Hace unos días leí el libro “ALLÍ DONDE E.T.A. ASESINÓ” (2.011), un alegato contra el olvido y la desmemoria, obra del fotógrafo y escritor Willy Uribe (Gullermo Uribe, Bilbao, 1.965), con prólogo de Patxi López (Francisco Javier López Álvarez, Portugalete, Vizcaya, 1.959) y publicado por Los libros del Lince S.L.
En la Nota Introductoria del libro, Willy escribe: “La realización de éste reportaje me fue propuesta a finales de 2.009 por Arcadi Espada y Cristina Fallarás, director y subdirectora del periódico digital ”Factual”. La idea consistía en fotografiar los escenarios de todos los asesinatos de E.T.A. el día de su aniversario y a la misma hora en que fueron cometidos (...) Cuando se trabaja en soledad, con la muerte y la ausencia como materia prima, la mente no descansa un segundo. He imaginado las vidas de los asesinados e incluso he llegado a esbozar diálogos con ellos, con esas vidas que fueron apagadas para siempre y sin razón alguna (...) Como ciudadano, es lo que aporto para deslegitimar la violencia de E.T.A.. Como fotógrafo, he afinado en lo posible el lugar exacto de los asesinatos, algo que no siempre he logrado. Como escritor, aún es un trabajo pendiente”. Willy comenta sobre su libro: “La primera fotografía que tomé fue en actitud de notario; en una calle de San Sebastián, un gran reloj marca la hora del asesinato de José María Serrais Llasera, Gabriel Alonso Perejil y Ángel Cruz Salcines el 5 de diciembre de 1978. Sin embargo, no soy notario, tampoco periodista. Escribo y tomo fotografías. Entonces, ¿escritor y fotógrafo? Sí, pero no sólo. En este caso, sobre todo, soy un ciudadano. La ciudadanía, en el sentido más positivo que puedo entender el término, fue la base sobre la realicé el documento titulado Allí donde ETA asesinó. Escribir sobre la muerte, la violencia y el silencio, y fotografiar la ausencia. Era un reto. Mis especialidades son la fotografía de surf y la fotografía aérea, espacios alejados en exceso de la tierra. “Tómalo de un modo sencillo”, me dije. “Tienes tu bolígrafo, tu mirada y tu conciencia”. Compré el libro, con la esperanza de encontrar entre sus páginas, información fotográfica sobre el asesinato del joven Agente de la Guardia Civil de Tráfico, José Antonio Pardines Arcay (1.943 - 1.968), de 25 años de edad, acaecido el viernes, 7 de Junio de 1.968… hechos sobre los que escribí mi articulito “E.T.A., la Primera Muerte”, que supuso la inauguración, hace ya casi 6 años, de mi página web Adarve Granadino… … Pero hay que ser realista. Willy reconoce que su trabajo en éste libro está inacabado, pues sólo recoge un centenar largo de imágenes y crónicas… de los 853 asesinatos, 3.500 atentados y más de 7.000 víctimas que se atribuyen a la banda terrorista E.T.A., que durante más de 5 décadas sembró el terror a lo largo y ancho de todo el territorio nacional … por lo que es normal que no haya encontrado en él ninguna información sobre el asesinato de José Antonio Pardines, el primero atribuido a la banda terrorista E.T.A. … … La lectura / visión del libro, me ha impactado tanto, que he decidido transcribir y subir al Adarve uno de los asesinatos de E.T.A. documentados por Willy y por él titulado “LA MANO EN EL CORAZÓN”, en el que nos trae a la Memoria el asesinato del Guardia Civil Antonio Ramírez Gallardo, natural de Tarifa (Cádiz), de 24 años de edad, asignado al Puesto de Villafranca de Ordicia y de su novia Hortensia González Ruiz, natural de San Roque (Cádiz) de 20 años de edad, perpetrado en Beasain (Guipúzcoa), junto a una señal de STOP situado en un paso de peatones, en la confluencia de las calles Jardines y José María Iturrioz. La joven pareja había estado en la Sala de Fiestas “Sunday” para celebrar el Día de los Reyes Magos, bailar e intercambiar sus regalos. Eran las 2:30 de la madrugada del sábado 6 de Enero de 1.979, cuando el Renault 5, color naranja, matrícula SS-70124, en el que viajaban Antonio y Hortensia, al detenerse en el paso de peatones, fue ametrallado a bocajarro por los terroristas de E.T.A., muriendo ambos al instante. Antonio recibió 8 impactos de bala, Hortensia 10. Hortensia quedó apoyada en la ventanilla del coche. “El cuerpo de Antonio se desplomó sobre el claxon, que estuvo sonando durante casi media hora sin que nadie se acercara a socorrerles, pese a que eran muchas las personas que en esos momentos salían de la Sala de Fiestas. Finalmente llegaron tres jóvenes que llevaron a Antonio y a Hortensia a la Clínica San Miguel, aunque lo único que pudieron hacer los médicos fue certificar la muerte. Hortensia fue la primera mujer asesinada por ETA por su vinculación a un agente de las Fuerzas de Seguridad. ETA avisó que el atentado debía servir como “aviso para todos los enemigos de Euskadi y personalmente sus familiares” (Colectivo de Víctimas del Terrorismo - COVITE). “A punto de hacer la primera foto frente a la señal de stop, veo un grupo de seis personas acercándose hacia mí. Ríen y charlan desenfadados en pleno cotillón de Reyes en Beasaín, con las calles vacías excepto por los que saltan de bar en bar. “¿Trabajando ahora?”, preguntan cuando están a unos metros. Se acercan del todo y una de las mujeres del grupo me lo vuelve a preguntar. La cosa está muy achuchada para los fotógrafos. “¿Fotógrafo profesional?”. “Sí”. “Entonces”, dice ella, moviendo su mano hacia el corazón, “dime de verdad qué tipo de fotografía puedes estar haciendo a una señal de tráfico y a estas horas”. Me mira a los ojos con franqueza. Cerca de sesenta años y con frescura en su mirada. Un rostro atractivo. “Hace treinta y dos años hubo aquí un atentado, un ametrallamiento”. Respondo con la misma sinceridad que su pregunta. “E.T.A. asesinó a un guardia civil y…” “Y a su novia”, añade. “¿Lo recuerdas?”, pregunto. “Claro, entonces éramos muy pocos los que nos manifestábamos contra todas esas muertes, pero no fue aquí, sino unos cien metros más allá”. Le explico los datos que tengo, la confluencia de las calles. “Fue donde yo te digo, hazme caso”, insiste. Quiero preguntarle si lo vió, pero no lo hago. “Ven conmigo”, dice, ofreciéndome su paraguas. Caminamos hasta el lugar exacto, una pequeña travesía entre las dos calles que yo tenía marcadas, un stop obligado. “Bajaban de una sala de fiestas y tuvieron que parar para incorporarse a ésta calle. Entonces les dispararon”. Nos quedamos un segundo en silencio. Le tiendo mi mano y la estrecha. Me dice su nombre y yo el mío. Estoy a punto de darle un par de besos, pero me limito a agradecerle la ayuda y nos despedimos. Una vez tomadas las imágenes, y al cabo de cincuenta kilómetros, conduciendo por una autopista para mí solo, me asalta una duda: ¿dónde colocó su mano cuando me preguntó por lo que hacía? ¿En su corazón o en el mío?”. Colofón
Se dice que fue la caída del cuerpo de Antonio lo que hizo sonar el claxon, pero quienes lo atendieron vieron que, por su posición, trató de proteger a Hortensia. Diego, el hermano de Antonio, comprobó que el claxon había recibido un proyectil y hacía contacto, lo que explicaba que sonara… durante media hora. En el coche había un paquete de Ducados ensangrentado, y los regalos de Reyes que se intercambiaron Hortensia y Antonio.
Hortensia fue la primera mujer víctima de ETA por tener vinculación personal con un miembro de las fuerzas de seguridad. El Juzgado Central de Instrucción nº 2 archivó el caso dos meses después del asesinato de Antonio y Hortensia por "falta de autor conocido". Este atentado es uno de los numerosos ataques de ETA que están aún sin resolver. Según el estudio “Los derechos de las víctimas de ETA” elaborado en 2.015 por encargo del Congreso, aún hay 377 crímenes de ETA de los que no se ha encontrado autor.
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AutorAntonio Gómez Romera, ése soy yo. Entradas
Mayo 2024
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