomástica se celebra el 10 de diciembre, aparece documentada en el libro tercero del “Peristephanon”, escrito por Aurelio Clemente Prudencio (348 - 410 d.C.).
El Santuario está considerado como "unicum": pues no hay otro edificio, de las mismas características, en todo el territorio ocupado por el Imperio romano.
Sobre éste edificio tan singular y especial, he leído que:
El historiador Enrique Jorge Montenegro Rúa (1.964), autor de la tesis doctoral “Santa Eulalia de Bóveda, estudio histórico-arqueológico y propuesta interpretativa del monumento y su entorno” (2.016), cree que fue inicialmente un templo funerario dedicado al dios Dionisos.
El Santuario fue descubierto en 1.914, cuando el nuevo cura párroco de Bóveda de Mera, D. José María Penado Rodríguez (1.874 - 1.975), realizando unas obras en el suelo de la zona del atrio de la iglesia, encontró un pasadizo que descendía hacia un templo subterráneo… pero no fue hasta 1.926 cuando el descubrimiento se hizo oficial.
Nota: El Padul (Granada) - Sábado, 23 de Septiembre de 2.023.- Al final del articulito, he colocado un "ANEXO FINAL", con el texto que he recibido por correo electrónico y que aporta otra versión diferente, sobre el descubrimiento del Santuario.
Foto de la "Visita Oficial" al Santuario, tras su descubrimiento (1.926)
La excavación del yacimiento se inició en septiembre de 1.926, por la Comisión de Monumentos Histórico-Artísticos de Lugo, que encomendó su dirección al vocal de la Junta Directiva, Luis López-Martí Castillo.
A partir del verano de 1.927, Manuel Gómez-Moreno Martínez (1.870 - 1.970) arqueólogo granadino, catedrático de Arqueología arábiga de la Universidad Central de Madrid, director de la sección de Arqueología y Arte medieval español del Centro de Estudios Históricos, director del Instituto de Valencia de Don Juan y miembro del Museo del Prado, supervisó minuciosamente toda la actuación desde Madrid.
Fue declarado “Monumento Histórico-Artístico Nacional” por Decreto del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes del 3 de junio de 1.931 (Gaceta de Madrid, 4 junio).
Ha sido objeto de múltiples actuaciones y estudios, que en algunos casos han generado más daños que información y que no han conseguido por el momento datar su construcción inicial, ni sus sucesivas modificaciones.
Hemos tenido mucha suerte (lo nuestro ha sido, como se dice: “llegar y topar”), pues la puerta metálica que da acceso al Santuario, encastrada en el viejo muro de piedra, está abierta. Hay gente visitándolo. Entramos. Bajamos por unas cortas escaleras hasta el atrio.
Es un pequeño atrio con dos columnas "in antis" que precede a la fachada, en la que se abre una puerta con arco de herradura (tipología adoptada posteriormente por los visigodos). Nota: éste es el arco de herradura más antiguo en la arquitectura española (como elemento estructural, ya que con anterioridad sólo se ha encontrado en la decoración de algunas estelas romanas).
La fachada es simple, sencilla, labrada con sillares de granito, y dos ventanas adinteladas a ambos lados, con vanos triangulares de descarga en la parte superior que iluminan la sala interior.
El Santuario, es un ejemplo singular de sincretismo hispano-romano. En algunas de las piedras de la fachada vemos una decoración esculpida, que parece de la misma época que la construcción original: son figuras de danzantes, que poco tienen que ver con la escultura clásica romana y más podrían pasar por arte visigodo de siglos posteriores, pero sin duda, hacen referencia directa a la Diosa titular del Santuario, así como al rito que se practicaba.
Pasamos al interior del edificio. Tiene planta rectangular, en su centro hay una pequeña piscina cuadrangular y está cubierto con una gran bóveda de cañón, que se encuentra arruinada en la parte superior.
Para realizar el edificio se tuvo que excavar el terreno, pues originalmente se encontraba semienterrado, con el objetivo de buscar corrientes acuáticas para que el agua de la piscina circulase.
En el costado occidental hay un pequeño ábside, con un arco de medio punto. Esta particularidad del Santuario me llama la atención: tiene una orientación opuesta a la mayoría de las iglesias medievales.
El edificio, originalmente, parece que tenía dos plantas, pero hoy en día, solo se conserva la inferior (cripta) que se encuentra casi en su forma original, salvo la parte central de la bóveda, que se perdió cuando se demolió la antigua capilla cristiana que ocupó el piso superior.
Del piso superior solo permanece como vestigio parte del muro que inicia la bóveda de cubierta en ladrillos cerámicos.
Planimetría. Sección transversal del Santuario de Santa Eulalia de Bóveda
Se cree que el piso superior era utilizado para hacer el “Taurobolio”. El “Taurobolio” era un antiguo rito de los misterios de Cibeles y Atis, en el que se sacrificaba un toro con una “harpe” (un cuchillo con un saliente lateral para provocar una gran hemorragia). El hueco sobre la parte central de la cripta permitía la caída de la sangre del animal sobre la piscina de la planta inferior. Una vez muerto el animal, los sacerdotes bajaban por una escalera de comunicación que existía en el muro Oeste un recipiente con los órganos sexuales del toro y lo colocaban en las hornacinas que existían en los muros de la cripta, a ambos lados de la piscina. La creencia en las propiedades sanadoras del bautismo de sangre hizo de su práctica algo muy habitual en la antigüedad, sobre todo en los siglos II y III.
Al prohibirse el rito con la adopción del cristianismo, el piso superior perdió su función original y se transformó en capilla, convirtiéndose la planta baja en cripta.
La cripta, de planta perfectamente cuadrada, tiene una longitud de 12 metros de lado. En ambos laterales de la sala existen dos pequeñas hornacinas o cellas.
Según la tradición, los sacerdotes del Santuario, tenían aves vivas que mantenían ocultas a la vista de los devotos y sus “cantos proféticos” resonaban sobre las pinturas de la bóveda en el interior de la cripta… debía ser una experiencia sobrecogedora y espectacular...
Pero si algo llama la atención en éste singular edificio es su maravilloso conjunto mural, que es el más importante de los que persisten en toda Hispania.
Las preciosas pinturas al fresco, con un buen grado de conservación, que decoran los restos de la bóveda: multitud de pájaros, que representan a las Sibilas (profetisas capaces de adivinar el futuro), nos rodean en un canto silencioso. Hay tórtolas, palomas, pavos reales (símbolo de la diosa), ocas, y, en cada esquina, un gallo ante el cual se inclina otra ave. En la simbología antigua, los pájaros representan la inmortalidad del alma, gracias a su habilidad para abandonar la tierra a su voluntad. Por ello muchas deidades se asociaban con los pájaros. Los pájaros simbolizaban la vida en el más allá. La vegetación y los frutos eran un símbolo romano de muerte, resurrección e inmortalidad. Desgraciadamente las pinturas murales inferiores desaparecieron al cristianizarse el santuario ya que seguramente hacían referencia a los misterios de la diosa.
En el fondo y presidiendo la ceremonia se encuentra como objeto de culto la "Piedra Negra", considerada de origen celeste y tenida como epifanía de la diosa Cibeles. Esta piedra se sustenta sobre una columna y se relaciona con unas imágenes en el atrio de unas avestruces encaramadas sobre una piedra en una esbelta columna, como personificación zoomórfica de la Diosa.
Hay dudas sobre si los restos que se conservan de la nave superior corresponden al edificio original o son de una restauración altomedieval posterior.
Actualmente se encuentra protegido por la reciente Ley 5/2.016, de 4 de mayo, del Patrimonio Cultural de Galicia (DOG 16/05/2.016 y BOE 18/06/2.016).
Bueno. Poder visitar, ver y disfrutar de Santa Eulalia de Bóveda, ha sido toda una grata e inolvidable experiencia. De las que te dejan una huella indeleble y la memoria guarda en un rincón privilegiado.
Es una reliquia de nuestro pasado, un lugar muy especial, remoto, inmemorial...
No encuentro las palabras con las que poder transmitir las sensaciones que he notado (hasta a través de la piel…) al rozar con las yemas de los dedos éstas arcanas piedras preñadas de misterios, testigo mudo de ancestrales y desconocidos ritos…
Creo que la única forma de saberlo es venir y sentirlo con tu propio cuerpo y tu mente abierta… y esperar que, ese día en concreto, sea propicio para que el Santuario nos desvele sus secretos...
Para acceder a más información sobre Santa Eulalia de Bóveda, pulsar aquí>>>
Debemos continuar con Nuestro Camino y no sin pesar… nos alejamos de ésta pequeña aldea. Paso a paso, vamos abriendo y descubriendo nuestro futuro inmediato… siguiendo las señales de una preciosa ruta (“O vello Lugo agrario” = “El viejo Lugo agrario”) que nos llevan hacia nuestro próximo destino, San Miguel de Bacurin.
ANEXO FINAL
El Padul (Granada), sábado, 23 de Septiembre de 2.023.
Así suelen ser las cosas en la vida, de pura “casualidad”...
El pasado 15 de Septiembre, hace una semana, recibí un correo desde Santa Eulalia de Bóveda (Lugo), en relación al articulito que hace ya casi 5 años (Octubre de 2.018), escribí sobre su Santuario, el día que lo visitamos haciendo nuestro Camino Primitivo de Santiago, y estimo, que lo más oportuno y conveniente, es que literalmente, lo transcriba en el Adarve, como un “Anexo Final”. El texto, es éste:
“Estimado autor de Adarve granadino:
De casualidad hoy acabo de leer el artículo de su blog, dedicado a Santa Eulalia de Bóveda en Lugo (escrito en 11 de Octubre de 2.018).
Quisiera hacerle llegar con este comentario, por si fuera de su interés, una circunstancia o curiosidad que muy poca gente sabe y que nunca suelo ver reflejada en los articulos que hacen referencia al santuario o templo descubierto en ese lugar.
Dice usted "El Santuario fue descubierto en 1.914, cuando el nuevo cura párroco de Bóveda de Mera, D. José María Penado Rodríguez (1.874 - 1.975), realizando unas obras en el suelo de la zona del atrio de la iglesia, encontró un pasadizo que descendía hacia un templo subterráneo… pero no fue hasta 1.926 cuando el descubrimiento se hizo oficial."
Pues bien, yo le contaré otra historia sobre el descubrimiento de este templo.
En realidad, según se nos ha transmitido en nuestra familia, el descubrimiento fue cosa de mi bisabuelo, que era el enterrador de la parroquia de Bóveda, aunque se lo apropió el cura (como solía pasar en esas épocas las fuerzas vivas de las ciudades, pueblos y aldeas se apropiaban de casi todo lo que podría tener interés en el lugar).
Mi bisabuelo era el padre de mi abuela materna, Josefa Vilanova Dapena, (coincide además que Vilanova es el nombre de una de las aldeas de la parroquia, que en "Google Maps" aparece castellanizado como Villanueva).
Según nos ha contado siempre mi abuela, su padre (mi bisabuelo) se encontraba excavando el terreno por orden del cura para realizar nuevas tumbas en una ampliación del cementerio.
En una de esas paladas a la tierra, cuando estaba excavando, debió de topar con lo que él pensaba era una piedra enterrada, y al querer picar o levantar la piedra, el suelo se hundió a sus pies, cayendo al interior del recinto con el consiguiente susto y costalazo. Todavía hoy se puede ver desde el interior del templo la zona de la bóveda que se abrió y por la cuál cayó mi bisabuelo al interior. Cuando lo sacaron de allí, sería cuando más tarde el cura se daría cuenta de lo que se hallaba allí enterrado, bajo el atrio que rodea a la iglesia.
Como se puede ver en la foto que usted publica, hay un hoyo en el suelo tapado con unas maderas. Como la lógica y el sentido común indica, lo más normal es que el que se encontraba excavando ese hoyo era el enterrador y no el cura (¿Para que podría estar un cura excavando al lado de la iglesia?).
O sea, que ni pasadizo ni nada. La única manera de bajar era con una escalera por el agujero.
Posteriormente, después de hacer las excavaciones pertinentes, descubrirían la entrada original al templo, que está a nivel de la carretera que bordea la iglesia. La iglesia se halla a un nivel superior encima del templo. Supongo que sucedería, como en muchos otros siglos a lo largo del tiempo, que la Iglesia católica edificó sus templos encima de otros templos de cultos antiguos considerados paganos.
Y si me apura, hasta estoy convencido (tendrían que investigarlo los etnógrafos, o los expertos en toponimia) de que el nombre de la parroquia, Santa Eulalia de Bóveda (Santalla de Bóveda de Mera en gallego, por el río Mera que baña la parroquia) hace referencia a la preciosa bóveda decorada del templo.
A la vista de la foto, estoy casi convencido de que mi bisabuelo, el enterrador, es el paisano que aparece en la esquina a la derecha de todos los personajes importantes, con ropa de faena y una gorra en la mano. Con su permiso, si no tiene objeción, cosa que le agradecería, me permito guardar la foto pues nunca tuve ninguna imagen de mi bisabuelo (en el caso de que esa persona sea el) y procuraré confirmar si es mi bisabuelo preguntando a algunos de los vecinos ancianos de la aldea que lo pudieron conocer y con los cuales hoy todavía, tanto yo como mis hermanas, (mis padres y abuelos han fallecido todos) guardamos buena amistad.
Gracias por su atención y espero que este comentario sea de su interés. Espero que haya disfrutado mucho de su viaje por mi tierra y que vuelva muchas más veces a Lugo, quedando a su disposición para lo que fuera necesario. Un gran saludo afectuoso. José Manuel V. C.”.
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