Santiago de Compostela, domingo, 14 de Octubre de 2.018 (I).
"Las dos hermanas", fueron conocidas también como "las marías", "las dos marías", "las dos en punto" ó "cara de palo".
“Quizá se hayan encontrado con las dos Marías si alguna vez han ido a Compostela, y puede que hasta prestasen cierta atención a las vestimentas coloridas y el porte taciturno con los que reciben a los paseantes que se adentran en las frondosidades de la Alameda. … A mí me contaron su historia… los estigmas del pasado son llagas abiertas en nuestro presente y … la gran Historia que con arrogante mayúscula se escribe en los manuales precisa, para ser comprendida cabalmente, del pulso cotidiano de las historias pequeñas y minúsculas que conformaron aquélla o que, simplemente, se limitaron a sufrirla”. (Miguel Barrero, fragmento de “Historia triste de las dos Marías”, Febrero 2.018).
Vivieron en una Santiago de Compostela, clerical y provinciana del siglo XX, que no hace mucho… quedó atrás en el tiempo.
En el Parque de la Alameda y desde 1.994, hay una escultura, obra de César Lombera Moret (1.953), que se ha convertido en símbolo de la ciudad de Santiago de Compostela y que representa la imagen de Maruxa y Coralia Fandiño Ricart.
De las dos hermanas, Maruxa era la mayor, pero la más pequeña de estatura, dicharachera y la que solía llevar “la voz cantante”; Coralia era la más joven, más alta, tímida y silenciosa.
Las dos hermanas eran popularmente conocidas en Santiago, durante las décadas de 1.950 - 1.960 - 1.970, por su diario y constante pasear por el casco viejo (“Zona Vella”) hasta la Alameda. Ataviadas con un vestuario de mucho colorido pero bastante estrafalario y un maquillaje recargado, salían a flirtear con los jóvenes universitarios (que buscaban por la zona, lugar donde comer, bien y barato…).
Siempre paseaban la una junto a la otra, como “apoyándose” ó “protegiéndose” entre sí. En una España de posguerra, silenciosa, oscura y reprimida, ellas se mostraban atrevidas y desenvueltas, paseando por Santiago con no poco descaro, de forma llamativa y “haciéndose notar”, actuando como si fueran aún “jóvenes”, cuando eran ya “venerables”... yo creo que intentando romper con su difícil pasado, o tal vez, como manera de revelarse contra él.
Su "propósito" era cambiar, todos los días, en su cotidiano atuendo y arreglo personal, de la forma más llamativa y espectacular.
Por lo "general", la gente de Santiago de Compostela, las tenían como "locas, extravagantes y solteronas".
Pero, quienes las conocieron, dicen de ellas que eran sinceras, sencillas y muy vulnerables. Y fueron "débiles objetos" de la burla del pueblo, del rechazo, del aislamiento, de la marginación.
Según el periodista Diego Bernal López (/ - 2001): eran “mujeres infinitas en inocencia, millonarias en pobreza“.
Fueron, en fin, unas pobres personas, “víctimas de la opresión política” y muy controvertidas en su tiempo.
Pero lo real y verdadero, es que estas mujeres vivieron un doloroso drama, consecuencia de la Guerra Civil Española y de la dura posguerra y sufrieron un largo proceso de maltrato social e institucional.
Hijas del matrimonio formado por el zapatero, Arturo Fandiño Requeijo (1.866 - 1.941) y de la costurera, Consuelo Ricart Pombo (1.868 - 1.961). Que tuvieron 13 hijos (9 hembras y 4 varones), de los que María (Maruxa ó Maruja), era la cuarta (1.898 - 1.980), y Coralia (María Coralia Argentina), era la duodécima (1.914 - 1.983).
La zapatería estaba en la casa número 32 de la calle Algalia de Arriba (cerca de la Catedral y de la Plaza de Abastos); mientras que vivían y trabajaban en un taller de costura, en el número 16 de la calle Espíritu Santo (situado entre los Parques de Xixón, Fermín Bouza Brey y del Monte Almáciga).
En 1.925, el Sindicato Independiente C.N.T. (Confederación Nacional del Trabajo), de ideología anarquista, abre su sede regional en Santiago de Compostela. Manolo Fandiño Ricart, pintor de profesión, fue su Secretario General. Poco después, sus hermanos Alfonso y Antonio, se afiliaron al Sindicato.
Con la llegada de la IIª República (14 de Abril de 1.931), se expandió por toda España “el sueño republicano y revolucionario”... “sueño” que tuvo un dramático despertar, el sábado, 18 de Julio de 1.936, y que se convirtió en sangrienta pesadilla tras casi 3 años de Guerra Civil (1.936 - 1.939).
Tras la Guerra Civil, la represión fue feroz. El odio, la opresión y el miedo golpearon de lleno a la familia Fandiño Ricart.
Los hermanos sindicalistas, consiguieron escapar, “escondiéndose en el monte”.
La pesadilla para las hermanas Fandiño comenzó cuando los falangistas trataron averiguar el paradero de los hermanos fugados. A horas intempestivas de la noche, llegaba la “Policía Social” a la casa familiar, registraban y desordenaban la vivienda, desnudaban en la vía pública a las hermanas para humillarlas y las subían al monte Pedroso de Santiago.
José Enrique Rivadulla Corcón, autor del documental “Coralia e Maruxa. As irmás Fandiño” (2.008), dice: “No está demostrado, pero hay gente que afirma que las llegaron a torturar e incluso a violar”. “Esos malos tratos continuados fueron la causa de la locura que ambas sufrieron, porque «antes no eran así»”.
El periodista “Borobó” (Raimundo García Domínguez, 1.916 - 2.003) sostenía que las hermanas, habían sido miembros de la C.N.T., como sus hermanos, y que habían llevado a cabo tareas de enlace con sindicalistas escapados de Galicia.
Manolo Fandiño estuvo escondido durante años. Antonio fue descubierto, torturado, juzgado y encarcelado durante veinte años. Alfonso, huyó poco días después del 18 de Julio, en un barco que salió del puerto de Muros. Tiempo después, Alfonso regresó, militando en la clandestinidad, y finalmente fue capturado, juzgado y encarcelado en el penal de Santoña (murió en la ciudad de La Coruña, el 17 de Septiembre de 1.991, a los 83 años).
Las mujeres de la casa, la madre y las hermanas, tuvieron que vivir, durante décadas, entre las amenazas, el aceite de ricino, el cabello rapado…
Esta vivencia atroz, se prolongó hasta mediados la década de 1.940 y causó mella en el carácter de estas mujeres.
Las Fandiño fueron “marcadas e insultadas”... y dejaron de trabajar como costureras, trabajo que ejercían con su madre, pues nadie quería "señalarse" encargándoles ningún trabajo...
Las llamaron “rojas”, las trataron de “putas”... Y el trabajo desapareció, como medio de sustento y dignidad... y el hambre se hizo presente en su vida cotidiana.
A partir de ese momento, vivieron de la caridad de los vecinos. Los que querían ayudarlas... no les daban limosna directamente, sino que compraban comida (en la tienda de importación “Carro”, que estaba en la Plaza del Toural), y el dueño, se las daba con la excusa de que eran “promociones” de empresas y no caridad...
“Las dos Marías” tienen su artículo en Wikipedia, donde indican: “Las dos hermanas Fandiño fueron las mujeres más conocidas y fotografiadas de Compostela. Maruxa y Coralia ―que siempre se había querido llamar Rocío―, lograron crear un mecanismo de defensa para sobrevivir: se volvieron locas, y en su locura recuperaron el sueño de la juventud. Siempre escuálidas, como si vivieran en un campo de concentración, sin dientes, se vistieron de luz y color, llenas de maquillaje como si se tratase de una representación de máscaras: polvo de arroz, colorete y carmín en ese Santiago de la mediocridad, la miseria y el terror. Cada día, al mismo tiempo, marcadas por la campana Berenguela de la Catedral de Santiago de Compostela, en el verano iban por la calle del Espíritu Santo hasta el Paseo en el Toural, en el invierno en las arcadas de la Rúa del Villar, desafiado al tiempo gris y la mente de la gente con su luz de la antorcha permanentemente. E incluso cuando algunos estudiantes querían, con una galantería burlona, acercarse a estas máscaras de color, ellas, con la dignidad recuperada y la fuerza de la locura rechazaban ese «cortejo» diciendo en español: «¡Tú ya tienes!»”.
“Según Fermín Bescansa, en una ocasión una tormenta les arruinó el techo de su casa, y se organizó una colecta que reunió un cuarto de millón de pesetas, que en ese momento era el valor de un apartamento”.
“Maruxa falleció en Santiago de Compostela el 13 de mayo de 1980, a los 82 años”.
“Coralia se fue a vivir con otra hermana al puerto de La Coruña (75 km al norte), ciudad a la que nunca se adaptó. Murió dos años más tarde ―el 30 de enero de 1.983, a los 68 años de edad― después de preguntar muchas veces cuál era el camino para volver a Santiago”
“Hasta 2.014, ambas se encontraban enterradas en tumbas separadas y alejadas en el compostelano cementerio de Boisaca. Maruxa en la tumba número 991, con tres de sus hermanos y su madre. Coralia, en la tumba 3.196, con su padre”.
Crónica del periodista e historiador, Fernando Franjo Franjo (1.963): “Las dos Marías, uno de los mayores símbolos de la ciudad de Compostela, recibirán mañana (28-05-2.014) un homenaje en el cementerio de Boisaca (18.00 horas) con la colocación de una lápida mortuoria en la tumba que alberga sus restos. Esta iniciativa, que se gestó hace más de un año, fue presentada ayer públicamente por el Ateneo de Santiago y por la Asociación Cultural O Galo, principales impulsores de la idea en un intento de promover la sensibilidad ciudadana con el recuerdo de las hermanas Coralia y Maruxa, inmortalizadas desde hace años en la Alameda compostelana y, como dijo Xosé Ramón Pousa, "una parte de su paisaje urbano".
“Las hermanas Maruxa y Coralia Fandiño Ricart, siempre jóvenes en el espejo, vestidas con las mejores costuras de vivos coloridos, como muñecas de porcelana, maquilladas con polvo de arroz en su rostro, colorete en sus mejillas y carmín en sus labios, pasean juntas y para siempre por las calles de la eternidad, rua abaixo, camino de la Alameda, a encontrarse con los ojos de aquel joven estudiante…” (de la obra de teatro “Las dos en punto” (2.016), de Walter Sánchez Rodríguez).
NOTA: Recomiendo la lectura del libro “Las Marías de Santiago” (2.017), de la periodista, Áurea Sánchez Puente.
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