El Padul (Granada), del miércoles, 3 de Julio de 2.019, al domingo, 7 de Mayo de 2.023.
Desde mi más tierna infancia y gracias a las oraciones de mi madre (Magdalena) y mi abuela paterna (Filomena), tengo el conocimiento de la vida ejemplar de esta joven granadina, en proceso de Beatificación y Canonización, fallecida casi 31 años antes de que yo naciera. A ellas, dedico la redacción del presente articulito.
Salvo esa información "infantil"... desconocía por completo detalles de la vida de Conchita Barrecheguren y sólo había visto en persona (pero, exteriormente) "El carmen de Conchita": el número 2 de la granadina Calle de la Antequeruela Baja, situado en la zona más alta del Barrio del Realejo y vecino del carmen de Manuel de Falla y del Hotel "Alhambra Palace".
He buscado, buscado y rebuscado… toda la información que he podido sobre su vida… y en la mayoría de los escritos que he encontrado… primaba un punto de vista religioso y un lenguaje recargado, ampuloso y muy "almibarado"...
Ahora voy a intentar acercarme al "lado más humano" de Conchita, para conocerla… sólo un poco más… a través de las anotaciones en sus cuadernos personales y el testimonio de las personas que la conocieron...
NOTA: Gran parte de la información biográfica de Conchita, está basada en la obra del sacerdote redentorista, Dionisio de Felipe Itúrbide (1.894 - 1.977): "FLOR DE GRANADA. Historia documentada y completa de Conchita Barrecheguren seguida de sus escritos" (1.934).
Por lo que he leído sobre Conchita Barrecheguren… voy a hablar de una mujer del siglo XX, que fué una referencia dentro de la Iglesia cristiana (como creyente y como seglar); una Iglesia donde los laicos han cobrado y asumido un papel protagonista.
Pasó una vida, prácticamente inadvertida, fuera de su círculo más cercano y familiar. La gente, que no la conocía, hablaban de ella como "esa niña que pasea siempre con su papá"...
Su persona, discreta y débil, fue como una "sencilla presencia"... que se echa en falta… en cuanto, de forma inesperada, desaparece...
Los que la conocieron personalmente, descubrieron, poco a poco, un atractivo que, en vida de Conchita, les había pasado desapercibido, inadvertido. Sus pocas palabras y su manera de afrontar la vida, se convirtieron en un estímulo espiritual que les empezó a servir de referencia.
Nadie, absolutamente nadie, pensó que la fragilidad y debilidad de aquella joven iba a despertar tanta admiración e interés después de su muerte.
Han transcurrido 113 años de su nacimiento y 92 de su muerte… Y su notoriedad, con el paso del tiempo, se ha mitigado, pero no ha decaído. La gente sigue recordándola y admirándola.
Aunque parezca una contradicción, lo extraordinario de Conchita es su "vida ordinaria y común".
Creo que, a quienes la conocieron, les llamó mucho su atención su modo de aceptar y afrontar la enfermedad y su "alejamiento" de todo lo que pudiera distraerla en su tarea diaria de crecimiento espiritual.
En los tiempos que vivimos, en nuestra realidad europea, donde hay una “general” dificultad para creer, de crisis de la “tradicional” institución familiar, de ausencia de estima por la vida religiosa y sacerdotal, el ejemplo de Conchita nos muestra una apuesta decidida por una fe, confiada y firme; y por la familia, como el espacio natural inmejorable para el crecimiento, la maduración, el equilibrio humano y la transmisión de nuestras creencias religiosas.
Conchita Barrecheguren García nace en el segundo piso del número 18 de la Gran Vía de Granada, el lunes, 27 de Noviembre del año 1.905, fiesta de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, bajo el signo zodiacal de Sagitario.
Las campanas de la catedral sonaban insistentemente, en un toque secular, que año tras año, desde 1.504, recordaban a los granadinos la fecha de la muerte de la reina Isabel la Católica.
Se dice que las mujeres Sagitario son alegres, extrovertidas y agradables. Como aspectos positivos destacan en ellas la simpatía, la honestidad, el optimismo, la alegría, la sinceridad, la lealtad y la creatividad. En lo negativo, suelen pecar de ser demasiado francas, detallistas, esperan demasiado de los demás (o al menos todo lo que ellas dan) y al no tenerlo, pueden resultar algo bruscas y gruñonas. De todo esto, tuvo Conchita.
Conchita fue hija única y nació en el seno una familia acomodada granadina, en brazos de María Casado, sirvienta de Rosa (hermana de la feliz parturienta).
Su madre, Concepción García Calvo (1.883 - 1.937), era granadina de nacimiento. Su padre, Francisco Barrecheguren Montagut (1.881 - 1.957), natural de Lérida, residía en Granada desde los 5 años de edad (al quedarse huérfano, la hermana de su padre, su tía María Dolores, se lo trajo a vivir a Granada y fue como una madre para él).
Francisco y Concepción, habían contraído matrimonio, en la granadina parroquia de la Magdalena, el Día de los Santos Ángeles Custodios, domingo, 2 de Octubre de 1.904.
Marino Antequera García (1.897 - 1.994), pintor, profesor de Historia del Arte, crítico, escritor, periodista y conocedor como pocos de Granada y sus gentes, nos dice de Francisco (años después, declarando en su proceso de Beatificación): “Sus notas predominantes eran bondad, sencillez, candor. La virtud sobresaliente en él fue la humildad; fue un hombre que de nada presumió en la vida. Como hombre era sencillo, enteramente como un niño. Conmigo estrechísimo; él era de suyo afectuoso y cariñoso con todo el mundo. Como cristiano, santo, santo de verdad”. Y de Concepción: “era una mujer guapísima y hermosísima; vamos, yo, artista toda mi vida, puedo testimoniar que era una verdadera estatua de belleza. Una mujer extraordinaria. Se le volvió loca (por la muerte de Conchita). Era también una mujer muy buena y claro la pérdida de ella suponía para Paquito un golpe tremendo, siendo además, como él era, muy afectuoso”.
Conchita fue bautizada en la Parroquia del Sagrario de la Catedral de Granada, por el padre Blas Ayllón González, la tarde del día de la Inmaculada Concepción, viernes, 8 de Diciembre de 1.905. Recibió con las aguas bautismales, el nombre de Maria de la Concepción del Perpetuo Socorro, Francisca de Paula, Eloisa, Primitiva de la Santísima Trinidad. Sus padrinos fueron su tía abuela, María Dolores Barrecheguren Santaló y su marido, Victoriano Montealegre Rojo.
Los muchos nombres de la recién bautizada, familiarmente, quedaron condensados en uno: Conchita.
La presencia física de Conchita en este mundo duró solamente veintiún años, cinco meses y dieciséis días. Tiempo suficiente, que vivió intensamente, para desarrollar sus cualidades humanas y para realizarse como mujer cristiana.
En su breve vida, cultivó una gran espiritualidad y nos ha dejado numerosos escritos, en los que da muestra de su gran entereza y fe, para afrontar esos momentos donde la cruel enfermedad la dejó postrada e inmovilizada en su lecho.
Quienes la conocieron, nos la presentan como una joven de acusados contrastes: impulsiva, valiente, ardorosa (con frecuencia) y en ocasiones, dulce y suave.
Ya desde muy pequeña, muestra un gran fervor religioso: se levanta temprano para rezar, habla con el Señor, reza el Rosario, colecciona estampas de Santos, hace escapularios… etc.
Sin embargo, casi toda su vida, está marcada por la enfermedad.
Desde los 19 meses tendrá problemas de salud (enterocolitis). “No tendrá un día bueno”, auguraron los médicos a sus padres.
“Si Conchita no era rica en salud era rica en monerías y gracias infantiles desde sus primeros años”.
Para evitar el riesgo de contagios, sus padres, decidieron no llevar a su hija al colegio y hacerse cargo ambos de su educación y enseñarle la doctrina cristiana y las primeras letras, y sucesivamente fueron añadiendo nociones de ciencias físicas y exactas, de historia (sagrada, profana y natural) y demás temas que veían precisos para tener una buena cultura.
Con las enseñanzas de su madre y de una profesora, aprende costura y otras labores (que en aquellos tiempos se entendían como propias de una mujer).
Como a la niña Conchita le gustaba la música, sus padres deciden que tome lecciones de piano y se llama a una profesora, la señorita Carmen Santolalla.
Es una niña normal, como otra cualquiera de la Granada de su tiempo. Le gustan los juguetes, las muñecas y las "casicas". Pero ella también tiene algunos juegos “religiosos” como decir misa, predicar y confesar; aún se conserva la silla, donde se subía y que utilizaba a modo de púlpito, las vestiduras “sagradas” que se ponía y el armario de cocina donde confesaba a sus muñecas… una detrás de otra...
El año de 1.912, Conchita no ha cumplido todavía los siete años y el 3 de mayo, en el colegio del Sagrado Corazón, es confirmada por el arzobispo de Granada, José Meseguer y Costa (1.843 - 1.920).
“Tuvo su cuerpo un desarrollo lento y retrasado; no se le veían los siete años. Con su figura diminuta ... pasaba grandes apuros cuando se acercaba al comulgatorio… De pie y estirándose conseguía llegar hasta arriba…”.
Cuando aún no ha cumplido los 11 años, en 1.916, comienza a escribir en su libreta la crónica de su vida. “El primer viaje que reseñan las libretas que se conservan es el que hizo la familia Barrecheguren el 11 de Octubre de 1.916 a los Baños de Zújar, en la provincia de Granada”.
A modo de ejemplo, transcribo un pequeño fragmento: “Salimos de Granada el día 11 de Octubre. Miércoles. Viaje ida. Salimos a las seis de la mañana y estaba clareando el día; el sol nos saludó en el tren. El día estaba delicioso y el sol limpio de toda nube. … Cuando llegamos a Guadix salió el Viático que (h)iba a un cortijo de una estación de cerca, fué en el mismo vagón que nosotros y fuimos acompañándolo hasta Hernán Valle que se quedó. Allí había muchas mujeres con farolillos encendidos para acompañarlo y se fueron por entre los montes, y no se oía nada más que el ruido de los pasos y el de la campanilla”.
Con 12 años (1.917) tiene serios problemas digestivos y los médicos le marcan una dura dieta. Ella misma se puso éste severo horario:
A las 7: Levantarme 7´15: Oraciones de la mañana 7´30: Maitines y laudes 8: Preparación para comulgar 8´30: Misa 9´30: Desayuno 10: Limpieza o estudiar 11: Horas menores 11´15: Examen particular 11´30: Estudio intelectual 12: Peinarme 12´30: Meditación 1: Comida 2: Descanso 3: Vísperas y Completas 3´15: Vía Crucis 3´30: Si no salgo estudiar el piano o coser 4: Calle, o si no estudiar 5: Calle, o si no estudiar 6: Rezar el Rosario 7: Coser o estudiar 8:Cena 9:Coser o lectura espiritual 10: Examen y oraciones de la noche 10´30 : Acostarme
Hay una distracción por la que Conchita se apasiona: son los libros; pero su “biblioteca” contiene únicamente libros piadosos: vidas de Santos, tratados de ascética, devocionarios, etc. Comentaba Conchita, ya en su juventud: "Nunca he podido leer una novela; no puedo leer más libros que los que me hablan de Dios."
Se incorpora a las Hijas de María de la Parroquia de la Magdalena, a la Adoración Nocturna, a la Adoración Diurna de la Iglesia de los Agustinos, participa en los Jueves eucarísticos del Santuario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Toca ya el piano (con habilidad y destreza), ayuda en las tareas de la casa, enseña catecismo, confecciona ropa para los pobres y prepara ornamentos para los templos de Otura y Güevéjar.
Conchita también escribía “poesías familiares". A modo de ejemplo, ésta escrita cuando tenía 17 años:
A MI MAMÁ EN EL DÍA DE SU SANTO
Yo quisiera en éste día regalarle a mi mamá una cosita muy buena y de mucha novedad.
Pero, como soy tan tonta y además tan pava y sosa, rebuscando en todos lados no encontré ninguna cosa.
Entonces con grande pena me puse a llorar… llorar pensando que no tenía qué poderle regalar.
En este apuro tan grande me fuí en busca de papá y le dije con tristeza: ¿pero que no tengo na!...
Salimos con gran presteza y llegamos al “Buen Tono”, y allí pudimos comprar este abanico tan mono.
¡Es precioso! ¿no es verdad? y con la grande ventaja que, como es de tela fina, en cuanto lo abras se raja.
¿No te ha gustado el regalo de este precioso abanico? Bueno, pues no lo desprecies que es de Conchita y papico.
Que cumplas cuarenta mil esta hija te desea, pero sin que llegues nunca a ponerte vieja y fea; sino que siempre te quedes como ahora de preciosa con esa cara tan linda y esa boca primorosa.
¡Adios, adios, adios, adiós, mi mamá querida, soy Conchita que te quiere con el alma y con la vida.
Granada, julio, 19 - 1.923.
“En las grandes fiestas granadinas del Corpus… lo único que Conchita admitía era asistir alguna vez a los Conciertos que se dan en el monumental Palacio de Carlos V… Cada vez que iba a los Conciertos le costaba a la tita Angustias una “rebotación”, que dicen en Granada: Tenía que obligarla a arreglarse el pelo; por ella saldría de casa de cualquier modo. “Qué niña lasia ésta!”, le reñía tita Angustias. Llegaba el momento de terciarse el mantón de Manila. Conchita lo dejaba caer por los hombros sin chispa de gracia: otra "rebotación" de tita Angustias que no podía verla hecha una facha. “¡Póntelo con más garbo, niña, que pareces una pava heláa!”. Y entonces se lo ponía con toda la sal que se puede pedir a la joven más garbosa de toda Granada, luego daba unas vueltas con un contoneo saladísimo, y tita Angustias deponía su fiera actitud para relamerse de gusto ante aquellas arrobas de sal…”.
El régimen recetado por los médicos para mejorar a la salud de Conchita, prescribe temporadas de baños y viajes distraídos: visita, acompañada siempre de sus padres, Zújar, Lanjarón, Ontaneda (Cantabria) y Santander (en temporada de baños); Málaga, Sevilla, Madrid, Zaragoza, San Sebastián, y sobre todo Limpias (Cantabria), Lourdes (región de Mediodía - Pirineos / Francia) y Lisieux (región de Baja Normandía / Francia); todos, convertidos por ella en, piadosas peregrinaciones.
Al regreso de su último viaje (a Lisieux - Octubre 1.926), donde rezó ante la tumba de Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz (1.873 - 1.897), una leve ronquera es el primer síntoma de la tuberculosis.
La tuberculosis es poco conocida para la medicina de entonces. No tiene tratamiento. Prácticamente, sólo cabe aliviar las molestias que causa.
La rápida evolución de la enfermedad de Conchita, y de los sufrimientos que la acompañan, fueron causa de admiración de quienes la conocieron.
Conchita, sabe sacar fuerzas de su flaqueza, para hacerle frente, dando muestra de su calidad humana y la seguridad de su fe.
Poco a poco, la enfermedad va minando la frágil naturaleza de Conchita y los médicos aconsejan que se le traslade, desde el domicilio familiar, en la Gran Vía, al Carmen que tiene la familia Barrecheguren junto a los bosques de la Alhambra y donde solían pasar los veranos. Confiando en que los aires frescos y puros de Sierra Nevada, puedan frenar el avance de la enfermedad y ayudarla a respirar algo mejor.
En la calle Antequeruela Baja, se encuentra el Carmen de San Valentín, propiedad de la familia Barrecheguren: lugar idóneo para intentar curar su enfermedad, pues allí arriba, el aire era limpio y sano.
Es un típico Carmen granadino, rodeado de frondosa vegetación, adaptado a la pendiente del terreno mediante numerosos bancales, y regado por las cristalinas aguas, que descienden desde lo alto de la colina del Mauror, por las antiguas conducciones de agua de la Acequia Real.
"Hoy cumplo veintiún años. Esto quiere decir que la vida corre mucho más aprisa que nosotros creemos... ¿Qué es una larga vida, comparada con la eternidad? Menos que una gota de agua, comparada con el océano… Dentro de poco partiré de este mundo y de mi vida no quedará rastro alguno; así como tampoco deja señal de su paso la nave que atraviesa los mares... Y en verdad, Dios mío, ¿para qué quiero yo la vida si no la empleo en amarte? Te ruego, que antes de que suceda esto, me la quites: si no te voy a amar, si te voy a ofender, envíame la muerte antes: pues es muy desgraciada la vida que no se emplea en tu amor y servicio. Te agradezco los innumerables beneficios y gracias que me has concedido en el transcurso de estos 21 años, y te ruego me perdones lo mal que he correspondido a ellos. Sí, Dios mío, vergüenza me dá, pero es cierto que tú no has cesado de amarme y yo no he cesado de desagradarte. ¿Podías esperar esto de mí? Pero ya, Señor, quiero enmendarme, quiero amarte, quiero conformarme en todo lo que dispongas de mí. Haz que los años que me queden de vida sean sólo para ti". (Reflexiones de Conchita, 27 de Noviembre de 1.926).
En los últimos días de su enfermedad, Conchita no pudo disfrutar de la compañía de su madre. Doña Concha, ante el próximo y muy doloroso final de su hija, comenzó a sufrir una especie de “ausencia insensible”... y los médicos aconsejaron que fuera internada en el Sanatorio (mental).
Pudo celebrar todavía el Santo de su padre. Estaba en la cama, consumida por la fiebre, sin embargo tuvo aún humor para obsequiarle con esta felicitación, a modo de carta rimada:
¿Qué le voy a regalar a mi papico en su día que le pudiera llenar de un poquito de alegría?.
Por más que busco y rebusco nada he podido encontrar porque ahora no sirvo yo na más que pa marear.
Sólo le puedo ofrecer malos ratos y dolores, muchísimos sufrimientos y también mil sinsabores.
Sin embargo es lo mejor que le puedo regalar porque es lo que Jesucristo suele a sus amigos dar.
Por eso ya no me apuro ni tengo porqué temer, porque es de lo más hermoso que le puedo yo ofrecer.
Además le voy a dar a mi querido papico muchos abrazos muy fuertes y un apretado besico.
Su hija Conchita.
El padre Julián Pozo Ruiz de Samaniego (1.903 - 1.936), también tuberculoso como Conchita, le dió su última comunión y la extremaunción.
Conchita falleció a las cinco y medía de la mañana del viernes, 13 de Mayo de 1.927 y fue enterrada en el panteón familiar del cementerio “San José” de Granada.
Conchita, sencillamente, fue cristiana. Con su fe, intentó hacer frente a las dificultades cotidianas y a los desafíos que su vida le fue poniendo en su camino… Quienes la conocieron, la estimaron y creo que, la mayoría, pensaron que estaban ante una persona muy especial y extraordinaria.
Con inusitada rapidez, la muerte de Conchita hace que, en toda Granada, se hable de ella y mucha gente comience a pedir fotos y estampitas. Pronto, aparecieron sus escritos y comenzaron a leerse, primero en su círculo cercano y, después, fueron publicados.
Al padre Dionisio de Felipe Itúrbide le encargan sus Superiores viajar a Granada, para hacer un “grato trabajo”: informarse y documentarse para escribir una “Vida sobre Conchita”. Pero nada más llegar, se encuentra con problemas: la reciente proclamación en España de la IIª República aún da coletazos y el ambiente en la ciudad está muy enrarecido. Así lo explica él en el Prólogo de su libro “La Flor de Granada”: “El 11 de Mayo de 1.931 llegué a Granada; el día 13, después de tres días de escondite, huyendo de las turbas incendiarias, en casas de familias amigas, ejemplares de caridad y generosidad cristianas, toda la Comunidad de Granada tuvo que escapar ante los rumores insistentes de nuevos atentados contra las casas donde se hospedaban los Religiosos echados de sus conventos, por unos criminales asegurados de su impunidad por las autoridades…”. Tres años después, en Julio de 1.934, se puede publicar el libro encargado.
La Causa de Beatificación y Canonización de Conchita, se inicia el 21 de Septiembre de 1.938, introducida por el Cardenal Agustín Parrado García (1.872 - 1.946), Arzobispo de Granada, y se clausura, en su fase diocesana, el 7 de Noviembre de 1.945.
El 9 de Febrero de 1.956, el Papa Pío XII (Eugenio María Giuseppe Giovanni Pacelli, 1.876 - 1.958) aprobó el juicio sobre los escritos de Conchita para proseguir su proceso de Beatificación y Canonización.
Desde el Vaticano, el 21 de Julio de 1.977, se pide que se realice un Proceso Supletorio Diocesano sobre Conchita, para completar el que ya se había hecho entre 1.938 y 1.945.
Comparecen ante el tribunal veintitrés testigos, que completan (más de cincuenta años después de la muerte Conchita), los datos que se tenían sobre ella: verifican y constatan cómo su fama de santidad se mantiene a pesar del transcurso de los años.
Este proceso se clausura en 1.979 y el 24 de Abril de 1.992 se expide el Decreto de validez de los Procesos Ordinario y Supletorio firmado por el Cardenal Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos.
Hoy en día, en la segunda capilla de la izquierda, de la Iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, (también llamada de los "Redentoristas"), sita en la granadina calle San Jerónimo, se encuentran desde el 29 de Noviembre de 2.007 los restos de Conchita Barrecheguren, junto a los de su padre.
El Carmen de San Valentín, popularmente conocido como "el Carmen de Conchita", estuvo en estado de ruina, como consecuencia de los cuantiosos daños que causó el fuerte terremoto (grado VII) acaecido en la tarde del 19 de Abril de 1.956, que afectó a Granada capital y a una veintena de pueblos de su Vega, pero gracias a una colecta realizada en el diario Ideal (desde el 14 de Enero de 1.958) se pudieron reunir fondos para restaurarlo.
La colecta pública hizo que, en 1.965, se finalizaran las obras y se bendijo la capilla, donde se sigue oficiando misa cada día 13 (por ser la fecha en que murió Conchita), a las 12 de la mañana y a las 6 de la tarde.
En la actualidad, el Carmen, ocupa una parcela de 1.443 metros cuadrados, y los edificios construidos tienen una superficie de 851 metros cuadrados. Pertenece a las Siervas de Dios y tiene en su interior una Iglesia abierta al culto. Se puede visitar los días 13 de cada mes, tanto en horario de mañana como de tarde, excepto en los meses de Julio y Agosto.
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Colofón
Luís Ruiz Rodríguez (1.959), pintor granadino y profesor de Técnicas Pictóricas en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Granada. Discípulo y biógrafo de Benito Prieto Coussent (1.907 - 2.001, pintor que durante gran parte de su vida residió en El Padul). En 2.018, ha pintado un precioso retrato al óleo de Conchita.
Beatificación de Conchita
El sábado, 6 de Mayo de 2.023, a las 11 A.M. (hora peninsular), ha tenido lugar en la Santa Iglesia Catedral Metropolitana de Granada, la beatificación de María de la Concepción Barrecheguren, joven nacida en Granada el 27 de Noviembre de 1.905 y fallecida en 1.927, víctima de la tuberculosis.
Más de 2.500 personas se han congregado, para la ceremonia de beatificación de la Venerable Sierva de Dios Conchita Barrecheguren. Una celebración que, con el lema ‘Una joven santa para la Iglesia de hoy’, eleva a los altares a la joven granadina, y a la que han asistido familiares de la ahora beata.
Ha sido el prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, el cardenal Marcello Semeraro, quien ha celebrado la ceremonia, concelebrada por los arzobispos de Granada, José María Gil Tamayo (Zalamea de la Serena, Badajoz, 5 de Junio de 1.957), y el emérito, Francisco Javier Martínez Fernández (Madrid, 20 de Diciembre de 1.947), junto a los obispos de Córdoba, Demetrio Fernández González (El Puente del Arzobispo, Toledo, 15 de Febrero de 1.950); de Jerez, José Rico Pavés (Granada, 9 de Octubre de 1.966); y el arzobispo emérito de Valencia, Antonio Cañizares Llovera (Utiel, Valencia, 15 de Octubre de 1.945), así como representantes de las Iglesias diocesanas de Almería y Guadix.
En su homilía, Marcello Semeraro ha hecho un repaso por la vida de Conchita: “Nació aquí en Granada al comienzo del siglo pasado. Era hija de unos padres verdaderamente afortunados por muchos motivos. No les faltaba, de hecho, el bienestar económico, pero abundaban más aún en bienes espirituales. La familia en que nace Conchita, efectivamente, estaba edificada sobre las sólidas bases de la fe. Su padre, Francisco, después de la muerte de su mujer, se convertirá en religioso redentorista y ahora es venerable. ¡Singular fecundidad de la vida de la gracia!. La educación religiosa recibida de sus padres la dispuso a aceptar con serenidad y alegría las muchas molestias provocadas por una salud cada vez más gravemente comprometida. La frecuencia de los sacramentos y particularmente la comunión diaria, a la que nuestra beata se mantuvo siempre fiel, la sostuvo en la fatiga y la dispuso a acoger toda la voluntad de Dios. Conchita ha dado fruto abundante porque ha estado siempre unida a Cristo y jamás se ha separado de él, también en las oscuras horas de la prueba. De hecho, tuvo que afrontar adversidades humanamente superiores a sus débiles fuerzas, como la enfermedad mental de la madre, sus propios sufrimientos físicos y, en la última fase de su existencia terrena, las provocadas de la tuberculosis… En cambio, ella lo iluminó todo con la sabiduría de la Cruz, convencida que las penas y los sufrimientos hacen que la criatura esté más cerca y se asemeje a Cristo. Conchita se convierte para todos nosotros en un modelo a imitar. Sobre todo, a quien se encuentra en el sufrimiento y en la prueba, la beata Conchita, con el ofrecimiento de su joven y breve existencia y con la confianza total en Dios, muestra cómo la conformación a Cristo, en el amor crucificado, transforma la sustancia de la vida, aún la más compleja y difícil”.
Conchita Barrecheguren fue declarada Venerable el 6 de Mayo de 2.020, junto a su padre Francisco, quien -una vez viudo- profesó como misionero redentorista en Granada y fue ordenado sacerdote.
El milagro reconocido por la Santa Sede y que le lleva a la proclamación de beata, es su intercesión en 2.014, para la curación de una niña de Alicante, con 16 meses de edad. La pequeña, padecía un síndrome de shock séptico, con daño multiorgánico, causado por el estreptococo del grupo A y por cuya curación los médicos ya no podían hacer nada.
Dos hermanas, devotas de Conchita, iniciaron el rezo de una novena en honor a la joven granadina, e introdujeron una medalla de Conchita en el peluche de la niña. Cuando estaba a punto de finalizar la novena, la niña abrió los ojos y se recuperó sin secuelas.
El 5 de Mayo de 2.020, el papa Francisco promulga el Decreto donde se reconoce la Heroicidad de Virtudes de Conchita Barrecheguren. Apenas un año después, se emite el Decreto de validez jurídica de los actos procesales y redactada la“positio” sobre el milagro. El Consejo Médico (20 de Mayo de 2.021), el Congreso de Teólogos (21 de Octubre de 2.021) y el Ordinario de Cardenales y Obispos (26 de Abril de 2.022), reunidos en el Dicasterio para la Causa de los Santos se pronuncian unánimemente a favor el milagro. Así, el 21 de Mayo de 2.22, el Papa autoriza la publicación del Decreto que reconoce el milagro atribuido a la intercesión de Conchita y abre el camino a su beatificación.
Domingo, 7 de Mayo de 2.023. San Pedro de El Vaticano. Mensaje del papa Francisco, al final de la oración del“Regina Caeli”: “Queridos hermanos y hermanas. Ayer se celebraron dos beatificaciones. En Granada, España, fue beatificada la joven María de la Concepción Barrecheguren y García (...) Conchita postrada en cama por una grave enfermedad, sobrellevó sus sufrimientos con gran fortaleza espiritual, suscitando admiración y consuelo en todos”.
Conchita, muchas gracias por todo lo que nos has dado y nos has enseñado… D.E.P.