Granada, miércoles, 19 de Junio de 2.019. Juan José Montijano Ruiz (1.977), Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Granada, experto e investigador de las tradiciones y Profesor de Lengua en el I.E.S. “La Paz”, de Granada, después de ocho meses de investigaciones en la hemeroteca municipal y diversos archivos, acaba de publicar el libro “Yo soy, La Tarasca” (Ediciones Ende).
Juan José Montijano Ruiz en la presentación de su libro "Yo soy, La Tarasca"
El Profesor Montijano, ha comentado a los medios de prensa, sobre La Tarasca: “Es una de las grandes desconocidas en las tradiciones del Corpus Granadino, y quería cubrir ese hueco que la investigación académica no ha ocupado, porque es un tema muy menospreciado.”
Ese fue el motivo que lo llevó a iniciar la investigación que finalmente se ha plasmado en el libro de 1.185 páginas y 680 fotografías: "El objetivo es rescatar del ostracismo académico y científico una parte importante de las fiestas mayores de la ciudad. La Tarasca siempre ha sido considerado un tema menor dentro de la multiplicidad de aspectos que los estudiosos han tenido como objetivo a la hora de estudiar el Corpus Christi, no sólo en España sino, muy especialmente, en Granada donde tan sólo los imprescindibles estudios de Garrido Atienza, Paula Valladar o Afán de Ribera se detienen en su descripción o análisis, aunque muy sucintamente".
La Tarasca - Granada - 2.019 - Plaza del Carmen
“La Tarasca resurgió, en parte, en 1.883, como método de mercadotecnia, para promocionar el comercio granadino. El gremio de comerciantes de la ciudad, junto con una serie de periodistas, como Seco de Lucena, rescata esta tradición para devolverle al Corpus Christi su antiguo esplendor”.
Detalle - La Tarasca - Granada - 2.019 - Plaza del Carmen
“Para ello vuelven a sacar un dragón creado por Francisco Morales González y, para promocionar el comercio, deciden poner un maniquí, que medía dos metros diez y era una auténtica autómata porque movía uno de los brazos para que las granadinas pudieran comprar en esos comercios. Evidentemente, todo estaba financiado por los comerciantes de la zona, del centro de la ciudad. Cuando empiezan a vestirla los grandes diseñadores como Enrique Mejías, Enrique Loewe, Roberto Verino, pierde un poco el objetivo fundamental que era la promoción de las telas y los comercios, pasa a ser un símbolo de la moda imperante de lo que hipotéticamente van a a llevar las granadinas, algo erróneo, porque la final, precisamente nadie lleva lo que pone La Tarasca”.
La Tarasca - Granada - 2.019 - Plaza del Carmen
“Nuestra Tarasca tiene una belleza muy particular, muy misteriosa, como la Alhambra en sí, muy mora, muy musulmana, cautiva, no mira de frente, lo hace cabizbaja, con reparos de mirar al público, porque ella en su fondo sabe que los que le están poniendo quizá no es del gusto de las granadinas y teme las críticas. La tarasca no es nada sin su público, sin público, no hay espectáculo, hay una reciprocidad entre el cortejo con quien los presencia”.
Marisa en la Plaza del Carmen granadina y La Tarasca 2.019
Además, ha podido descubrir quién es el artífice de la figura femenina que procesionará por las calles de Granada: "Estaba investigando en la Casa de los Tiros cuando descubrí un artículo que publicó el suplemento “Sacromonte” del diario “Patria”. En la foto que lo ilustraba había una imagen de escayola del boceto que había hecho, antes de modelarlo en barro, Francisco López Burgos. Me fui a las actas del Ayuntamiento y, efectivamente, corroboré que ese año, 1.955, se le había encargado el rostro de la Tarasca a este autor. El motivo es que la que desfiló en el año 54 era demasiado niña".
Juan José Montijano Ruiz
"El regreso del "aparato festivo" vino ya acompañado por el interés de los comerciantes del centro de crear "un maniquí que potenciase la ropa del momento". El primero fue encargado a Francisco González Morales, autor junto a su suegro Francisco Martín del monumento a Mariana Pineda en la plaza que lleva su nombre.
Debido a su desgaste, en los años 30 el Ayuntamiento encargó otro al escultor catalán Andrés Lledó, que procesionó del 1.931 a 1.947. En 1.948 el escultor local Molina de Haro le ofreció un rostro nuevo, que deambularía hasta 1954, cuando se sustituyó por el del profesor de la Escuela de Artes y Oficios, Antonio Martínez Olalla, que le confirió una expresión más aniñada y los dos brazos con los que actualmente procesiona.
Fue en 1955 cuando López Burgos creó su rostro actual, para el cuerpo de Lledó y los brazos de Olalla, completando el conjunto femenino que desfila hasta día de hoy".