Salobreña (Granada), del viernes 8, al miércoles 20 de Septiembre de 2.023.
La preciosa portada del cómic de “Las Aventuras de Tintín”: “LOS CIGARROS DEL FARAÓN”, en la que aparece el reportero Tintín y su perrito Milú, en el interior de la tumba del Faraón Kih - Oskh, junto a los sabios (embalsamados) que han violado la sepultura del faraón… dibujada, con todo tipo de detalles… me encanta… voy a penetrar… en el enigmático y antiguo Egipto…
Hergé se documenta con especial cuidado para dibujar los frescos y los jeroglíficos de la tumba del faraón Kih - Oskh. Los egiptólogos “momificados” no son simple fantasía, sino rostros que se corresponden con algunos de los que participaron en la célebre excavación de Howard Carter (1.874 - 1.939), como su mecenas, Lord Carnarvon (1.866 - 1.923), que murió súbitamente seis meses después de abrir la tumba del faraón Tutankamón, en Noviembre de 1.922. Ese hallazgo reavivó la pasión por el Antiguo Egipto que periódicamente inflama a la sociedad europea desde el primer tercio del siglo XIX. El asunto del descubrimiento de la tumba y las posteriores muertes de los expedicionarios, causan un gran impacto en todo el mundo a principios de la década de 1.930, y los periódicos sensacionalistas de la época se encargan de difundir todo tipo de teorías acerca de una maldición faraónica.
En principio, “Los cigarros del Faraón”, forma parte de “Las aventuras de Tintín en el Lejano Oriente”, siendo la primera parte y “El Loto Azul” la segunda parte; pero posteriormente los dos álbumes se convierten en álbumes independientes.
Es el 4º libro de “Las aventuras de Tintín”. En Julio de 1.964, se publica la edición en color en castellano por la Editorial “Juventud”, traducido por Concepción (“Conxita”) Zendrera Tomás (Barcelona, 15 Noviembre 1.919 - Esplugas de Llobregat, 31 Julio 2.020), la hija mayor de José Zendrera Fecha (Barcelona, 1.894 - 1.969), el fundador de la Editorial Juventud. En 1.944, Concepción se hizo cargo de la división infantil y juvenil de la empresa y fue la encargada de traducir al castellano numerosos álbumes de Tintín.
Abro el cómic por la primera página, en la que leo el título, su autor (Hergé) y la Editorial (Juventud), con un pequeño dibujo en el que, enmarcados en el símbolo circular del Faraón Kih - Oskh, aparecen Tintín, Milú y el egiptólogo Filemón Ciclón, montados cada uno sobre un sarcófago de madera, que van a la deriva, sobre las embravecidas olas del mar…
Nota: Georges Remi (1.907 - 1.983, más conocido bajo el seudónimo de “Hergé”, pronunciación francesa de “RG”, sus iniciales al revés) trabaja como editor e ilustrador de “Le Petit Vingtième”,suplemento infantil de “Le Vingtième Siècle” (“El siglo XX”), un periódico ultraconservador y católico belga con sede en Bruselas (ciudad natal de Hergé), que fue dirigido por el abate Norbert Wallez (1.882 - 1.952).
En la siguiente página, numerada con el 1, encuentro a Tintín y a Milú embarcados a bordo del MS “EPOMEO”, para hacer un crucero maravilloso que les llevará, haciendo escalas, a Port - Said, el Canal de Suez, Adén, Bombay, Colombo (isla de Ceilán), Singapur, Hong - Kong y Shanghai.
Notas:
Hergé para dibujar al MS “EPOMEO”, se basa en la motonave “Victoria” de la Empresa “Lloyd Triestino”, que hacía la ruta rápida entre Trieste (Italia) y Alejandría (Egipto), construido en los astilleros“Cantiere San Marco” de Trieste y botado el 6 de Diciembre de 1.930 El nombre que le dá Hergé al barco en el que viaja Tintín (EPOMEO) lo toma del monte Epomeo, situado en Ischia, la más famosa de las islas del Archipiélago Partenopeo, situada cerca de la costa italiana de Nápoles, frente al volcán Vesubio.
Milú habla y se comporta como un ser humano, aunque su protagonismo ha quedado bastante menguado, respecto a los tres primeros álbumes.
Tintín y Milú conocen al excéntrico egiptólogo Filemón Ciclón, que corre por la cubierta del MS “EPOMEO”, tras un pergamino que vuela por el aire… y que acaba en el mar… pero Filemón, que es un tanto despistado… recuerda que el papel que ha volado… es un prospecto de una agencia de viajes… pues “jamás hubiera dejado escapar el inestimable papiro del plano de la tumba del faraón Kih - Oskh” y le explica a Tintín que el símbolo que hay en la parte posterior del papiro, es el signo real de Kih - Oskh. Filemón invita a Tintín a acompañarle, si está interesado, a viajar de Port - Said a El Cairo y desde allí al lugar indicado en el plano… y Tintín acepta (con mucho gusto).
El atolondrado Filemón Ciclón tiene un desagradable encontronazo con el primer personaje malvado del cómic, Roberto Rastapopulos, el millonario Director de la célebre “Cosmos Pictures”(que vuelve, tras su breve aparición en el banquete del final del episodio de “Tintín en América”)... Tintín sale en defensa del arqueólogo y Rastapopulos le amenaza: “Un día, va usted a sentir haberse atravesado en mi camino”.
Tintín se convierte en el objetivo de un misterioso individuo, que trata de ponerlo fuera de circulación. E, inmediatamente, hacen acto de presencia, por vez primera, los inseparables Hernández y Fernández, detectives de bombín y bigote, que detienen a Tintín (“en nombre de la Ley”) al recibir una denuncia anónima y encontrar en un cajón de su camarote, una caja con ocho bolas de cocaína.
Nota: Los detectives de bombín y bigote, hacen su debut en éste álbum. En la versión en blanco y negro del año 1.934, los agentes X33 y X33bis persiguen, sin tregua ni tino, al desafortunado reportero Tintín. En la versión francesa (en color) de 1.955, son rebautizados como Dupont y Dupond (Hernández y Fernández). Para crear estos nuevos personajes, Hergé pudo haberse inspirado en una fotografía de la portada del 2 de Marzo de 1.919 de “Le Miroir”. Otra posibilidad: que Hergé se inspirara en su padre (Alexis, 1.882 - 1.970) y su tío (León, 1.882 - 1.963), que eran ¡gemelos idénticos!.
Tintín, prisionero en la bodega del barco, consigue escapar, abriendo el ojo de buey y bajando por el mástil de un pequeño velero que pasa junto al MS “EPOMEO”... dando un susto a su tripulante, que está pescando con caña… ¿quiere usted llevarme a tierra?... y, en unos minutos, pasea por las calles de Port - Said, donde se encuentra con el despistado Filemón Ciclón: ¡Vaya, qué sorpresa tan agradable!... que confunde a Tintín: ¡Buenos días, señora! …
Nota: En 1.934, Louis Robert Casterman (1.920 - 1.994) hace a Hergé una propuesta de colaboración que establece un prorrata de 3 francos por ejemplar vendido, es decir del 15% del precio de venta (20 francos belgas) hasta los primeros 10.000 ejemplares, y de 2 francos a partir de esa cantidad.
Hernández y Fernández, vestidos a la manera tradicional árabe (con “jalabiya” -túnica blanca-,“bisht” -abrigo ligero- y sobre la cabeza un “fez” -sombrero-), comienzan a perseguir a Tintín: ¡no irá muy lejos!.
Tintín, Milú y Filemón Ciclón se adentran en el desierto de Egipto, con las pirámides al fondo, a lomos de dos borriquillos, de la mano de un guía… buscando el lugar donde, según el plano, se debe encontrar la tumba del faraón Kih - Oskh.
Nota: En la primera versión de “Los cigarros del faraón”, no aparecen pirámides. Hergé las incorpora en una viñeta de la plancha número 6 de la versión de 1.955.
Siguiendo las indicaciones precisas del papiro, excavando en la arena del desierto, encuentran un sillar de piedra: ¡Ésta es la tumba! ¡Oh noble faraón, aquí me tienes! ¡El nombre de Filemón Ciclón tiene asegurada la inmortalidad!.
Tintín acude al lugar desde donde ladra Milú… y encuentra un puro de la marca“Flor Fina”, que lleva en la vitola… el signo del faraón Kih - Oskh… al regresar al lugar donde Filemón Ciclón ha seguido excavando… éste ha desaparecido… y sólo está su chistera… y Tintin recuerda: “Todos los sabios que intentaron encontrar esta sepultura desaparecieron misteriosamente”.
Ante nuevos ladridos de Milú, Tintín observa que en el lugar donde está tallado el signo del faraón, se ha abierto una puerta redonda… ¡Adelante, Milú, pero seamos prudentes!... y, una vez dentro de la tumba… ésta se cierra con un ¡CLAC!...
… ambos caminan buscando a Filemón Ciclón… y, al llegar a una gran sala… ¡Vaya… ! encuentran “momificados” a los 10 sabios desaparecidos… ¡Los desgraciados pagaron caro su descubrimiento!... y, para su sorpresa, encuentra 3 sarcófagos vacíos, con carteles a sus pies: F.CICLÓN, egiptólogo - MILÚ, perro - TINTÍN, periodista.
… continúan la búsqueda… y tras encontrar en los brazos de piedra de unas estatuas, el paraguas, los puños y la levita de Filemón Ciclón… penetran en una sala, que se cierra en cuanto entran, y en la que hay, depositadas en el suelo, unas cajas de madera… abren una… y, en su interior, hay estuches de cigarros… y comprueba: “Si, son exactamente iguales al primero que he recogido”. Y Tintín, se pregunta: “Quizá en el interior de éstos cigarros se halle la clave del enigma… Veamos”. Pero, entonces, un espeso gas narcótico inunda toda la sala… los deja inconscientes…
Durante cuatro viñetas, Hergé dibuja una breve secuencia que resulta perturbadora… en la que se suceden las fantasías oníricas y las alucinaciones: Anubis con un paraguas en la mano; Hernández sentado y Fernández le enciende un puro (fiel réplica de una escena que aparece en la parte trasera de una de las sillas de la tumba de Tutankamon); Filemón Ciclón porta una caja de puros de la marca Kih - Oskh; un hombre con la cabeza Milú y otro con la de Rastapopoulos transportan en brazos a Tintín, inconsciente; Filemón Ciclón fuma un puro y acuna a un bebé con el inconfundible mechón de Tintín.
Nota: En Otoño de 1.934, se edita el álbum “Los cigarros del Faraón”en blanco y negro, y en 1.955, el álbum en color. Ambas publicaciones son realizadas, ya en exclusiva por la Editorial “Casterman”.
No es mi intención “destripar” la trama argumental de todo el cómic… Las peripecias subsiguientes llevan a Tintín a seguir la pista de los traficantes de opio desde las pirámides de Egipto hasta el Mar Rojo, los desiertos de Arabia y las junglas de la India, donde va a tratar de impedir un atentado contra la vida de un maharajá…
Quiero terminar éste articulito, aportando alguna información sobre el resto de la trama argumental, de la que no voy a hablar:
La escena de los sarcófagos en la que Tintín está flotando en el Mar Rojo, puede tener su origen en la novela “Los cinco céntimos de Lavarède” (“Les Cinq sous de Lavarède” - 1.894), en la que el héroe se enfrenta a las mismas peripecias. Obra escrita por Paul d'Ivoi (1.856 - 1.915) y Henri Chabrillat (1.841 - 1.893).
El afable capitán de barco, que salva a Tintín, de morir ahogado en las turbulentas aguas del Mar Rojo, resulta ser un traficante de armas… es el primer anti héroe de Hergé que explora las paradojas de la condición humana. El mal no siempre emerge con un rostro repelente; a veces, adopta una máscara amable y seductora. Éste personaje está basado –según el propio Hergé- en el aventurero, narcotraficante, contrabandista de armas y pescador de perlas francés Henry de Monfreid (1.879 - 1.974), autor del relato autobiográfico titulado“Los secretos del Mar Rojo” (1.931), que compagina en vida, sus actividades ilegales con la escritura… y lejos de expiar sus delitos en una prisión, murió con 95 años, rodeado de un halo romántico…
Bartomeu Castell Pons, en su libro “De los Soviets a los Pícaros” (2.022), comenta: “La minuciosidad y el detalle con que Hergé afrontó esta cuarta aventura de Tintín se aprecia en los uniformes de los militares árabes que aparecen en la edición en color de éste álbum, los cuales son de la Liga Árabe, y en los fusiles con los que van armados, que son una réplica exacta de los “Lee - Enfield” británicos. Además, el avión privado del rey Faisal de Arabia Saudita y los aviones que le persiguen son cazabombarderos británicos”
Uno de los momentos más emotivos de “Las aventuras de Tintín”, sucede en el desierto de Arabia: Tintín es acusado de espía y condenado a ser fusilado, pero –gracias a Hernández y Fernández- salva la vida. Éstos sobornan a un soldado para que sustituya la munición real por balas de fogueo. Informado de la maniobra, Tintín finge morir y es enterrado. Gracias a una tubería, respira hasta que es rescatado. Milú, que desconoce todo, recorre la ciudad llorando: ¡Miserables, han matado a Tintín! (...) ¡Hi, hi, hi! ¡No lo veré más! ¡Hi, hi, hi! Voy a dejarme morir encima de su tumba…
Al final del álbum, Tintín se enfrenta a la cúpula de la sociedad secreta, cuyos ritos recuerdan las ceremonias masónicas y persigue a su jefe por los peligrosos caminos del Himalaya. El jefe cae por un precipicio, como Sherlock Holmes y Moriarty en las cataratas de Reichenbach.
Colofón
Sobre la “continuidad” de su obra, Hergé manifestó, antes de morir: “Creo que soy el único que puede dar vida a Tintín, a Haddock, a Tornasol, a Hernández y Fernández y a los demás. ¡Tintín (y todos los demás) soy yo! ¡Son mis ojos, mis sentidos, mis pulmones, mis tripas! Es una obra personal, al mismo nivel que la obra de un pintor o de un novelista: ¡no es una industria! Si otros retomaran Tintín, lo harían quizá mejor, o quizá peor. Pero una cosa es segura: lo harían de otra manera y, entonces, ¡ya no sería Tintín! Entiendo que haya dibujantes que traspasen sus personajes a otros… pero yo no podría hacerlo: no sería justo, no estaría bien, no funcionaría. Tintín no puede sobrevivir a Hergé”.
Hergé dibujando a Tintín en un cristal
De pequeño, me encantaba disfrutar viendo / leyendo “Las Aventuras de Tintín”... qué buenos ratos pasaba, en la Biblioteca Pública Municipal de mi pueblo, regodeándome con todas sus peripecias… y hoy, sigue gustándome… , es más, recomiendo la lectura de sus comic, a grandes y pequeños, sin distinción… pero, he de reconocer que, sus seguidores más fieles, son…
Los Tintinófilos
De ellos, nos habla Meritxell - Anfitrite Álvarez Mongay, en su “Hergé y las manzanas de Tintín”: “Tintinófilo es cualquier persona que disfrute con las aventuras de Tintín (no hace falta saber a qué poeta recita el capitán Haddock en “El tesoro de Rackham el Rojo”, ni qué marca de tabaco fuman los agentes bordurios, ni el número de teléfono de la charcutería Sanzot). Tintinófilos eran Charles de Gaulle (1.890 - 1.970), Claude Lévi-Strauss (1.908 - 2.009), André Malraux (1.901 - 1.976), Françoise Sagan (1.935 - 2.004), David Bowie (1.947 - 2.016), la familia real belga (a quien Hergé, súbdito leal, enviaba los libros con dedicatoria)… Tintinófilos son Steven Spielberg (1.946), Dustin Hoffman (1.937), Sting (1.951), Roger Federer (1.981), Álex de la Iglesia (1.965), Arturo Pérez-Reverte (1.951), Josep Rull (1.968) y Cristina Cifuentes (1.964 - a juzgar por la decoración de sus despachos)… Y también los abajo parlantes: el filósofo Fernando Savater (1.947), la periodista y viajera Cristina Morató (1.961), el dibujante Paco Roca (1.969) y el músico de “Siniestro Total” Julián Hernández (1.960) (estos dos últimos homologados con el premio “Tintinófilo del Año” que entrega la Asociación Mil Rayos). (Ah, por si alguien se quedaba con las ganas: Haddock recita a Lamartine, en Syldavia fuman cigarrillos “Mazedonya” y el número de teléfono de la carnicería Sanzot es el 421)”.
Hergé y un busto de Tintín
“Le debo a Tintín un regalo maravilloso: con sus álbumes aprendí a leer en francés. Y también gracias a él (es decir, a mi afán por poseer cuanto antes sus historias en cuanto aparecían) me decidí a chapurrear en la lengua de Voltaire, ya que mi madre ponía como requisito para comprármelas en alguna librería de Biarritz o Hendaya que yo mismo se las pidiera al dependiente en francés. También salía una revista que se llamaba Tintín, donde se iban publicando tiras antes de que saliera el álbum completo, pero a mí me gustaba más el álbum. Eran mucho más caros que los de Bruguera, pero también eran más largos y te duraban más (...) Los devotos de Tintín envejecemos pero no le abandonamos… ¿Cómo logró apoderarse tanto de nuestras almas? La respuesta no es fácil, al menos para mí. Que a un niño de ocho o diez años le guste parece lógico. Lo curioso es que veinte o treinta años después lo releas y sigas encontrándole gracia al asunto (...) Es un clásico, uno de los productos inevitables de la cultura popular del siglo XX, en el sentido más artístico del término; no sé, como serían las canciones de Frank Sinatra”. (Fernando Savater).
Fernando Savater
“Los cómics de Bruguera eran de usar y tirar, mientras que los de Tintín te llegaban solo en cumpleaños o algo así. Yo normalmente los leía en la biblioteca del colegio, pero el único que tenían era “Los cigarros del faraón”, que debe de ser el cómic que más he leído nunca. Podía pasarme un buen rato en una viñeta, fijándome en cada detalle. Para mí fue un antes y un después. Es un dibujo que no pretende destacar ni busca el virtuosismo que tiene. El rigor, la seriedad y el cariño que mostraba Hergé hacia el lector con cada uno de sus cómics es único. Creó un estudio con coloristas, gente que se dedicaba a trazar los decorados, otros a buscar documentación… Esa forma de trabajar, aún hoy, es una rareza (fuera de los superhéroes en Estados Unidos y de los mangas en Japón) (...) Creo que aguanta bien el paso del tiempo. Aunque no sé muy bien a qué tipo de público va dirigido en la actualidad, si al adulto o al infantil. Yo de vez en cuando los ojeo por nostalgia, porque siempre descubres algo nuevo, pero me cuesta leerme uno entero” (Paco Roca).
Paco Roca
“Yo debería de tener trece años cuando cayó en mis manos el primer álbum (creo que era La isla negra), y fue un amor a primera vista: me fascinaron los dibujos y los escenarios exóticos donde transcurrían las historias. Su lectura me descubrió horizontes lejanos y despertó en mí la pasión por los viajes. Desde el principio me identifiqué con el intrépido reportero, sobre todo por su enorme curiosidad. También comparto su amor por los perros: a Milú nunca le trató como a una mascota, era su compañero de aventuras, como mi Mac, que también me acompaña de viaje y duerme a mis pies mientras escribo libros y artículos. En este sentido, Tintín tenía poco de reportero, porque yo nunca le veía escribir, ni cargaba con una máquina portátil; era más bien un detective camuflado, un joven valiente, astuto, amable, defensor a ultranza de los débiles y sumamente educado, el amigo que todos queríamos tener (...) Hace unos días, ordenando un armario, me encontré con algunos álbumes antiguos, los volví a leer y sigo pensando que Hergé era un genio” (Cristina Morató).
Cristina Morató recibiendo el Premio "Tintinófila del año 2.019"
“Eran caros, realmente caros; no era como colgarte del brazo de tu madre pidiendo el Tío Vivo o el Pumby: en el caso de Tintín la respuesta era no. Recuerdo contemplar fascinado alguna portada en el escaparate de la librería La Rápida de Vigo… Así que los solía leer en casa de amiguitos de esos de familia numerosa donde les compensaba comprar aquello. Me pasé alguna fiesta de cumpleaños sin hablar ni jugar con nadie, solo leyendo alguna aventura que andaba por ahí (...) Me temo que ahora es más difícil que un solo personaje consiga la atención que consiguió Tintín en el siglo XX, pero sigue estando ahí, qué demonios. Precisamente ahora me los estoy releyendo por orden cronológico, como también releo a Edgar Allan Poe y Kurt Vonnegut, mira tú. ¿Esto querrá decir que Tintín es un clásico?” (Julián Hernández).