Parroquia de Felgueras, Concejo de Lena (Asturias), domingo, 30 de Septiembre de 2018.
Hemos iniciado la Cuarta Jornada de Nuestro Camino de San Salvador, cuando aún no ha amanecido. Hace fresquito. No hay suficiente claridad y no he podido fotografiar la Fuente de la Pría ni el antiguo Hospital de Peregrinos de San Miguel. Hemos dejado el casco urbano de Pajares, descendiendo por un viejo camino empedrado, que nos ha llevado hasta San Miguel del Río.
Conforme llega la claridad y la luz del día, llega el COLOR… y vemos el VERDE... en un “esplendoroso” abanico de tonalidades... formando la más amplia y extensa paleta que pudiera imaginar y desear… el Mejor Pintor del Mundo... para plasmar con sus pinceles todas y cada una de la Maravillas de la Naturaleza de estas montañas asturianas. No hay palabras para describirlo...hay que verlo…
Tras subir a la aldea de Santa Marina, hemos pasado por Llanos de Somerón (donde en la Iglesia, estaban vistiendo la imagen de la Virgen del Rosario…), visto en la distancia, al fondo en el valle, con todo su entramado ferroviario a Puente Los Fierros; a media ladera de la montaña, hemos pasado por la Ermita de San Miguel y la aldea de Herías, descendiendo de nuevo al encajonado valle en que se encuentra Campomanes, donde hemos parado para “reponer fuerzas”... a base de un delicioso pote asturiano.
Seguimos caminando, junto al curso del río Lena (que antes fue Pajares…) hasta llegar a la base de una suave colina situada a la derecha del camino, junto al Barranco de Balbuena, a la autovía A-66 (Ruta de la Plata), a la línea del ferrocarril Oviedo - León y la estación de la Cobertoria y la aldea de Vega del Rey.
Coronando esa suave colina, en Las Campas, a unos 380 msnm, se encuentra la Ermita prerrománica de Santa Cristina de Lena. Subimos, zigzagueando, por un antiguo camino empedrado, hasta llegar al verde prado donde se encuentra este precioso y singular edificio.
La esbeltez de sus paredes, junto con el cálido color de la piedra y el verde del entorno en el que se ubica, ofrecen un armonioso conjunto que nos proporciona una inusitada sensación de serenidad… es como si del lugar emanara un antiguo y venerado poder telúrico…magia natural...
No son aún las 4 de la tarde y la Ermita está cerrada. En la puerta hay un cartelito con unos teléfonos de contacto (609 942153 y 985 490525). Llamamos y nos atiende la “guardesa y guía” del lugar (Inés Faes), que nos informa que a las 4:30 estará aquí para abrir y mostrarnos el interior de la Ermita.
Mientras esperamos su llegada, nos relajamos un rato, tendidos sobre el verde prado, disfrutando de éste lugar tan especial.
El lugar, según he leído, cuenta con una antigua leyenda: se dice que bajo la iglesia hay una cueva, en la que vive una gallina que pone huevos de oro y que cada cien años sale a pasear al exterior de la capilla, dejándose ver por sus alrededores. Este ave, según la leyenda, es la reencarnación de una doncella a la que su propio padre (ateo), asesinó porque quería ser monja…
También he leído que la imagen de Santa Cristina no tiene arraigo popular en ésta zona y que la imagen de la santa fue traída desde el actual despoblado de Santa Cristina de Xomezan (pueblo hoy sin capilla ni vecinos en los altos del Güerna, bajo La Pena la Portiecha).
Nos llama la atención las columnillas de mármol del vano de la cabecera de la Ermita, cuyos capiteles parecen representar dos búhos. La Historiografía del Arte los ha descrito siempre como “dos capiteles con volutas, realizadas con un dibujo inciso”. Si son “volutas”... se acercan claramente a la representación de “buhos”, animales relacionados con el mundo totémico mortuorio de algunas culturas paganas prerromanas, y si es casual o no, están orientados hacia el cercano Dolmen de Carabanés, situado en el paso de La Vía Romana de La Carisa.
Santa Cristina de Lena, tiene la condición de Monumento Histórico Artístico (declarado el 26 de Septiembre de 1885) y además está incluido en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias y del Patrimonio Arqueológico del Concejo de Lena. Popularmente es conocida como “La Iglesia de las Esquinas”, por la absoluta y perfecta simetría de sus volúmenes cúbicos exteriores, unidos a los contrafuertes prismáticos que articulan sus muros exteriores,
Su construcción se atribuye al periodo Ramirense (de Ramiro I, 842-850, al igual que los Monumentos del Naranco). Su estructura actual data aproximadamente del año 852, y parece que se construyó sobre un enclave visigodo anterior (puede corresponder probablemente a la antigua fundación del San Pedro y San Pablo de Felgueras del siglo VII).
Es la Iglesia más alejada de la capital y se piensa que el templo probablemente estaba asociado a un palacio hoy perdido. Hay que tener en cuenta su situación estratégica, elevada y dominante sobre el valle del río Lena, esencial enclave de comunicación entre Oviedo y León. Era por tanto, en aquellos momentos, punto de entrada al reino de Asturias desde territorio musulmán y camino de paso hacia conquistas posteriores en la expansión hacia la meseta que se abría desde León hacia el Sur.
Es una construcción de reducidas dimensiones, ya que la nave central, de cuerpo único, tiene 10 x 6 metros. Sus proporciones son equilibradas y llama la atención en su composición exterior la articulación rítmica de sus volúmenes acentuada por los treinta y dos contrafuertes adosados a sus muros.
Además de en alzado, también en planta Santa Cristina respeta rigurosamente el planteamiento simétrico, configurándose a partir de un cuerpo principal de una sola nave rectangular a la cual se adosó, en el centro de cada uno de sus cuatro lados, otras tantas estancias funcionales: un portal o nártex a los pies (hacia el Oeste); la cabecera, canónicamente orientada al Este; y sendas cámaras abiertas a septentrión y meridión, que le dan a la planta la forma de cruz griega.
El pórtico occidental, abierto al exterior y conformado a modo de zaguán o vestíbulo abovedado con poyos laterales, precede a la única puerta de entrada a la Ermita.Se cubre con un tejado a dos aguas y bóveda de medio cañón. El vestíbulo se ilumina por un pequeño vano en el frontis del pórtico.
La puerta de entrada tiene un arco de medio punto, hecho a base de grandes dovelas irregulares de piedra sobre dos columnas entregas, carentes de decoración alguna y adintelada en su parte interior.
No consta inscripción fundacional ni noticia alguna sobre su consagración. No hay la más mínima referencia de Santa Cristina de Lena en las crónicas medievales y, si aceptamos que es levantada más allá del año 850, fecha en que muere el rey Ramiro I, nos encontraríamos con la única herencia arquitectónica conocida del reinado de su sucesor, Ordoño I (850-866).
Para encontrar las primeras referencias documentales sobre el templo, al menos bajo su actual advocación de Santa Cristina, hay que esperar a las primeras décadas del siglo XVII, aunque su verdadera puesta en valor se remonta ya a finales del siglo XVIII cuando, el 28 de noviembre de 1.793, el escritor, jurista y político ilustrado asturiano, Gaspar Melchor de Jovellanos (1.744 - 1.811) llega a la Iglesia en caballo, la "descubre" …”extasiado”... y realiza sobre el terreno unos dibujos y una serie de planos..
Dos años después de su declaración como MHA, en 1.887, se aprobaría el proyecto de las obras de rehabilitación, que fueron llevadas a cabo en 1.893 por el arquitecto leonés, Juan Bautista Lázaro de Diego (1.849 - 1.919), en la primera actuación documentada que existe sobre los monumentos asturianos. Reconstruye la bóveda central, arruinada desde al menos tres siglos antes, que había sido sustituida por una cubierta de madera. En 1.919 se hicieron nuevas obras, al parecer de poca importancia.
Las primeras imágenes fotográficas que tenemos de Santa Cristina nos la presentan con una espadaña y campanas. Elementos que desaparecieron durante la revolución de Asturias de 1.934. Se cuenta que los mineros la utilizaron de parapeto para defenderse de las fuerzas gubernamentales, y que éstas no tuvieron inconveniente en bombardear el monumento. Una proyectil afectó gravemente a la esquina suroeste, a la puerta del recinto y parte de la bóveda.
En noviembre de 1.950 se aprueban obras de urgencia por importe de 5.000 pesetas y a cargo del arquitecto asturiano, Luis Menéndez-Pidal Álvarez (1.896 - 1.975). Consistieron en una excavación a la entrada del monumento para rebajar el terreno e impedir la entrada de agua en el interior del mismo, terminar la espadaña del campanario y efectuar un completo retejo, recibiendo limas y caballetes con mortero mixto.
La Unesco declaró la Iglesia de Santa Cristina de Lena Patrimonio de la Humanidad en diciembre de 1.985, con la identificación 312-002.
En 2.012 se realizaron obras de mejora de la techumbre y el refuerzo y restauración de las paredes del templo. Además, se cambiaron las cristaleras de la iglesia y se mejoró el entorno.
Por fin, ha llegado Inés, la guardesa, y muy amablemente, nos ha mostrado el interior de la Ermita.
Tras la portada, se abre un angosto nártex abovedado que, a través de un vano (esta vez adintelado), se comunica con el cuerpo principal de la iglesia.
La entrada de luz natural es escasa, generando a ciertas horas del día, un juego de haces luminosos que le confieren al interior un especial “halo” de espiritualidad.
El suelo se encuentra a dos alturas, con la entrada más baja respecto al altar.
La bóveda es de cañón y descansa en arcos fajones apoyados sobre columnas entregas sencillas, de fustes lisos y capiteles troncopiramidales, reforzados en el exterior por los contrafuertes.
La nave central está dividida en tres zonas: la primera corresponde a la cabecera, situada un metro por encima del tramo central, separada del mismo por un iconostasio.
La cubierta se cubre con tejado a dos aguas. El aparejo es de sillarejo irregular, unidos por mortero de cal y arena; las esquinas son de sillares bien labrados, pero desiguales y ensamblados a soga y tizón.
La pieza más singular de Santa Cristina de Lena es el iconostasio, que delimita jerárquicamente (de acuerdo con la liturgia imperante en el momento), el espacio destinado a los fieles respecto a la zona sagrada, donde se sitúa el oficiante, el cual queda dispuesto a una altura superior, siendo solo accesible a través de dos escaleras dispuestas en los extremos adosadas a los muros laterales.
Es una estructura única dentro del panorama artístico medieval español, encontrándose sólo un lejano parecido con las arquerías de la mezquita de Córdoba o con las que separan presbiterio y naves en la iglesia mozárabe leonesa de San Miguel de Escalada.
El iconostasio se compone de tres arcos peraltados de medio punto que apoyan en cuatro columnas de mármol (de fustes lisos y capiteles de hojas de acanto), las dos centrales exentas y las dos extremas pegadas a los muros. Sobre esa triple arcada existe otra, también triple, de mucho menor altura, sobre celosías de piedra. La segunda arquería alta tiene claras influencias mozárabes por lo que se supone que es un añadido posterior (comienzos del siglo X).
Cinco celosías animan el iconostasio, disponiéndose tres de ellas coronando los timpanillos habilitados sobre cada uno de los arcos, y las dos restantes sobre el espacio de las enjutas. Son placas visigóticas reaprovechadas: en una de ellas hay un epitafio alusivo a “Telio” y el año “681”, lo que no deja lugar a la duda de que se trata de una placa de tipo funerario de cronología visigoda.
Unas cortinas permitirían abrir y cerrar este espacio dependiendo del momento litúrgico.
En el espacio bajo el arco central del iconostasio hay colocado un gran cancel, constituido por tres piezas monolíticas visigodas reaprovechadas y decoradas a base de clípeos y fórmulas vegetales bien labradas.
En la parte superior de cada una de las tres piezas ensambladas puede apreciarse una inscripción en caracteres visigóticos que dice: “OFFERET FLAINVS ABBA IN ONORE APOSTOLOR (um) d(E)I = S(an)C (t)OR(um) PETRI PAVLI” = “El Abad Flaino lo ofrece en honor de los apóstoles del Señor Pedro y Pablo".
Dispone de un sólo ábside, al que se accede por un arco de medio punto sobre columnas sogueadas y capiteles, rodeado por dos arcos ciegos de menor tamaño que debían contener sendos altares y dan la sensación de que vemos una cabecera triple, todo ello elevado a su vez tres escalones sobre el suelo de la misma. En el testero una ventana ajimezada dividida por cuatro pequeñas columnas, forman tres estrechos vanos; las columnas se apoyan en capiteles con collarino y fuste liso.
También es de gran interés, la tribuna que hay sobre el pórtico y la tercera zona de la nave central, formada por un vestíbulo abovedado con dos pequeñas cámaras a sus lados. En la actualidad y tras las reformas decimonónicas, el acceso a la tribuna se hace por una escalera adosada al muro del evangelio, aunque diversas prospecciones arqueológicas practicadas en el conjunto han confirmado que, originalmente, contaba con escaleras de acceso a ambos flancos, quedando la tribuna configurada en tres niveles, uno central ligeramente elevado, y dos laterales más bajos.
La tribuna se ilumina por un vano con tracería calada situado en la parte superior del frontis del edificio y por otros dos vanos en los laterales de la nave.
A cada uno de los lados de la bovedilla bajo la tribuna abren dos minúsculas estancias también abovedadas y accesibles mediante sendos arquillos de medio punto, sin embargo, su finalidad no ha podido ser confirmada, aunque pudo haberse destinado para albergar peregrinos.
En cuanto a la iluminación interior de la Ermita: sólo la ventana de la capilla del ábside y la del cuarto lateral septentrional son originales; la disposición y composición del resto de los vanos es fruto de las obras de restauración realizadas en 1.893 y 1.950.
Todos los muros interiores y bóvedas del templo estuvieron recubiertos por pinturas murales, sin embargo, no han sido conservadas ya que, en las obras de restauración a finales del siglo XIX, se optó por dejar el paramento liso.
Se celebra una tradicional romería con misa en honor a Santa Cristina en el exterior del templo todos los años el último domingo de julio. Acuden a ella los habitantes de los pueblos y caseríos cercanos. Al finalizar la misa, hay una subasta de panes que se ofrece en honor a Santa Cristina y que es conocida como la "puya´l ramu".
Lorenzo Arias Páramo (profesor de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo): "Santa Cristina es única. Alguien dirá que podría estar mejor construida, y es verdad, pero es un monumento que no tiene ni antecedentes ni consecuentes". Arias sostiene desde hace tiempo una teoría: ¿Y si Santa Cristina no nació como iglesia?. "Pudo haber sido levantada a modo de aula palatina, asociada a alguna función regia", tal cual ocurrió con Santa María del Naranco. Con el tiempo Santa Cristina de Lena pasaría a tener carácter religioso, con los consiguientes cambios formales, en el interior y en el exterior. Un proceso de cristianización que no tiene fecha, si es que alguna vez se produjo. Arias hace hincapié en algunos medallones que se encuentran raspados, probablemente para borrar motivos profanos. Queda alguna iconografía en el interior del edificio, que se aparta de la que podríamos suponer para un lugar sacro.
Se dice que la niebla, tan común en estos parajes, es símbolo de protección y buenos augurios. Quién sabe si la niebla... ha hecho que perdure esta pequeña joya de nuestra historia, para hacernos sentir parte de los deseos que en su día, hace ya más de mil años… la hicieron posible.
Hemos de continuar nuestro caminar de hoy, y con pesar… pero con el ánima henchida y satisfecha… nos despedimos de Santa Cristina de Lena y su especial y espectacular paraje natural… descendiendo por un antiguo caminito empedrado que nos lleva hacia La Cobertoria.
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