El Padul (Granada), miércoles, 28 de Febrero de 2.024. En la mayoría de países de toda la cuenca mediterránea, el ciprés es uno de los árboles que suelen adornar los cementerios. Sobre el ciprés, he leído en la página https://www.tesaurohistoriaymitologia.com/es/ : “Este árbol es uno de los atributos de Plutón. Trae su nombre de Cipariso. La ciudad de Ciparisa, en la Fócida, fue llamada así en lo sucesivo, por estar rodeada de cipreses. Los griegos conservando la costumbre de algunos pueblos antiguos, colocaban este árbol sobre los sepulcros y monumentos funerarios. Su ramaje sombrío y lúgubre, parecía llamar, en efecto a la melancolía y el dolor. Este árbol no fue consagrado solamente a Plutón. Esculapio, tenía un templo, cerca de Sicione, rodeado enteramente de cipreses. Los latinos daban al ciprés, lo mismo que a Plutón, el sobrenombre de "feralis, árbol fúnebre", y los etruscos, los habitantes de Fiezoli, los asculanos y el pueblo de Verona adornaban con él sus lámparas funerarias. Los mismos pueblos rodeaban de cipreses los altares de los dioses infernales y los sepulcros de los grandes hombres Tal fue en Roma el de Augusto colocado en el campo de Marte. Se cubría también con ramas de este árbol el pavimento de las casas de los desgraciados y delincuentes. Era así mismo la señal del dolor y la desesperación. Todas las víctimas que se ofrecían a Plutón eran coronadas de ciprés, y los sacerdotes, en los sacrificios establecidos en honor de este dios, llevaban siempre sembrados sus vestidos con hojas de este árbol”. Hay distintas versiones, que explican el porqué el ciprés es el arbol de nuestros cementerios:
En la Mitología Griega, Cipariso fue un bello joven nacido en la Isla de Ceos, hijo de Télefo (personaje vinculado a la Guerra de Troya y descendiente de Heracles). Pero, para saber sobre Cipariso, vamos a acudir a la fuente de los clásicos, en éste caso al poeta romano Ovidio (Publio Ovidio Nasón, 43 a.C. - 17 d.C.): “ (...) sagrado para las ninfas que poseen de la Cartea los campos, un ingente ciervo había, y con sus cuernos, ampliamente manifiestos, él a su propia cabeza altas se ofrecía sus sombras; sus cuernos fulgían de oro, y bajando a sus espaldillas, colgaban enjoyados collares en su torneado cuello; una borla sobre su frente, argentina, con pequeñas cinchas atada se le movía, y de pareja edad, brillaban desde sus gemelas orejas alrededor de sus cóncavas sienes, unas perlas. Y él, de miedo libre y depuesto su natural temor, frecuentar las casas y ofrecer para acariciar su cuello, a cualesquiera desconocidas manos, acostumbraba. Pero, aun así, antes que a otros, oh el más bello de las gentes de Ceos, grato te era, Cipariso, a ti. Tú hasta los pastos nuevos a ese ciervo, tú lo llevabas del líquido manantial hasta su onda, tú ora le tejías variegadas por sus cuernos unas flores, ahora, cual su jinete, en su espalda sentado para acá y para allá contento blanda moderabas su boca con purpurinos cabestros. El calor era, y mediado el día, y del vapor del sol, cóncavos hervían los brazos del ribereño Cáncer. Fatigado, en la herbosa tierra depositó su cuerpo el ciervo, y de la arboleada sombra se llevaba el frío. A él el muchacho, imprudente, Cipariso, le clavó una jabalina aguda, y cuando lo vio a él muriendo de la salvaje herida decidió que él quería morir. Qué consuelos no le dijo Febo y cúanto le advirtió que ligeramente y con relación a su motivo se doliera. Gime él, aun así, y de presente supremo esto pide de los altísimos, que luto él sintiera en todo tiempo. Y ya agotada su sangre por los inmensos llantos hacia un verde color empezaron a tornarse sus miembros y los que ahora poco de su nívea frente colgaban, sus cabellos, a volverse una erizada melena y, asumida una rigidez, a contemplar, estrellado, con su grácil copa el cielo. Gimió hondo y triste el dios: “Luto serás para nos, y luto serán para ti otros, y asistirás a los dolientes”. (Ovidio. Libro X de “Las Metamorfosis”). NOTAS:
Según algunos autores, el mito de Cipariso representa el paso de la adolescencia a la madurez, mostrando un muchacho que se inicia en la caza y las artes de la guerra y que debe ser transformado para convertirse en adulto. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua, dice de la palabra “cipariso”: “Del lat. cyparissus, y este del gr. κυπάρισσος kypárissos. 1. m. poét. ciprés”. Si os fijáis bien, observaréis que Cipariso aún sigue llorando... cuando sus lágrimas, convertidas en resina, resbalan por su tronco…. “No se olvida lo que se muere, se muere lo que se olvida”
(José Saramago, 1.922 - 2.010).
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AutorAntonio Gómez Romera, ése soy yo. Entradas
Abril 2024
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