Concejo de Allande, sábado, 6 de Octubre de 2.018.
“Casualidades/Sorpresas del Camino”: Ayer tarde, cuando llegamos a Campiello, y rellenamos la ficha de inscripción en el Albergue “Casa Herminia” (regentado por Herminia Álvarez del Coto y su marido, Javier Crespo Fernández), Luís, se percató, con gran sorpresa, que justo antes que nosotros, había hecho su inscripción, Carmen González Cano… y eso, para él, era imposible… pues Carmen González Cano, era su madre (ya fallecida hace unos pocos años)...
La muchacha del Bar nos informó que Carmen, venía acompañada de su marido… Esa excepcional “coincidencia total” de nombre y apellidos… hizo que Luís, se interesara por conocer “personalmente” a Carmen; cosa que hicimos poco después… en un encuentro “muy emocional”... Tras confirmar su identidad y explicarle el motivo del interés, Carmen mostró su extrañeza y a la vez satisfacción... ella es natural de Baza (Granada), pero vive con su marido, Paco, en Alicante...
Aunque la hora para la “Diana” era a las 6:45, me quedo en la cama un poco más, porque anoche, ya dejé la mochila preparada… y hasta las 7:30 no abre el Bar para desayunar. No obstante, a las 7, ya estoy en pie. Acabo de “componer” la mochila y me visto. Hace fresco en la calle, pero no se ven nubes en el cielo… Poco después de las 7:30 abren el Bar y desayunamos: tazón grande de café descafeinado con leche, magdalenas y pan frito con mermelada de fresa… los que han pedido también zumo de naranja (que no está incluido en el menú) han de pagar 2 euros. Vemos en el Bar, desayunando también, a Grace y Rodrigo.
Carmen y su marido Paco, van a hacer la opción de Hospitales, pero un taxi (5 euros por persona) les va a llevar hasta la Ermita de La Mortera, donde comienza la subida hacia Hospitales. Seguramente, no coincidamos en ningún tramo del Camino de hoy, salvo que ocurra algo imprevisto...
Sobre las 8, partimos: Luis, Juan Antonio, Grace, Rodrigo y yo. El primer tramo va por el arcén de la carretera. Después se desvía a la izquierda por un camino de tierra y un sendero que llega hasta la aldea de Borres.
En la anterior aldea, El Fresno, he sacado una foto de la Ermita, pero con muy poca luz del día… y no habrá salido muy allá…
Amanece y se ven nubes alargadas, “anaranjadas”... por los primeros rayos del sol. En Borres bebo agua en dos fuentes, una antes de entrar en el pueblo y otra a la salida.
Poco después de salir del pueblo de Borres, el Camino Primitivo llega a La Solana, un cruce al Occidente del Concejo tinetense, en el que hemos de tomar una decisión: a la izquierda, el camino va hacia Samblismo y de allí a La Mortera, Colinas, Porciles y desde la “Campa Chavadoira” desciende al valle del río Nisón y a La Pola de Allande. A la derecha, se inicia la Ruta de los Hospitales por la Sierra de Fonfaraón: dirigiéndose hacia la parte alta de la aldea de La Mortera. Un panel nos informa de la situación.
La “Ruta de los Hospitales” es el camino más natural y lógico, para alcanzar el Puerto del Palo desde Borres. Evita la bajada a Pola de Allande y la dura subida al Puerto del Palo. Es la ruta más antigua, y sigue el trazado de la vía romana que subía a las antiguas minas de oro, que dejaron una honda huella y visibles cicatrices en el relieve de las montañas. Se la llama popularmente “Ruta de los Hospitales”, pues existieron cinco fundaciones hospitalarias para los peregrinos, en un corto tramo de montaña, lo que demuestra tanto su vinculación a la Senda Jacobea como la fragosidad del trayecto, sobre todo cuando arreciaba el mal tiempo. En la Baja Edad Media empezaron a utilizarse más los caminos que se dirigían hacia, la entonces naciente villa de La Puela (Pola de Allande), en el fondo del valle, por donde a partir del siglo XIX se trazaron también las actuales carreteras, quedando la “Ruta de los Hospitales”, cada vez más relegada para el uso ganadero y para alguno de los escasos viandantes o peregrinos que aún la empleaban en aquellas fechas.
Es aconsejable hacerla durante las Estaciones de Primavera ó Verano, y con buen tiempo: la señalización es buena y los paisajes de la montaña asturiana son una maravilla. Pero en Otoño ó Invierno, y sobre todo en caso de niebla o de mal tiempo, es mejor la opción de Pola de Allande.
El camino no es dificultoso y discurre por una ancha pista, de tierra y piedra, muy bien señalizada, exceptuando unos metros, entre las camperas y algunos roquedos, en la ascensión al Alto del Hospital.
Desde Borres al Puerto del Palo, por la Ruta de los Hospitales, hay una distancia de 16,4 km., en los que el peregrino no va a encontrar pueblos, ni albergues, ni ningún tipo de servicios… y, en más de la mitad de su recorrido, va a caminar por encima de los 1.100 metros de altitud; mientras que por Pola de Allande, hay una distancia de 19 km., en los que encuentra pueblos y albergues suficientes.
Ante el “Dilema” que nos plantea el Camino, hablamos... y finalmente decidimos seguir por la opción de Hospitales… Tomamos el ramal de la derecha. La senda asciende ligeramente por los bosques de la falda sur del pico del Cuerno (787 msnm), en el prado Cimeiro. A la izquierda hay una finca, a la derecha, monte bajo con helechos y brezales.
Ya vemos, cada vez mejor y más cercanas, las cumbres de la “Ruta de los Hospitales”, en concreto El Picón (974 msnm) y al lado, El Caborno (1.106 msnm), por cuyas faldas subiremos, muy cerca de la cima, hacia la collada de la izquierda.
Dejamos atrás los pinos al llegar a una carretera local, dando vista a las casas de la aldea de La Mortera. Arriba está el pico Tableiros (1.076 msnm) y a su izquierda La Cabanona (1.021 msnm). Más a la izquierda aún y más lejos, el pico del Águila (1.137 msnm) y la Peña Formigueira (1.029 msnm).
En la cuesta, que baja suavemente, disfrutamos de una maravillosa vista de La Mortera, aldea situada en una estratégica cresta que da a dos valles, en concreto vemos las pocas casas que componen la parte alta del pueblo, con la Ermita Barroca de San Pascual Baylón (Siglos XVI - XVII), desde donde han partido los peregrinos que se han acercado en éste lugar en el taxi.
La Ermita de San Pascual, fue antiguamente la Iglesia del extinguido "Coto de las Morteras de Villarmilde", Señorío jurisdiccional laico. Tiene planta cuadrada y pórtico frontal (siglos XVI y XVII) y guarda en su interior un singular retablo barroco de madera policromada, presidida por una imagen de la Virgen María, flanqueada por las figuras, también de madera, de San Pascual y San Jorge. En la parte alta, el retablo tiene un Cristo crucificado, escoltado por los escudos de las casas de Maldonado y Tineo. Nos encontramos a 727 msnm.
El nombre de La Mortera, está relacionado con tierras comunales y pastos de vecindad. El pueblo fue parte del "Coto de las Morteras de Villarmilde", que se integró en el Concejo de Tineo, ya en el siglo XIX.
A la derecha de la Capilla de San Pascual, comienza la pista que sube a La Sierra de Fonfaraón, por El Revichar.
Las Sierras, casi peladas, con muy pocos árboles, conservan (como heridas en sus entrañas) las señales de las antiguas explotaciones auríferas de astures y romanos; y los restos de campos de túmulos de remotas civilizaciones megalíticas.
En el tramo que vamos ahora a emprender, comprendido entre La Mortera y Montefurado, atravesando la Sierra de Fonfaraón, llegaron a existir cinco asentamientos hospitaleros que, dan a entender lo “áspero, escabroso y despoblado del lugar”...
Arriba El Picón y El Caborno siguen siendo una referencia visual. Más lejos a su izquierda es el Tableiros. Por la collada del medio, pasa el Camino.
Para empezar, subidón: primero, por pista de hormigón y después de tierra… el tiempo va cambiando… se levanta viento y se acumulan nubes en las altas cumbres… el viento se convierte en racheado y mueve rápidamente las nubes… la espesa niebla nos rodea e impregna de humedad… y después llega la lluvia… La visibilidad ha quedado reducida a unos pocos de metros…
El cambiante clima nos ha demostrado que NO hemos acertado en la decisión adoptada... pero en el lugar en el que nos encontramos (tocando el “Cielo” del Camino Primitivo) ya no hay opción de “vuelta atrás” y hemos de continuar… aceptando “responsablemente”, el dicho de un antiguo refrán: “A lo hecho, pecho”... Hemos de continuar, extremando las precauciones y fiándonos de la señal del GPS…
Tras pasar por una portilla amarilla, vemos a nuestra derecha una fuente - abrevadero. Pruebo sus frías aguas con el jarrillo de lata. El Camino hace una curva y pasamos bajo la cima de El Picón (975 msnm) y el pico Caborno (1.106 msnm), donde han sido hallados túmulos funerarios de miles de años de antigüedad. Ya se divisa (malamente…) el contorno de la collada de La Portiella, con el Tableiros (1.076 msnm) a la izquierda. Una pista que sube desde Colinas, llega hasta aquí y enlaza con nuestro camino por la izquierda.
Estamos en un paisaje netamente de alta montaña por las laderas del Caborno.
Llegamos al collado de La Portiella, una amplia campera situada entre el Pico Caborno (a nuestra derecha) y el Tableiros (a nuestra izquierda). Intuimos al frente, la picuda silueta del Pico Cimeiro (1.297 msnm) y a su izquierda el Alto del Hospital (1.200 msnm), por donde subiremos dentro de poco, otro hito natural de nuestro camino hacia el Puerto de El Palo.
Desde aquí avanzamos, en suave bajada, por la ladera norte del Pico Tableiros, azotandonos de costado, la fina y fría lluvia y el racheado viento. Poco después, alcanzamos La Paradiella, solar del primero de los antiguos hospitales de peregrinos que hubo en esta serranía, situado a 1.007 msnm. Este antiguo hospital, datado en el siglo XV y situado a la izquierda del camino, dispuso de capilla propia… pero el Tiempo y las duras condiciones climáticas, convirtieron el acogedor refugio de esta hospedería de romeros… en un montón de piedras sueltas… amontonadas…
En los antiguos Hospitales de Peregrinos, los romeros recibían sal, agua, lumbre, leña, ollas y escudillas (para cocinar) y un lecho de paja (para dormir). En caso de enfermedad, recibían alimento y transporte hasta el próximo hospital o lugar habitado. Los hospitaleros también vendían pan y vino a los caminantes y estaban obligados a limpiar y señalizar (con estacas) el Camino; en tiempo de nieves; colocaban un farol en la puerta durante la noche y, en las horas de tempestad o niebla, salían a buscar a los posibles caminantes perdidos, guiándolos y acompañándolos hasta el Hospital.
La lluvia arrecia. Paramos un momento. Me como un plátano, despliego el cubremochilas, me coloco el impermeable y guardo en el interior de la mochila: la cámara de fotos, las credenciales y el jarrillo de lata.
La Paradiella, que significa “parada pequeña”, es un llanada en la cresta de la montaña, tras la que el camino se bifurca. Tomamos el ramal de la derecha, que sube, en fuerte pendiente a La Campa la Braña, para de allí llegar al Alto del Hospital.
Continuamos. La mala visibilidad del día, nos permite intuir, más que ver… las milenarias "heridas" de las minas de oro: “argayos y fanas”, desprendimientos y tajaduras de tierra, profundas oquedades abiertas al derribar (los mineros) montañas enteras, tras perforarlas con una red de galerías excavadas en sus entrañas, prender en su interior grandes hogueras y luego arrojar agua a mucha presión, canalizada desde “piscinas” o lagunas artificiales, alimentadas por los nacimientos y las fuentes de la montaña, provocando una violenta reacción… cual destructora sacudida de un terremoto, que hacía temblar a la cordillera entera... desmoronándose sus laderas, desparramandose las rocas…. para encontrar las preciadas vetas de oro… el “Ruina Montium”... Un trabajo ingente, colosal...que hoy en día, cuesta mucho imaginarse. Así son La Muria y El Mulleirosu: “víctimas” de la Fiebre del Oro, que se apoderó de estas altas montañas, hace milenios...
La empinada subida a La Campa la Braña, se nos hace muy dura, por el fuerte desnivel que, paso a paso, hemos de superar, por el pedregoso y irregular camino y por las malas condiciones con las que el cambiante clima nos ha recibido en estos escarpados lugares. Una campera con algunos pinos, nos da un momento de tregua en la dura ascensión. Luego viene la del Alto del Hospital. Son fuertes repechos, pero no muy largos, que hemos coronado por encima de los 1.200 msnm, junto a un montón de piedras que han ido dejando los peregrinos… giramos a la izquierda y a partir de ese momento, el sendero es llano y en bajada. Entramos en tierras allandesas por la zona de La Laguna (“Chaguna Grande”). Nos encaminamos hacia el Pico Cimeiro o del Hospital (1.296 msnm), muy cerca de su calva cima: paisaje de brezos, tojos y pastos, escasos arbustos, más algún roquedo en la parte más alta. Tan sólo hemos visto algunas solitarias vacas montaraces y caballos “asturcones”... difuminados en su contorno por la envolvente y espesa niebla… y cuando el viento amainaba… hemos escuchado el abrumador “Silencio de la Naturaleza”...
Llegamos junto a las ruínas del segundo Hospital, el de Fonfaraón, estratégico enclave, mirando al Sur y algo protegido de los vientos del Norte por el pico Cimeiro y la ladera del collado. Nos encontramos a 1.190 msnm. Todavía permanecen en pie algunos muros y construcciones del viejo asentamiento hospitalero. Arrecia la lluvia y el viento…
El nombre de Fonfaraón, viene de “fonte farayón” (fuente del farallón), promontorios rocosos, coronados por el Alto del Hospital. El Hospital (siglo XIII) contaba también con una pequeña población. Se han encontrado en la zona diversos elementos prehistóricos que documentan la existencia de un poblado de hace miles de años. Acogió peregrinos hasta hace apenas un siglo. Hoy es el hospital mejor conservado de toda la ruta y su estado probablemente no difiera mucho del que presentaba en 1.659, según se lee en un documento de la fecha: “está arruynado por descuydo de los albergueros”. Se tiene constancia que el hospital de Fonfaraón, a finales del siglo XIX y en los primeros años del siglo XX “todavía se encontraba atendido por una mujer, que mediante el exiguo jornal de una peseta, daba abrigo a los caminantes en una reducida estancia, donde solo había un hogar con poyos alrededor”.
Al frente de estos hospitales figuraban patronos, bien particulares o institucionales; en el caso de Fonfaraón y Valparaíso, la titularidad fue usurpada al “Patronato Real” por los Condes de Marcel de Peñalba, junto a las de Montefurado y Cimadevilla de Pola de Allande. De la administración de estos hospitales se encargaba un mayordomo o administrador, cargo elegido por el patrono.
En el caso de las alberguerías de Fonfaraón el administrador era el propio hospitalero, perpetuándose en el cargo de por vida, para posteriormente ser heredado por su mujer e hijos.
Popularmente, era conocido como el “Hospital de Baxo”, para diferenciarlo del siguiente (Valparaíso), conocido como el “Hospital de Riba”. Si tenemos en cuenta que desde tiempos ancestrales, esta fue una ruta de paso natural, en zona de pastos y de riqueza aurífera, conocida antes de los romanos y explotada intensamente por ellos, no es extrañar su antigüedad.
Subimos y bajamos, en un tramo de unos 800 metros, hacia los restos del Hospital de Peregrinos de Valparaíso, que vemos a lo lejos… a la izquierda. Hay un muchacho parado allí… y, desde la distancia, nos dice que está bien…
Se conservan algunos vestigios y el cercado que cerraba el mismo. El nombre de Valparaíso (Valle del Paraíso) convivió con el de “Hospital de Pachicón”, nombre de uno de sus hospitaleros, Francisco Collar, “Pachicón de La Reigada”, que fue guerrillero en las guerras carlistas.
La escasa distancia del de Fonfaraón, nos da una idea de la fragosidad y dureza de este Camino, con mal tiempo y en Invierno, así como de la mucha gente que lo transitaba. Luis Antonio Álvarez Alías (Mieres, Asturias, 1.957), en su libro “El Camino de Santiago en Asturias. Itinerarios” (1.993), dice que este estuvo abierto hasta el siglo XIX, con una capilla propia dedicada a Santa María Magdalena, de la que se conservaba la imagen en una casa del pueblo de La Reigada, abajo en el valle.
Tanto este como el de Fonfaraón, tuvieron grandes rentas y propiedades, ofreciendo a los peregrinos agua, sal, lumbre, manta y posada, incluso durante más de una noche si estaban enfermos. No obstante, en el año 1.847 un grupo de vecinos solicitaron cerrarlos ante lo dificultoso que era mantenerlos abiertos en lo peor del invierno, y a cambio abrir uno nuevo en el Puerto del Palo.
Al final se optó por clausurar el de Valparaíso y dejar el de Fonfaraón, que también acabaría desapareciendo. La capilla del de Valparaíso, estuvo en uso hasta el año 1.819, siendo antes de ello famosa por celebrar la fiesta de La Magdalena con"misas cantadas y rezadas", "dando de pitanza y de comer a los sacerdotes ampliamente".
Seguimos bajando… y ya voy completamente chorreando de agua, noto los calcetines mojados, las botas encharcadas y los pantalones empapados…. y escurriendo el agua por los piés… llevo las manos heladas… y comienzo a pedir a Dios y a Santiago… que pare de llover… porque vamos mal… muy mal… Seguimos bajando y bajando… y lloviendo y lloviendo… la visibilidad es muy reducida… y sólo nos guía la señal del GPS de Luís.
El camino se dirige hacia el Puerto de la Marta (1.117 msnm), pasando junto a la Laguna Grande ó de la Marta. A nuestra izquierda vemos la carretera que va hacia Bustantigo desde Pola de Allande, que enlazamos y cruzamos al llegar al alto de El Estreitín (1.183 msnm). Aquí vemos un mojón con la vieira que indica un camino de frente, hacia el Palo, pero seguimos por uno que sale apenas a cinco metros a la derecha señalizado con flechas amarillas en el pretil de la carretera y que corresponde con el camino original. Por buen camino y a media ladera, llegamos a otra pequeña laguna y un valle, donde se divisa la "Braña Vallinadosa" y al fondo una pista, un mojón y una cabaña de piedra.
El nombre del puerto del Palo, se cree que procede, de que en sus inmediaciones había pequeñas charcas, lagos ó ciénagas de origen romano. En latín, “palus” significa pantano, charca, ciénaga ó embalsadero. Antiguamente, el puerto era conocido, por los paisanos de la zona, como “Puerto de las Dorniellas”.
Para los lugareños, el puerto del Palo divide dos mundos: El “Palo P´Aca”, desde la cima del Palo hacia Pola de Allande, donde se habla bable y sus habitantes recibían el nombre de "curitos" (por la relación de dependencia que sus tierras mantenían con la diócesis de Oviedo). “Palo P´Allá”, desde el puerto del Palo hacia Grandas de Salime (cuenca hidrográfica del río Navia) donde se habla una mezcla de gallego y bable denominado “farraco”, y sus habitantes eran considerados gallegos.
Descendemos por pequeños senderos ganaderos hasta una pista, y seguimos por ella, pasando por la “Fana de la Freita”, explotación romana aurífera, donde también existió un hospital de peregrinos, del que se tiene poca información, solo se sabe de su existencia. El Hospitalín de la Freita, fue el primer hospital de peregrinos que se cerró, allá por el siglo XVIII, al estar "expuesto a los cuatro vientos". “Freita” significa, corte del terreno.
En las cercanías, en el camino que baja hacia Vallinadosa (vía alternativa a la original del Camino Primitivo) hay una antigua bocamina conocida como la “Cueva de Xuan el Rata”. Una leyenda dice que este lugar fue escondite de un bandolero de la zona, que se dedicaba a robar a los ricos, para dárselo a los pobres. Otra versión: se cuenta que en ésta cueva vivía un cuélebre que atemorizaba al pueblo, comiendo sus cosechas y ganado. Hasta que un día, un joven de la zona, llamado Xán / Xuán / Juan, calentó al rojo vivo una piedra y se la dió a comer al cuélebre, que la tragó, como si fuese una hogaza de borona y pan de centeno… y desapareció en el fondo de la cueva… y nunca se le volvió a ver… desde entonces la bocamina es conocida como la “Cova Xan Rata”.
Nota: el cuélebre es, según la tradición mitológica asturiana, una serpiente gigante alada ó dragón, con o sin cuernos, que custodia tesoros (ayalgues, en asturiano) o personajes encantados. Tiene una gran boca por la que escupe azufre y fuego. Sus ojos son ascuas incandescentes. Vive en bosques, cuevas y fuentes de gran cavidad subterránea. Ataca a personas y animales. Emite silbidos terribles y tiene por costumbre alimentarse de seres humanos, tanto vivos como muertos. Sus escamas son tan duras que repelen las armas arrojadizas y las balas, pero es vulnerable en la garganta. Es el macho de la culebra que no muere de viejo, sino que crece desmesuradamente y se convierte en cuélebre. Envejece con los siglos, y cuando las escamas le crecen... no puede vivir en la Tierra y no le queda otro remedio que sepultarse en su mar, la Mar Cuajada, donde protegen las riquezas ocultas del fondo del mar...
Nos adelanta el muchacho que vimos antes en las ruínas del Hospital de Valparaíso. Y al poco...por la mala visibilidad del inclemente tiempo… lo perdemos de vista. Seguimos 1,5 km. de pista para llegar a la carretera que viene de Pola Allande a Grandas de Salime, la cruzamos y llegamos a Montefurado (denominado así por las galerías que horadaban la montaña para buscar vetas de oro) y su Ermita de Santiago, a 920 msnm, pueblo que es punto de unión con el Camino que viene de Pola de Allande.
La pequeña ermita de Santiago, conserva en su interior una estatuilla de Santiago peregrino. Esta ermita era la capilla del cercano hospital de Montefurado, hoy llamado “la casa del Pintu”, apodo del vecino de Montefurado que lo adquirió a finales del XIX.
Seguimos bajando hacia El Couso. Cruce: Parada de Bus, abarrotada de peregrinos… a refugio de ls lluvia… y a la espera de un taxi que los lleve a su destino de hoy… Seguimos, por un sendero de itinerario paralelo a la carretera, hasta llegar a Lago (900 msnm) y su “Tejo” (Catalogado como “Monumento Natural”: tiene una altura de 16 metros, y su tronco, un perímetro de 5’6 metros), adosado al lateral de la Iglesia de Santa María, como protegiéndola, y plantado allí tal vez en ofrenda a Santa Bárbara (resabio de una milenaria religiosidad de culto al árbol). Además, en torno al tejo se celebraban las “xuntas” vecinales. El topónimo de “Lago”, posiblemente proceda de la laguna, charca, lago o embalse que existe en dicho lugar, y que formaba parte de la explotación minera de oro a cielo abierto, conocida como “Carcabón de Orúa”, enclavada en la margen derecha del río del Oro.
Subimos. Llaneo, atravesando un espeso pinar y, por fin… a las 4 de la tarde, completamente empapados, llegamos a Berducedo, donde tenemos reservada plaza en el Albergue “Camí Antiguo”...
La de hoy, ha sido una jornada “espectacular”... en la que La Naturaleza se ha mostrado inclemente... lo que la ha hecho muy dura, física y mentalmente... pero, a la vez preciosa… y ocupará un lugar muy especial… en los recuerdos imborrables de mi memoria...
He finalizado la jornada de los Hospitales de la Sierra de Fonfaraón (un “Mito”, para los caminantes del Primitivo) con un daño material colateral: mi bota derecha tiene un largo corte en la zona lateral exterior… sin posibilidad de reparación o recambio… Espero poder acabar con ellas éste "Nuestro Camino Primitivo"...
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