Por expreso deseo de mi amigo y compañero de andanzas y fatigas, Antonio Gómez, cojo el relevo que me entrega, para continuar con la descripción de las etapas que desde Riofrío quedan hasta Granada, de la gran ruta de Fray Leopoldo, en la que venimos empeñados.
Son tres las etapas, y es un encargo que hago con mucha ilusión y gusto, sabedor de que voy a disfrutar de esta tarea que "El Maestro", me encomienda. Gracias, Antonio, intentaré hacerlo del mejor modo posible y procuraré ser merecedor de tu confianza.
Luis Díaz.
Riofrío, (Granada), viernes, 13 de Octubre de 2.023.
Saliendo de Riofrío a la luz de frontales y farolas.
Las truchas siguen dormidas bajo el Puente Romano de Riofrío (489 msnm), cuando abandonamos el Mesón Restaurante Paco Rama, que tan buen cobijo y avituallamiento nos ha dado. Son cerca de las 5:30 horas de la mañana y la luz anaranjada de la Plaza de San Isidro nos abraza como queriendo protegernos de las negras sombras que por todas partes nos rodean. Un pulevín de vainilla y unos dulces, restos de otras etapas, es todo lo que hemos podido entregar a nuestros aún adormilados estómagos, aunque la perspectiva de que la gran ciudad de Loja está cerca, y algún bar estará abierto, nos anima a no tener ningún resquemor por el motivo de falta de algo que llevarnos a la boca.
Bien abrigados y con el ánimo alegre y encendido, ya que nos dirigimos hacia el pueblo en donde está nuestra casa, Villanueva Mesía en la Vega de Granada, nos disponemos, frontales al ristre, a abandonar al silencioso Riofrío, saliendo por la Venta de San Isidro, pasando por el túnel que sirve para cruzar la A-92 y tomando dirección noroeste, por un carril que en mal estado, pleno de baches mal tapados de escombros, sube bordeando el Cerro de la Campanera. Con cuidado para no tropezar, llegamos al viso que nos permite ver por primera vez las luces del Polígono de Fuentesanta, a las puertas de la antigua ciudad de Loja, y a buen ritmo, hacia ella nos dirigimos caminando cuidadosos por el lado izquierdo de la carretera A328R1 que dirección noroeste pasa por el pago en donde se encuentra la famosa Fuentesanta, la que es considerada como la que dió la primer agua con denominación de origen, hecho testificado por documento escrito allá por los primeros años del siglo XVI.
Loja es una ciudad con más de 20.000 habitantes, cabeza de la comarca de Loja, que aglutina a multitud de poblaciones del Poniente Granadino, muy rica en manantiales y acuíferos, destacando sobradamente en el sector agrícola y servicios, y con una presencia importante en la industria del mármol. Ciudad que por su privilegiada posición geográfica adentra su pasado en raíces íberas y romanas, para destacar sobre todo en la época musulmana, siendo localidad muy importante dentro del reino nazarí de Granada y jugando un papel fundamental durante la Reconquista y caída y final del Reino de Granada en manos de los Reyes Católicos. Para conocer más sobre la ciudad de Loja, hacer clic aquí>>>
En entretenida conversación sobre el rico pasado de Loja, siendo las 6:30 horas aproximadamente, nos adentramos en sus primeras calles, accediendo por la zona del Mesón de Arroyo y pasando junto a lugares tan emblemáticos como son el Mirador de los Hermanos Marx (Loja fue la Sylvania en su película "Sopa de ganso" - Leo McCarey, 1.933: donde se visiona una panorámica en blanco y negro de la Iglesia de la Encarnación y el Caserón de los Alcaides Cristianos, pegado a la Torre del Homenaje de la Alcazaba lojeña) y también junto el Mausoleo del General Narváez (insigne personaje nacido en Loja, ministro de la reina Isabel II, en el siglo XIX). Pasamos junto a la antigua Iglesia Mayor de la Encarnación, el Ayuntamiento de Loja, Plaza de la Victoria (en donde está el monumento al Gran Capitán) y enfilamos la amplia avenida de Los Ángeles, para finalmente, en la Cafetería La Glorieta de los Ángeles encontrar el lugar apropiado que tanto ansiábamos: son las 6:45 horas aproximadamente, y guarnecidos del frío mañanero bajo una confortable carpa, nos disponemos a darnos un momento de descanso, combinado con un, ya bien deseado a estas horas, “desayuno fray leopoldino”: vaso grande de café descafeinado con leche bien calentita, generosas tostadas de pan con aceite y jamón, todo ello bien acompañado de un también gran vaso de zumo de naranja recién exprimida. Son momentos de calma y relax, que vienen fabulosamente tanto al acansinado cuerpo como al alma inquieta. Vamos sobrados de tiempo, estamos en terreno conocido y disfrutamos del instante.
Amanece al dejar Loja
Empieza a amanecer, y con los primeros rayos y luz del día, son las 7:30 horas, salimos del Bar la Glorieta, y buscamos la salida de Loja, por el Barrio de San Antonio e inmediaciones del Polígono de Manzanil.
Caminamos ahora por el carril de servicio izquierdo de la A 92 dirección Granada, teniendo a nuestra izquierda la mole del Hacho de Loja y al río Genil gran fertilizador de la Vega, pasando sucesivamente por las inmediaciones de las Caserías de los Tejares, el Cortijo Gabarre, la loma del Lagar y el Cortijo del Pulgar, ya en el cruce que sube a la población de Salar, muy cerquita de donde se encuentran situadas las importantes ruinas romanas de la Villa del Salar. En la parada de autobús existente en el mencionado cruce, aprovechamos para hacer un breve descanso para despojarnos de ropa y ponernos en manga corta que la calor aprieta. Son las 8:30 horas de la mañana.
Cambiando a manga corta en la parada de autobuses del cruce de Salar.
Por la misma vía de servicio proseguimos nuestro avance. El Hacho de Loja se va quedando atrás a nuestra izquierda, poco a poco perdiéndose a la espalda. Desde lo alto del carril en fantástica vista aérea, podemos contemplar a la perfección los grandes meandros que hace el Genil, incrustado en la vega, y que, algo más abajo, conformarán los caprichosos devaneos geológicos que conforman los Infiernos de Loja, un paraje que bien vale la pena conocer y disfrutar. Al fondo, sobre un difuminado horizonte, comenzamos a divisar las blanqueadas casas de Huétor Tájar. Estamos en la espaciosa, amplia y fértil Vega de Calardos dividida sin reparo por la recta de Calardos de la autovía.
A la derecha la Casería del Rocío, la autovía A 92 y la Estación de Servicio de la Casería Nueva a nuestra izquierda. Ese es el punto en el que abandonamos la vía de servicio girando a la izquierda totalmente, hasta llegar a la mismísima orilla izquierda del río Genil. Una hilada de parrales ofrecen generosos sus frutos que empiezan a resecarse. Es un buen sitio para hacer una corta parada y degustar algunas uvas seleccionadas, casi pasas, que nos resultan deliciosas. Estamos en la Vega de los Tejares y de Viñas Viejas, ya a unos pasos de la entrada a Huétor Tájar.
Disfrutando de lo que generosamente da el campo.
Huétor Tájar, es un municipio a caballo entre la Comarca de Loja y la Vega de Granada del Poniente Granadino, con una población por encima de los 10.000 habitantes, se configura, gracias al río Genil, como uno de los pueblos que dispone de una elevada riqueza agrícola destacando sobre todo por el cultivo del espárrago con denominación de origen.
Esparragueras a las puertas de Huétor Tájar
Pausadamente disfrutamos de un tranquilo y calmado paseo por las calles hueteñas, llegando hasta el sitio en donde trabaja Sandra, la hija de Aurelio, Empresa de Seguros Grupo 10, ya que al compañero de andanza, le hace ilusión, y por que no decirlo, a nosotros también, que sellemos nuestra humilde credencial allí y que el proceso de sellado lo haga Sandra. ¿Y cómo no vamos a hacer realidad esa ilusión? Emocionadamente asistimos a tan emotivo momento, para posteriormente continuar caminando, desviándonos paulatinamente hacia el noroeste, buscando ahora el margen derecho del río Genil, en donde se encuentra el viejo Camino de Villanueva, que atraviesa una fértil vega rica en esparragueras, maizales y en las que se está introduciendo poco a poco el cultivo del pistacho y de forma sorprendente el olivar de regadío.
Recuperando energía después del vadeo del arroyo Milano.
Vadeamos el arroyo Milano, y a la sombra de un gran álamo blanco nos disponemos a hacer una pausa en el camino, tomar un leve bocado y sobre todo calmar a las nerviosas mariposas que revolotean en el estómago. Y es que se nota que pisar la tierra familiar de Villanueva Mesía, mete un puntito de nervios en el ánimo. Ya nos faltan los últimos pasos.
Por las inmediaciones del Cortijo de la Verdeja pasamos para acceder al pueblo por “la rueda”, punto estratégico y limítrofe: De la rueda hacia el oeste es término de Villanueva Mesía; de la rueda hacia el este, es término municipal de Huétor Tájar.
Caminamos sonrientes pero silenciosos, con una sonrisa congelada en la cara, como alelados. Alargo la mano, toco los radios de la rueda y exclamo para mis adentros:“¡Ya estamos en casa, gracias a Dios, y a Fray Leopoldo, claro!”. Cada paso que damos, creo, nos va haciendo conscientes de los cientos, miles de pasos, que hemos dado desde aquel día que empezamos la gran aventura de seguirle los pasos al fraile en Alpandeire. No nos podemos hacer ni una idea. Me resulta raro entrar con la mochilona a la espalda, en modo peregrino, caminar por la familiar acera de la Avenida de Andalucía hasta llegar a la Plaza del Cine en donde se encuentra el Ayuntamiento de Villanueva Mesía hacia el que emocionadamente nerviosos dirigimos nuestros pasos en busca del preciado sello para nuestra credencial casera. De la emoción, apenas me salen las palabras para saludar a los conocidos con quienes nos cruzamos.
Llegamos al Ayuntamiento y cedemos el paso a Aurelio para que entre en cabeza, sabedores de la ilusión tan profunda que siente en este momento. Llegamos a la oficina y allí las caras conocidas y sorprendidas al vernos, nos saludan de modo muy grato. El Sr. Alcalde José Antonio Durán, disfruta también alegremente de este momento y nos estampa cuidadosamente en nuestra credencial el ansiado sello del Ayuntamiento de Villanueva Mesía, quedando todos jubilosamente reconfortados. Aurelio, el amigo, apenas puede decir una palabra que se le traba en la garganta. Los ojos relumbrones y el gesto sonriente de la cara lo dice todo: “Lo hemos conseguido. Ya estamos en casa”. Las dos etapas que quedan hasta el Santuario de Fray Leopoldo, se nos antojan ya de puro trámite.
El Sr.Alcalde de nuestro pueblo, Villanueva Mesía, sella la credencial de peregrino.
Salimos relajados del edificio consistorial para dirigirnos, como manda nuestra costumbre, hasta la Plaza del Cine, Bar Central, en donde nuestro “Ángel de la Guarda Maleno”, Jaime nos recibe, nos abraza y nos felicita. Es un momento dulce, en el que la “maceta fray leopoldina” no puede faltarnos.
Y es en el momento del brindis, cuando respiro profundamente y pienso, una vez más, que mis pies tocan tierra conocida, familiar. Cierro los ojos y vuelvo a dar las gracias al cielo.
Puede ver el álbum de fotos de la etapa 9 aquí>>>