Cornellana (Asturias), jueves, 4 de Octubre de 2.018.
Luís, Juan Antonio y yo, caminamos por el ancho arcén de la carretera N-634 (San Sebastián - Santiago de Compostela) y, a nuestra izquierda, vemos unas plantas que nos llaman mucho la atención… pues para nada nos podíamos imaginar lo que estábamos viendo…
...son kiwis… unas bayas de enredadera, originarias de los bosques del Yangtsé (China), muy ricas en vitamina C y potasio… se trata de una plantación llamada “La Rodriga”, donde desde Octubre de 2.017, se cultivan 10 hectáreas de las variedades arguta (“Nergi”), verde (“Hayward”) y amarillo (“Óscar Gold”).
Aquí, en La Rodriga, dice la tradición, que vivían tres xanas (hadas de las aguas). Estos Espíritus de la Naturaleza, con forma de mujer de gran belleza y largos cabellos rubios, viven en las fuentes, en las cuevas o junto a los cursos de agua, custodian grandes tesoros y se hacen visibles durante la mágica noche de San Xuan... Las xanas son pura fantasía e imaginación, convertida en mitología, que encarnan y reflejan, muchos deseos y sueños, y se presentan de formas diferentes.... Las xanas son un mito de la bondad de la Naturaleza: de ella se puede obtener grandes beneficios, mediante la astucia o el trabajo...
Continuamos nuestro camino y poco después, llegamos junto al caudaloso cauce del río Narcea, que perteneciente a la Cuenca Hidrográfica del Nalón, es el segundo río en importancia de Asturias: con sus 110,9 kilómetros de longitud y una superficie de cuenca de 1.135 km2; con sus Embalses de La Florida y de La Barca ó Pilotuerto, además de una Central Térmica y la Estación de Bombeo de Quinzanas. En sus aguas se pesca la trucha y el salmón (“el rey del río”), además del reo, la lubina o la platija.
Se cree que proviene de la Edad Media, la antigua tradición en ésta zona, de repicar las campanas de la iglesia para anunciar el avistamiento de los primeros salmones que remontaban cada año el río Narcea, avisando de esa manera a la población, para que pudieran hacer acopio de esa importante fuente de alimento. Del repique de campanas, proviene el nombre que se le da al primer ejemplar capturado cada temporada de pesca, el “campanu”, y que popularmente, pronto se asoció a la esperanza y la alegría, como un acto de agradecimiento a la Naturaleza, por mantener el Ciclo de la Vida.
Dejamos a la izquierda un área recreativa (con bar, incluido), situada en un hermoso prado arbolado ribereño; lugar muy utilizado por los pescadores del Narcea.
Atravesamos, por un paso de peatones, el largo puente (siglo XIX) sobre el río Narcea, recientemente rehabilitado (las obras finalizaron el pasado mes de Febrero) y al otro lado, nos espera el casco urbano de la pequeña población de Cornellana.
A la derecha, dejamos una hermosa construcción; se trata de la antigua Casita del Portazgo, un pequeño edificio en estilo Neoclásico Romántico, construido en 1.835 y que fue utilizado como Casa de Postas y para el cobro de impuestos. Tanto la Casita del Portazgo, como el puente sobre el río que acabamos de pasar, son obra del arquitecto asturiano Ramón Secades (1.801 - 1.856).
El Narcea sigue aguas abajo, hacia el Norte, para unir su caudal, ya cerca de Pravia, al del río Nalón; desembocando juntos, en el mar Cantábrico, en la ría entre San Esteban y La Arena.
Hacemos una pequeña parada en la tienda de la Gasolinera: Luís tiene que comprar pilas para el GPS.
Después, buscamos un bar donde avituallarnos.. y no tardamos mucho en encontrarlo: la gentil camarera nos sirve, a cada uno, una clara de cerveza y limón, acompañada de un montadito de tortilla de jamón y queso: delicioso y que bien nos sienta... Si queremos que el cuerpo responda debidamente, uno y otro día, hay que aportarle, regularmente, provisiones...
Continuamos con nuestro caminar de hoy, dirigiendo nuestros pasos hacia el Monasterio de San Salvador, uno de los grandes emblemas del Camino de Santiago. Al llegar junto a la Ferretería, giramos a la izquierda. El Monasterio pertenece a la Parroquia de San Juan de Cornellana y está muy cerquita, en las afueras de la población.
Tras cruzar un pequeño puente sobre el río Nonaya (que nace en las estribaciones de la aldea de Brañameana, discurre de Este a Oeste y va a entregar sus aguas al río Narcea), pasamos junto a un impresionante carbayón centenario y un poste de madera con múltiples flechas kilométricas y llegamos a la gran Plaza del Campillo, zona verde y arbolada, donde se alza la Cruz de Piedra y se celebran las romerías y fiestas de San Xuan (24 junio) y de Nuestra Señora (15 agosto).
Cuando estamos en la Plaza, contemplando el aspecto exterior de los antiguos edificios del Monasterio, llegan nuestros amigos peregrinos colombianos, Grace y Rodrigo.
En la actualidad, varias partes del Monasterio amenazan ruina. La iglesia, se encuentra a la izquierda y hace un ángulo recto con el conjunto de las dependencias monásticas, que ofrecen una imagen palaciega, por su noble fachada.
Esto es lo que he leído, sobre ésta joya románica y barroca, que es el Monasterio de San Salvador de Cornellana:
La iglesia, de estilo románico (segunda mitad del siglo XII), tiene tres naves y la cabecera la forman tres ábsides semicirculares. Dentro de la gran reforma emprendida en la segunda mitad del siglo XVII, obra del arquitecto asturiano, Francisco Menéndez Camina (1.629 - 1.694), que dotó al Monasterio de nuevas dependencias, se derribó el antiguo claustro románico, construyéndose en su lugar el espectacular claustro que actualmente se conserva. De entonces es la fachada (1.678), con dos torres cuadradas en los extremos (la izquierda, con reloj en el cuerpo superior y un campanil con dos campanas superpuestas sobre el tejado). También se reformaron las naves de la iglesia y se le añadió el coro. En los ábsides se colocaron nuevos retablos, de comienzos del siglo XVII: los primeros ejemplos barrocos, de clasicismo arquitectónico y naturalismo escultórico en Asturias.
La fachada del edificio monasterial, es una bella muestra de la arquitectura barroca asturiana. Las obras comenzaron en 1.696 y concluyeron en 1.719. Los canteros avilesinos, Domingo Suárez Solar y Francisco González Bango, fueron los alarifes que trabajaron en la portada. En la crujía norte (pared por medio con la iglesia) hay dos portadas: una gótica y otra románica (de doble arco y datada en el último cuarto del siglo XII). Saliendo del claustro, en el ángulo noroeste, hay un sencillo arco románico. Una inscripción latina, en el capitel-imposta del lado izquierdo, dice: “ME MASCARONI FECIT MANUS OFICIOSE” = "Me hizo la diestra mano de Mascaroni", posiblemente el maestro que construyó la iglesia.
Vamos al origen del Monasterio:
El 31 de Mayo de 1.024, la Infanta Cristina Bermúdez (982 - 1050), hija del rey Bermudo II de León (948 - 999) y de la reina Velasquita Ramírez ( / - 1.035) funda el Monasterio de San Salvador de Cornellana, en la terraza fluvial formada en la confluencia de los ríos Narcea y Nonaya, a partir de un conjunto de propiedades, entre las que se encontraban varias villas e iglesias cercanas, distintas propiedades agrícolas y una gran cantidad de reses; además de la iglesia que había edificado junto a su difunto marido, el Infante Ordoño Ramírez el Ciego (981 - 1.012).
Tras la muerte de la Infanta Cristina, el Monasterio se repartió entre sus herederos: sus hijos Alfonso, Sancho y Aldonza; hasta que su bisnieta, la condesa Enderquina, hija de Alfonso Ordóñez (que disponía de 1 / 6 de la herencia) y su esposo Suero Bermúdez (1.086 - 1.138), uno de los más preclaros hombres de su tiempo, reunieron de nuevo todas las propiedades y las acrecentaron. Al carecer de hijos, donaron el Monasterio a la Congregación de Cluny, en escritura del 7 de Marzo de 1.122.
En torno al año 1.300, ya ha desaparecido la dependencia de Cluny y el Monasterio sobrevive entre los conflictos nobiliarios que asolaron Asturias. Pese a todo, los monjes consiguen completar el claustro y reorganizan sus territorios imponiendo impuestos feudales, como los portazgos.
A partir de 1.536, el Monasterio pasa a la Congregación Benedictina de Valladolid. Se reedifica todo el complejo, comenzando por la iglesia, para adecuarla a los nuevos usos de la Contrarreforma. En la fachada de la iglesia se colocó el escudo de Castilla y León y se abovedaron las naves, sobreelevando las laterales (lo que le dio al edificio un volumen y un aspecto cúbico). Y sobre la fachada románica se adosó la actual, ya en el siglo XVII. Se reconstruye el claustro, aumentando la anchura y altura de las pandas. Se construyen dos nuevos patios (al Este y al Oeste del claustro), para servicio, que son utilizados como granero y para labores artesanales (Plazuelas del Granero y de la Leña).
Durante la Guerra de la Independencia, las tropas francesas del mariscal Ney (1.769 - 1.815) utilizaron las dependencias del Monasterio como caballerizas, incendiándolo a su marcha, provocándole daños muy graves.
Tras la Desamortización de los bienes de la Iglesia (1.835), el Monasterio fue vendido en pública subasta a José Onofre López, que instaló en él una fábrica de manteca.
En 1.876, la Diócesis de Oviedo compró el Monasterio cuando ya estaba en una situación de práctica ruina. La iglesia se transforma en parroquial de Cornellana, cambiando su advocación de San Salvador a San Juan, patrono de la localidad.
El 3 de Junio de 1.931, fue declarado Monumento Histórico - Artístico.
Tras la Guerra Civil, las instalaciones del Monasterio fueron utilizadas como cárcel y como escuela.
Luís Menéndez Pidal (al que ya conocemos, pues hemos visto su trabajo en la Colegiata de Santa María de Arbas, donde está su cuerpo sepultado, y la Ermita de Santa Cristina de Lena), arquitecto del Servicio de Patrimonio, realizó en la década de 1.960, los trabajos de restauración de la Iglesia, la torre y parte del claustro. Nota: el arcosolio lo montó con piezas encontradas por el Monasterio.
Desde la década de 1.980, se utiliza la zona de la crujía occidental, como Albergue de Peregrinos.
Declarado Bien de Interés Cultural, con categoría de Monumento, el 30 de Diciembre de 1.993.
Tras décadas de abandono durante el siglo XX, en 1.999 comenzó su rehabilitación, que fue escasa. Ante la pasividad de las instituciones, en el año 2.013 surge un movimiento vecinal y se crea, así la asociación «Salvemos la iglesia y el monasterio de Cornellana de la ruina». En 2.015 comienzan las obras de la techumbre y es declarado el monasterio por la Unesco, “Patrimonio Mundial”.
El elemento más antiguo del conjunto monástico de San Salvador de Cornellana, es una torre cuadrada, a la que (en la actualidad) está adosada la iglesia románica y que ha sido fechada por el método del “carbono 14”, entre los años 910 y 920. También hay muros y pavimentos de barro, fechados en el año 990, que se supone que formaron parte del conjunto arquitectónico que la infanta Cristina convirtió en monasterio propio en 1.024, y donde la propia infanta debió de vivir en compañía de sus sirvientes.
Uno de los restos más interesantes del Monasterio es (la que se supone que fue) la portada del primitivo monasterio: actualmente colocada a la entrada de la plazuela de la Leña. Debió de ser construida a comienzos del siglo XII, cuando el Monasterio fue refundado por los condes Suero Bermúdez y Enderquina. La portada está formada por un arco de medio punto, con guardapolvo de flores tetrapétalas, que descansa sobre impostas decoradas con lacerías vegetales y leones recostados. Sobre la clave del arco aparece, en altorrelieve, la figura de un animal, identificado como una osa, que acoge entre sus patas a una niña.
Y ahora, algo sobre su “Leyenda”:
El monasterio de Cornellana cuenta con un detalle escultórico muy curioso. Sus fachadas se encuentran plagadas de la misma escena: una osa amamantando a un bebé. Cuenta la leyenda, que uno de los hijos de los Señores de Doriga, en una fecha indeterminada, fue raptado por una osa, que echó a correr valle abajo cruzando el río Narcea y desapareciendo entre la espesa vegetación de la otra orilla. Tras buscar al pequeño desesperadamente, uno de los mozos encontró a la osa, con el niño bajo el vientre, mamando. Tras dar la voz de alerta y huir la osa, el niño fue llevado, sano y salvo, a casa. Sus padres, como agradecimiento, mandaron construir una iglesia en honor a San Salvador y tallaron en piedra la escena del niño mamando a la osa.
Otra versión de la leyenda: siendo niña, la infanta Cristina, estaba al cuidado de una ama de cría. Un día, en un descuido de ésta, la niña fue arrebatada por una osa, que cogió a la infanta por la ropa, sujetándola con los dientes, y corrió ladera abajo, en dirección al río Narcea, donde desapareció entre el frondoso bosque. Alarmados los criados de la casa por los gritos del aya, buscaron a la pequeña, sin resultado. Entonces, un mozo atrevido, se arrojó al agua y cruzó a nado el río, hacia la orilla izquierda, y se adentró en el bosque. Poco después, al oír unos ruidos extraños, se detuvo a escuchar, y aproximándose con sigilo, vió una maravillosa escena: la osa, con la niña bajo el vientre, amamantaba a la pequeña, que sorbía ávidamente la leche del animal. El muchacho gritó y espantó a la fiera, recuperando a la pequeña infanta, que fue devuelta a brazos de sus padres. En agradecimiento por el rescate, se fundó una iglesia en honor de San Salvador que formará parte de la dotación fundacional del monasterio de Cornellana, años más tarde, por la propia infanta Cristina, hija del rey Vermudo, y casada con el infante Ordoño, hijo del rey Ramiro III.
Una tercera opción. La imagen en altorrelieve de la clave del arco de la plazuela de la leña no es la de una osa, sino la de un león: el león de Judá, representación de “Cristo redentor”, y que no está amamantado a nadie, sino que se está comiendo… y después regurgitando... a un hombre, simbolizando que aquellos que entran en Cristo, vuelven al mundo salvados, gracias a la fe... y los autores del altorrelieve no serían los fundadores del Monasterio, sino los monjes de Cluny, que traían ideas foráneas, que en Asturias, no se ven representadas en ningún otro sitio.
Una curiosidad:
El río Narcea fue en tiempos antiguos navegable hasta Cornellana. Así lo cuenta el historiador y religioso asturiano, Luis Alfonso de Carvallo (1.571 - 1.635) en la Introducción de su obra, "Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias" (publicada en 1.695), al hablar de las mudanzas que el tiempo había operado en la geografía asturiana: "Muy cierta cosa es, y recibida en Asturias, que los Barcos llegavan hasta Cornellana, por el río Narcea; y algunas personas de crédito me informaron, que avían visto cartas de flectar Navíos, por donde consta ser assí, y por el Río Nalón entravan los Barcos hasta el lugar de Santo Tirso, y ahora apenas llegan a Pravia".
La noticia aportada puede parecer una fantasía suya, pero durante la intervención arqueológica llevada a cabo en el Monasterio, entre los años 1.998 y 2.001, por Gema Elvira Adán Álvarez, Profesora del Departamento de Geología de la Universidad de Oviedo, aparecieron dos tejas que muestran grabados unos barcos, que sin duda reproducen los que remontaban el río hasta el Monasterio. En la actualidad, las tejas se exponen en el Museo Arqueológico de Asturias (Oviedo).
Continuamos nuestro Camino. Vamos hacia la parte de atrás de la iglesia, donde se conservan canecillos románicos, lisos y sin decoración tallada en ellos; y el triple ábside semicircular (el más grande y más alto, en el medio y dos pequeños en los laterales), sin apenas adornos cincelados. La ausencia de motivos ornamentales se debe a ser una refundación de la Orden de Cluny, reformadores de la Orden Benedictina, simbolizando una vuelta a los ideales sobrios y de pobreza, concepto representado en esa ausencia de dibujos y filigranas tallados en la piedra, todo liso, exceptuando unos mínimos detalles geométricos, en forma de bola, en alguno de los canecillos que apoyan el saliente del tejado.
Y seguimos hacia la vega del Narcea. Pasamos junto a una nave y llegamos a un cruce. Donde seguimos a la derecha, en dirección hacia Suburriba o Sobrerriba (situada en una llanura bajo los altos de Santa Eufemia, El Campu los Vaqueiros y El Picu Los Tayo).
En la subida, vemos, hacia la derecha, una perspectiva nueva: la fachada Sur del monasterio y Cornellana un poco más allá, bajo La Sierra de Faxas (361 m) y La Llomba (282 m).
En la antigüedad, el Camino salía del Albergue del Monasterio, directamente en dirección Oeste, siguiendo las riberas del río Nonaya hasta El Molín d'Adela o Molín d'Arriba, que era propiedad del Monasterio, pero las obras de la Autovía de La Espina, lo cortaron.
Nos despedimos visualmente, de Cornellana y de San Salvador, y continuamos ascendiendo hacia el lugar de Sobrerriba.
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