El Padul (Granada), Miércoles Santo, 27 de Marzo de 2.024.
Durante la Segunda Guerra Mundial (1.939 - 1.945) la ciudad de Leningrado (con más de 2,5 millones de habitantes, 400.000 de los cuales son niños - hoy, San Petersburgo) sufre un largo asedio (uno de los más largos y despiadados de la Historia).
El ejército soviético, bajo el liderazgo de Iósif Stalin (1.878 - 1.953), está decidido a defender Leningrado y a mantener la moral de la población. La ciudad resiste durante 872 días, y sus habitantes demuestran una tenacidad asombrosa frente a la adversidad. A pesar de los horrores del asedio, los ciudadanos no ceden ante el enemigo y mantienen una resistencia feroz. El ejército nazi, a las órdenes de Aldolf Hitler (1.889 - 1.945) tiene como objetivo capturar Leningrado (cuna de la Revolución) y eliminarlo como un centro cultural y económico de la Unión Soviética. Aunque logran cercar la ciudad, no pueden conquistarla por completo, pese a los continuos bombardeos y combates. Dimitri Shostakóvich (1.906 - 1.975), compone su Sinfonía nº 7 “Leningrado” que es estrenada en la ciudad el 9 de Agosto de 1.942, dirigida por Karl Eliasberg (1.907 - 1.978), director de la orquesta de radio de Leningrado e interpretada por unos músicos sacados del frente y de las bandas militares (sólo 20 de los 100 componentes de la orquesta habían sobrevivido). Se colocaron altavoces por las calles y se transmitió por radio. La Sinfonía se va a convertir en el símbolo de la resistencia soviética. La ciudad sufre un cerco implacable y sólo en invierno, cuando se congelan las aguas del lago Ládoga y del río Nevá, se puede establecer un precario corredor de suministros… insuficiente para satisfacer mínimamente, todas las necesidades de la población de la ciudad. Familias enteras fallecen de hambre (más de 600.000 personas). La urgente e imperiosa necesidad de paliar la hambruna, hace que los animales desaparezcan: primero las mulas, los caballos y los burros; después les siguen los animales del zoo, los perros y los gatos. Al final la población se alimenta de las palomas, los pájaros y las ratas… … éstas últimas, por la falta de enemigos naturales, se han reproducido sin control. Proliferan por toda la ciudad y tienen alimento en abundancia… gracias a los muertos y moribundos. Muy pronto, la proliferación de las ratas se convierte en un problema de primer orden: hordas de ellas, asaltan, atacan y roen las escasas provisiones de la ciudad… las Bibliotecas y Archivos… y hasta el Patrimonio Histórico Artístico de los Museos de la ciudad… … comienzan a devorar todo lo que aún se puede encontrar comestible… llegan a atacar a los niños enfermos y desnutridos y a los ancianos mientras duermen… la amenaza de epidemias (incluida la peste) se cierne sobre la ciudad… … ante la grave situación, las autoridades despliegan diferentes estrategias para perseguir y eliminar la plaga de ratas. El uso de armas de fuego e incluso de tanques para aplastarlas tiene resultados penosos… Durante el Invierno de 1.943 - 44, al abrirse el corredor, se autoriza un cargamento especial que, proveniente de Yaroslavl, Tyumen, Irkutsk y Omsk (las tres últimas, en Siberia) con el tiempo, se va a conocer como la “División Maullido”... son más de 5.000 gatos de raza siberiana, que llenan 4 vagones de tren… … Y, para tenerlos “bien motivados en el cumplimiento de su misión”, no son alimentados durante los días que dura el viaje. Algunos gatos son “liberados” en la Estación… y, el resto, distribuidos entre los distritos más afectados, los Museos y Palacios y entre los Hospitales de la ciudad. También los entregan a familias para su cuidado. Y la “División Maullido” hace un magnífico trabajo. La invasión de ratas es frenada y, poco a poco, eliminada. El jueves 27 de Enero de 1.944, las fuerzas soviéticas logran romper el cerco nazi y liberar Leningrado, poniendo punto final a 2 años, 4 meses y 19 días de asedio. Sin embargo, la ciudad queda devastada y con enormes pérdidas humanas. Se estima que más de 1.200.000 de personas han muerto debido al asedio: por el hambre, los bombardeos y las enfermedades… una catástrofe humanitaria de proporciones inimaginables. Colofón
Svetlana Alexievich (1.948 - Premio Nobel de Literatura 2.015) en su libro “Últimos testigos. Los niños de la Segunda Guerra Mundial” (2.016), ambientado en el asedio de Leningrado, escribe: “Cada día, (el gato) Vaska salía a cazar y traía de regreso a casa un ratón o incluso una gran rata. Mi abuela destripaba a los ratones y hacía estofado, mientras que con las ratas lograba hacer un buen goulash (...) El gato siempre se sentaba junto a ella (su abuela) y esperaba su turno para comer. Durante la noche, los tres se metían bajo la misma frazada y él las adormecía con su ronroneo (...) Cuando por fin se levantó el bloqueo de la ciudad y volvió a llegar comida, e incluso después de la guerra, mi abuela siempre guardaba los mejores trozos para el gato. Lo acariciaba cariñosamente diciendo ‘eres nuestro sostén’ (...) Vaska murió en 1.949 y mi abuela se las arregló para sepultarlo en el cementerio. Para que nadie pisoteara su tumba, le puso una cruz donde escribió ‘Vasily Bugrov’. Cuando llegó su momento, mi madre sepultó a mi abuela junto al gato, y luego, yo sepulté a mi madre con ellos. Hoy, los tres yacen juntos bajo la misma lápida, como en la guerra, los tres juntos bajo la misma manta”.
Tal es el apego de los rusos a sus gatos que tienen su propio “Día del Gato”, el 1º de Marzo. La ciudad siberiana de Tyumén (una de las principales proveedoras de los gatos de la “División Maullidos”), en la Plaza de los Gatos Siberianos, tiene 12 esculturas de gatos, en hierro fundido, recubiertos con una pintura dorada. En la calle Malaya Sadovaya de la actual San Petersburgo, desde el año 2.000, hay 2 esculturas que conmemoran estos hechos. Una en la fachada del número 8 (a la que se bautizó como “Elisha”) y otra en la cornisa del edificio número 3 (conocida como “Vasilisa”). Tanto la plaza y esculturas de Tyumén como las esculturas de San Petersburgo, son una muestra del respeto y el cariño que los rusos tienen por los gatos… que acabaron con la plaga de ratas, salvando el Patrimonio de la ciudad y las Vidas de sus habitantes, al evitar la proliferación de enfermedades transmitidas por los roedores.
2 Comentarios
Alberto Jiménez
27/3/2024 09:29:36 pm
Este articulo lo deberían de leer los que han hecho la ley animalista, con la que obligan a castrar a todos los gatos. Yo opino. que si la ley se cumple, se extinguirá la especie. Este bonito articulo refleja lo que pasaría en ese caso.
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AutorAntonio Gómez Romera, ése soy yo. Entradas
Abril 2024
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