La Robla (León), jueves, 27 de Septiembre de 2018.
Hemos iniciado, “formalmente”, “Nuestro Camino” del Salvador, cuando aún no había amanecido, frente al Hospital de San Marcos y la estatua en bronce fundido: “Peregrino sentado en el Crucero”, obra del escultor José María Acuña y que Paradores de Turismo regaló a la ciudad de León en 1998, al completarse la peatonalización de la plaza. La estatua representa a un peregrino descalzo, que descansa, sentado sobre la escalinata de un crucero y reposa su cabeza en una gran cruz de piedra, mientras observa la espectacular fachada del Hospital de San Marcos.
En éste punto es donde se separan el trazado del Camino Francés y del Camino del Salvador.
Y en éste lugar hemos comenzado la andadura, en nuestra primera jornada del Camino del Salvador, que nos ha llevado, durante gran parte de ella, junto o cerca, de la orilla izquierda del río Bernesga, aguas arriba… Día soleado… y caluroso...
En las zonas sombrías de robledal hemos sufrido el acoso constante, molesto y tedioso, de nubes de pequeños insectos voladores, que sin llegar a picar… “agobian”… pues no puedes ni abrir la boca (porque seguro que alguno te tragas…y creo que no son, para nada, apetitosos...).
Tras caminar y caminar… después de mucho subir y mucho bajar… por fín, vemos en la distancia, la silueta de las chimeneas de la térmica de la Robla.
Voy a hablar un poco, del pasado industrial de ésta zona del Norte de León, y en particular de la Sociedad Anónima Hullera Vasco Leonesa, conocida por sus siglas, HVL; la Empresa que durante más de un siglo, se ha convertido en el motor y sostén industrial de la Comarca:
HVL fue fundada en Bilbao, el 19 de Octubre de 1893, con un capital social de 1.375.000 pesetas, dividido en acciones de 500 pesetas, para la extracción y comercialización del carbón de hulla.
En 1896, HVL firmó su primer contrato con la “Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España”, para suministrar a la Empresa ferroviaria combustible mineral.
La producción ha sido siempre ascendente, así, en 1912, ya era de 100.000 toneladas; en 1962, fue de cerca de 500.000 toneladas; y en 1982, alcanzó el millón de toneladas, el 6´5 % de la Producción Nacional de hulla y antracita.
HVL siempre ha mantenido en la zona su “Obra Social”, canalizada desde 1963 a través de la “Fundación Emilio del Valle”, en materias como la asistencia sanitaria, la vivienda, la educación, la vida religiosa, así como aspectos culturales, recreativos y deportivos. Y desde 1959, publica el Boletín Informativo “Hornaguera” (término que significa, “carbón de piedra”).
A principios de la década de 1960, HVL comenzó a plantearse alternativas de negocio, ya que la electrificación paulatina de RENFE (que fué total en 1968), demandaba una menor cantidad de producción de carbón.
Así, primero, construyó la Fábrica de Cementos “La Robla”, que a finales de la década de 1960 vendió a la Empresa Tudela Veguín y que hace 14 años (en 2004) fue completamente remodelada, convirtiéndose en la más moderna de Europa, con una capacidad de producción de 1.200.000 toneladas de cemento por año.
Después, en 1965 y en unión de las Empresas Unión Eléctrica Madrileña, Hidroeléctrica de Moncabril y Endesa, comenzó la construcción de la Central Térmica. El Primer Grupo de la Térmica, con una potencia y 270 MW y su chimenea de 120 metros de altura, comenzó a pasar energía eléctrica a la Red de Alta Tensión en Septiembre de 1971. Pronto se vió necesaria la ampliación de la Central Térmica, y en Noviembre de 1984, entró en funcionamiento el Segundo Grupo, con una potencia de 350 MW y su alta chimenea de 200 metros de altura. Hoy la Central produce 620 MW y consume 6.000 toneladas de carbón al día.
Y ahora… continúo con el devenir de “NUESTRO CAMINO”...
...Poco antes de alcanzar las primeras casas de La Robla, a la sombra de las grandes chimeneas de la central térmica, se encuentra la Ermita de Nuestra Señora de Celada.
La Ermita se encuentra en un paraje en el cual, lo tradicional y lo religioso, la leyenda y la historia, se entremezclan de una forma hermosa.
El nombre del lugar, “celada”, podría tener su origen en el término “celada”, que significa “emboscada”, en referencia a cómo los cristianos desafiaron a los musulmanes en éste mismo lugar. Pero podría también aludir al frondoso arbolado que “celaba” (impedía) la visión a los peregrinos que por estos valles se aventuraban hacia San Salvador de Oviedo.
El rey Alfonso XI (siglo XIV) en su “Libro de Montería”, registra la existencia aquí de un hospital para peregrinos.
Como todo monumento que se precie, el origen de la Ermita está rodeado por una leyenda. La tradición popular relaciona esta Ermita con la época de la Reconquista, cuando las refriegas entre musulmanes y cristianos eran constantes en estos valles. Cuenta la leyenda que se entabló una dura pelea a los pies del Castillo de Alba. Los musulmanes, superiores en número y en guarnición militar, estaban a punto de aniquilar a los resistentes cristianos. Éstos, vistos en grande aprieto, invocaron a la Santísima Virgen María. Y sucede el milagro: La Virgen inspira a las huestes cristianas una “celada”, mortal de necesidad, y les infunde ánimo guerrero para acabar con el enemigo sarraceno: se ocultarán en el lugar donde hoy está la Ermita y, por sorpresa, se lanzarán sobre los musulmanes, que, efectivamente, mueren o huyen despavoridos. Como es de justicia y de agradecimiento de biennacidos, sobre el lugar de la victoria las gentes del lugar erigieron un templo en honor de la Virgen apellidándola, en rememoración de los hechos “de Celada”.
La Ermita de Celada es una sólida construcción levantada en mampostería caliza siguiendo las líneas del denominado “foco clasicista de la Meseta Norte”, con excepción del pórtico construido en sillería. En el edificio se observan varias etapas constructivas; la más antigua es posiblemente del siglo XIV y corresponde a un arco apuntado de traza gótica. El resto del edificio está datado en el siglo XVII, a excepción del pórtico de acceso, del siglo XVIII, abierto y con tres arcos, que soporta el campanario.
A primera vista la ermita resulta tan sencilla que puede llegar a antojarse hasta demasiado austera. La total ausencia de adornos en el exterior, salvo los escudos de la familia Quiñones colocados en el pórtico, y los sólidos contrafuertes que refuerzan los muros Norte y Sur, hacen que sea una construcción sobria. No obstante es en la sencillez que rodea a este monumento donde reside su encanto.
El Escudo de Armas de los Quiñones es de origen asturiano y está formado por un escudo con un yelmo plateado en la parte superior con un penacho con colores rojo y azul. A los costados del escudo aparece una representación de follaje con color plata y rojo alternado. El escudo está en su interior dividido en 15 escaques (piezas rectangulares), ocho rojos y siete de plata y azules. En el caso de los escudos de la Ermita, tallados en piedra, no aparece un yelmo, sino una corona.
En el exterior también se puede ver una puerta, actualmente cegada, que permitía el acceso directo desde la Ermita a las dependencias de los monjes que la atendían, así como al hospital que se levantaba en las inmediaciones.
No podemos acceder al interior de la Ermita, ya que está cerrada, pero he leído que el interior es bastante austero; se compone de una única nave rectangular, con bóveda de cañón y arcos fajones que coinciden con los contrafuertes exteriores.
El presbiterio, de planta cuadrada, muestra una cubierta de bóveda de crucería.
El retablo mayor, de aire manierista, se dispone bajo un arco abierto en el muro. Presenta tres cuerpos, los dos inferiores divididos en tres tablas decoradas con pinturas que representan distintas escenas bíblicas y en su parte central, se encuentra la hornacina que alberga la imagen de Nuestra Señora de la Nieves, a la que todos conocen como Nuestra Señora de Celada, patrona de La Robla.
Esta figura es una talla románica, policromada que representa a la virgen sentada en un trono sosteniendo en la rodilla izquierda al Niño en actitud de bendecir. Esta figura fue repintada y restaurada hace casi 40 años, ya que la carcoma había estropeado la talla. Además se le añadió una nueva corona de madera, ya que la corona original había sido cortada en el siglo XV para colocar una de metal.
En el siglo XIV, entre las propiedades del Monasterio de San Pelayo de Oviedo, aparece una mención a una Santa María de Celada, sin que pueda asegurarse que se refiera a La Robla.
La historia de cómo pasó a formar parte la Ermita de Celada de las propiedades de los Quiñones de Alcedo no se conoce muy bien, pero sí se sabe que esta familia contaba con el Patronato de la parroquia de Alcedo y por consiguiente la Ermita, al pertenecer a ese Patronato quedaba bajo su control.
La celebración más importante en la Ermita es la festividad de Celada, en la cual se honra a la Virgen de las Nieves. Esta fiesta se celebra el primer domingo de agosto. Su tradición es larga, y desde siempre, romeros y devotos, se acercan a Celada para agradecer a la Virgen sus favores. Unos días antes tiene lugar la novena en la Ermita. El último día de la novena coincide con el viernes antes de la fiesta. Ese día se celebra una multitudinaria romería en la que se hace una misa en la Ermita y luego se traslada en procesión la Virgen hasta la iglesia del pueblo. El último día de la fiesta, el lunes, la Virgen vuelve en procesión a la Ermita, se celebra la Santa Misa y luego el Ayuntamiento invita a todos los presentes a un vino.
Echamos una última mirada al sobrio y sencillo edificio de la Ermita de Nuestra Señora de Celada y tras refrescarnos en el pilar que hay a la izquierda, seguimos por el arcén de la carretera, entrando en el casco urbano de La Robla, punto y final de ésta nuestra primera etapa en la Ruta del Camino de San Salvador.
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