El Padul (Granada), lunes, 28 de Febrero de 2.022.
“Los árboles y las plantas son nuestros aliados. Seremos libres si aprendemos de ellos” (Vandana Shiva, Dehradun, India, 5 de Noviembre de 1.952).
Sabida es la indispensable función que tienen los árboles en el desarrollo vital de la Naturaleza y de nuestro Planeta. Cada uno de ellos (de los tres billones que se estima viven en la Tierra) es un ecosistema completo. Sin ellos, la vida sería muy diferente a como la conocemos hoy día: la Tierra sería completamente un desierto.
Entre los beneficios que nos aportan los árboles, están éstos: producen el oxígeno que forma la atmósfera que respiramos; ayudan a regular el ciclo hídrico; son grandes generadores de alimentos; son necesarios para la supervivencia de 9 de cada 10 de las especies conocidas; como gigantescos sumideros de carbono, ralentizan el calentamiento global; previenen la erosión y retienen la humedad de los suelos; disminuyen la contaminación acústica; nos protegen del sol y nos refrescan; extraemos de ellos productos como la madera; embellecen nuestros paisajes; son el hogar de muchos animales e insectos, etc…
¿Cuánto aire somos capaces de respirar en un día?.
Los estudios dicen que en un día, cada persona, puede llegar a consumir unos 8.600 litros de aire (unos 6 litros por minuto: necesitamos 22 árboles por persona y día para poder suplir nuestra demanda de oxígeno). Nosotros, al respirar, expulsamos dióxido de carbono, gas que necesitan las plantas y los árboles para poder realizar el proceso de fotosíntesis (los árboles son capaces de absorber 22 kg de dióxido de carbono al año - el CO2 o dióxido de carbono es el principal gas responsable del efecto invernadero).
El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, dice de la palabra “fotosíntesis”: “Proceso metabólico específico de ciertas células de los organismos autótrofos, como las plantas verdes, por el que se sintetizan sustancias orgánicas gracias a la clorofila a partir de dióxido de carbono y agua, utilizando como fuente de energía la luz solar”.
¿Duermen y Sueñan los árboles?
En el año 325 a.C., Andrósthenes de Tasos, almirante e historiador de Alejandro Magno, observa los cambios en la posición de las hojas de las plantas a lo largo del día.
Plinio el Viejo (23 - 79), en el siglo I, observa cómo el tamarindo abre y cierra sus hojas siempre a la misma hora del día.
En 1.729, Jean Jacques d’Ortous de Mairan (1.678 - 1.771) realiza el primer experimento cronobiológico de la historia, registrando la espontánea y precisa apertura diaria de la mimosa púdica, aún encerrada en un cuarto donde no llega la luz del sol.
El naturalista Carl von Linneo (1.707 - 1.778) en su “Philosophia botanica” (1.751), tras observar cómo ciertas plantas, clasificadas como “aequinoctales”, se abren y cierran siempre a la misma hora del día, y que esas horas varían de una especie a otra, sienta que se puede deducir la hora aproximada… también observa que las flores siguen abriéndose incluso encerradas en un cuarto oscuro… pensó: las flores no duermen, ni sueñan…
Charles Darwin (retrato de George Richmond, 1.840)
Charles Darwin (1.809 - 1.882) en su “El poder del movimiento en las plantas'' (1.880) le contradice: cada planta genera su propio ritmo diario y advierte patrones de conducta nocturna en algunas hojas y tallos a los que llama “sueño”.
El biólogo alemán Erwin Bünning (1.906 - 1.990) describe los ritmos circadianos endógenos de los vegetales.
Según demuestra el Estudio (*) realizado por investigadores de Austria, Finlandia y Hungría, los árboles, al igual que el ser humano y muchos otros seres vivos, también duermen.
Nota (*): “Cuantificación del movimiento nocturno de ramas y follaje de abedul (“Betula pendula”) con escaneo láser terrestre de intervalo corto” (“Quantification of Overnight Movement of Birch (“Betula pendula”) Branches and Foliage with short interval Terrestrial Laser Scanning”), publicado en “Fronteras en la Ciencia de las Plantas” (“Frontiers in Plant Science”), 29 de Febrero de 2.016.
El equipo que realiza el Estudio está formado por: Christian Briese (Departamento de Geodesia y Geoinformación,“Technische Universitat Wien”, y EODC - Centro de Datos de Observación de la Tierra para el Monitoreo de los Recursos Hídricos, Viena, Austria), Gottfried Mandlburger (Departamento de Geodesia y Geoinformación, Viena, Austria), Norbert Pfeifer (Departamento de Geodesia y Geoinformación, Viena, Austria), Martin Pfennigbauer (Sistemas de medición Láser RIEGL, Horn, Austria), Eetu Puttonen (Médico, Gerente de investigación, Departamento de Teledetección y Fotogrametría del Instituto de Investigación Geoespacial y del Centro de Excelencia en Investigación de Escaneo Láser - “National Land Survey” (NLS), Masala, Finlandia), Martin Wieser (Departamento de Geodesia y Geoinformación, Viena, Austria) y András Zlinszky (Instituto Limnológico Balaton, Centro de Investigación Ecológica, Academia Húngara de Ciencias, Tihany, Hungría).
El Objetivo del Estudio es determinar los movimientos circadianos del abedul plateado (“Betula pendula”) ramas y follaje detectados con escaneo láser terrestre (TLS). El Estudio consiste en 2 experimentos, geográficamente separados, realizados en el Sur de Finlandia (Kirkkonummi) y en el Norte de Austria (Horn), en la misma época del año y en condiciones exteriores similares. Se realizan 14 escaneos láser individuales en Finlandia (con un intervalo de 1 hora y cerca del atardecer y amanecer, de 40 minutos), y 77 en Austria (con un intervalo de 10 minutos), tomados entre la puesta y la salida del sol, por un escáner láser hiper espectral (HSL) del Instituto de Investigación Geoespacial de Finlandia (FGI).
Analizan el comportamiento de las ramas del abedul, desde el ocaso al alba, durante muchas noches de mediados de Septiembre (época de menores vientos en las zonas analizadas y cerca del Equinoccio, en el que los días y las noches tienen la misma duración).
Nota: Las mediciones son tomadas: del 13 al 14 de Septiembre de 2.013 (Finlandia) y del 19 al 20 de Septiembre de 2.014 (Austria).
Para poder ver bien las ramas durante la noche, usan cámaras infrarrojas. Al analizar los datos, se llevan una grata sorpresa. Los abedules, reducen la altura de sus ramas unas pocas horas después de la puesta de sol. Su tronco se comba y las ramas y hojas caen ligeramente hacia el suelo.
“Nuestros resultados muestran que todo el árbol cae durante la noche, lo que puede verse como un cambio de posición en las hojas y ramas (...) Los cambios no son demasiado grandes, solo hasta 10 cm para árboles con una altura de aproximadamente 5 metros, pero fueron sistemáticos y estaban dentro de la precisión de nuestros instrumentos”(Eetu Puttonen).
El estudio concluye que es justo antes del amanecer cuando las ramas del árbol caen más bajas y que vuelven a su posición original tan solo unas horas después.
Los expertos creen que esta bajada se debe a una disminución de la presión de agua interna del árbol, un fenómeno conocido como“presión de turgencia”.
Debido a que por la noche no se realiza la fotosíntesis, los investigadores afirman que lo más probable es que esta forma de relajar sus ramas sea una forma de descansar y guardar energía, al igual que lo hacemos los humanos.
"El movimiento de las plantas siempre está muy relacionado con el balance hídrico de las células individuales, que se ve afectado por la disponibilidad de luz a través de la fotosíntesis. Pero los cambios en la forma de la planta son difíciles de documentar, dado que la fotografía clásica utiliza la luz visible, que interfiere con el movimiento del sueño" (András Zlinszky).
Los siguientes objetivos: aplicar esta misma técnica de observación en otras especies forestales, para comprobar si de igual manera “descansan” cuando llega la noche.
"Creemos que las nubes de puntos de escaneo láser nos permitirán desarrollar una comprensión más profunda del patrón de sueño de las plantas y ampliar el alcance de nuestras mediciones desde plantas individuales a áreas más grandes, como huertos o parcelas de bosque" (Norbert Pfeifer).
Colofón
El cuento “Los tres árboles”, aunque se le atribuye al escritor italiano Giovanni Papini (1.881 - 1.956), su autor es desconocido y, al parecer, se trata de una antigua leyenda que comienza así: “Había una vez en la cima de una montaña tres árboles pequeños. Estaban de pie y soñaban con lo que ellos querían ser cuando crecieran. El primer arbolito, mirando a las estrellas que centellean como los diamantes dijo: “Yo quiero ser cubierto con oro y lleno con las piedras preciosas. Yo seré el cofre del tesoro más lindo en el mundo!“. El segundo arbolito miraba un arroyo que fluía en su camino al océano. entonces dijo: “Yo quiero ser una nave poderosa. Yo quiero viajar por las aguas y llevar a los poderosos reyes. Yo seré la nave más fuerte en el mundo!”. El tercer arbolito miraba hacia abajo, en el valle dónde los hombres y mujeres ocupados trabajan en un pueblo. “Yo no quiero dejar esta cima en absoluto”, dijo. “Yo quiero crecer tan alto que cuando las personas se detengan para mirarme, ellos levantarán sus ojos al cielo y pensarán en Dios. Yo seré el árbol más alto en el mundo!”.
“The Memory of Trees” (“La Memoria de los Árboles”, 1.995) es una canción de Enya (Eithne ní Bhraonáin, Gweedore, Irlanda, 17 de Mayo de 1.961, cantante y compositora) instrumental, con voces sin palabras, que aporta paz y serenidad… que nos hace viajar mentalmente a lugares desconocidos y misteriosos… mágicos (como los árboles).
“Tres árboles” es una canción infantil del cantante (charanguista) chileno Ítalo Pedrotti (Santiago de Chile - 28 de Septiembre de 1.966), que nos habla de la esperanza, de los niños y de los árboles… encantadora…