Año de 1.914. En un principio, se cree que la contienda bélica va a durar sólo unas semanas y, como mucho, unos pocos meses. Pero la cruda realidad, va a ser otra. Con el avance armamentístico, se crean y desarrollan nuevas armas: ametralladoras, aviones de combate, cañones, submarinos, tanques,… y también, a partir de 1.915, se comienza a experimentar con los primeros gases tóxicos, como el gas mostaza, que contamina el campo de batalla e incapacita a los soldados, de modo que no pueden defenderse. Todo ello, lleva a una rotunda negativa a rendirse, por parte de los implicados y como resultado, ambos bandos contendientes, alargan la guerra, lo que causa millones de víctimas. Se calcula que unos 9 millones de soldados y 7 millones de civiles mueren durante los combates; 20 millones, resultan heridos y 6 millones de personas son víctimas del hambre y las enfermedades. Las consecuencias son tan devastadoras a nivel económico y, sobre todo, generacional, que durante mucho tiempo a la Primera Guerra Mundial se la denomina la “Gran Guerra”, una guerra que trae consigo, una gran escasez de alimentos y un enorme perjuicio en la economía mundial. La primera gran guerra del siglo XX, adquiere unas dimensiones nunca vistas hasta entonces. Los ejércitos contendientes se “estancan” en la campiña francesa y belga, cavando trincheras, en las que durante 4 largos años, los soldados van a compartir su día a día, en los campos de batalla (plantados de espinosas alambradas metálicas), en medio del barro y la suciedad, en condiciones casi inhumanas, sufriendo todo tipo de enfermedades, viviendo entre ratas y con la permanente amenaza de la muerte… al otro lado de las trincheras. Tal como un veterano de guerra francés, Georges Luce, recuerda sobre la Primera Guerra Mundial: "Jugábamos a las cartas en las trincheras, y mientras eso, tu compañero quedaba atrapado en un fuego cruzado y muy pronto estaba muerto. Ya no considerabas la pérdida de alguien como algo extraordinario. Era una vida imposible. Teníamos piojos, no nos lavábamos, y en el invierno había lodo en todas las trincheras". Nota: El relato de Georges Luce, lo he leído en el artículo de J.M. Sadurní (Especialista en actualidad histórica), titulado “El final de la Primera Guerra Mundial” y publicado en “Historia - National Geographic” y actualizado el 13 de Marzo de 2.023. En Noviembre de 1.918, la situación bélica del Imperio Alemán se ha vuelto insostenible. Cuando el Imperio Austro - Húngaro se rinde el 3 de Noviembre, está claro que sólo es cuestión de días que Alemania le siga. El Imperio Alemán lleva desde Octubre intentando conseguir un Armisticio, lo más favorable posible, pero Estados Unidos condiciona su firma a la aceptación de una serie de medidas que el gobierno alemán considera inaceptables, la principal de ellas, la abdicación del káiser Guillermo II (Berlín, 1.859 - Doorn, 1.941) La crisis final se desencadena la noche del martes, 29 de Octubre, cuando una flota alemana destinada en el Mar del Norte, se niega a entablar batalla con la flota británica, desafiando a los altos oficiales y empezando un motín, ante lo que ven como un sacrificio inútil de vidas en una guerra ya perdida, que en cuestión de días se propaga a gran parte de la Marina y al Ejército. Cuando la revuelta se extiende a las ciudades, las presiones sobre Guillermo II para que abdique y facilite el Armisticio, se convierten en exigencias, ya que éste, es un punto innegociable para el presidente estadounidense Thomas Woodrow Wilson (Staunton, 1.856 - Washington D. C. 1.924). Temerosos de que las revueltas desencadenen en una Revolución, como ha sucedido en Rusia, los políticos y jefes militares alemanes se apresuran a aceptar unas duras condiciones de paz… sin sospechar… que están llevando a su país a una nueva guerra. Finalmente, el sábado 9 de Noviembre, el káiser renuncia a sus títulos y parte inmediatamente hacia los Países Bajos, posiblemente temiendo correr el mismo destino del zar Nicolás II de Rusia (Tsárskoye Seló, 1.868 - Ekaterimburgo, 1.918) y su familia, si la Revolución se radicaliza. Los últimos militares leales a él, interpretan esta huida, como una traición. A las 5 de la madrugada del lunes, 11 de Noviembre de 1.918, en un oscuro y frío vagón de tren, situado en un claro en el bosque francés de Compiègne (al Noreste de Francia) se firma el Armisticio, entre los representantes franceses y británicos de la Triple Entente y representantes de los imperios alemán y austrohúngaro, que pone fin a la Gran Guerra. Eddie Rickenbacker (Columbus, Ohio, EEUU, 1.890 - Zúrich, Suiza, 1.973), piloto de caza estadounidense, as de la aviación de la I Guerra Mundial, galardonado con la “Medalla de Honor”, describe la siguiente secuencia, que él divisó desde el aire: "A ambos lados de la tierra de nadie, las trincheras entraron en erupción. Hombres con uniformes caqui salieron de las trincheras norteamericanas y otros de uniforme gris surgieron de las alemanas. Desde mi posición, vi como lanzaban sus cascos al aire, arrojaban sus armas y movían sus brazos. Entonces, a lo largo de todo el frente, los dos grupos comenzaron a aproximarse por la tierra de nadie. De repente, los uniformes grises se mezclaron con los marrones. Pude ver cómo se abrazaban, bailando y saltando". De ésta manera, acaba la Gran Guerra, la más sangrienta de la historia de la Humanidad, pero las condiciones impuestas a Alemania, van a ser devastadoras: “Evacuación inmediata de los países invadidos […] así como de Alsacia y Lorena, que tendrá que completarse en los 15 días siguientes a la firma del armisticio” (cláusula II); “Entrega en buenas condiciones, por el Ejército alemán, del equipamiento siguiente: 5.000 cañones (2.500 pesados y 2.500 de campaña), 25.000 ametralladoras, 3.000 morteros de trinchera y 1.700 aeroplanos (cazas y bombarderos, empezando por los Fokker D VII y los aparatos de bombardeo nocturno)” (cláusula IV); “Evacuación por parte del Ejército alemán de los territorios en la orilla izquierda del Rin. […] serán administrados por las autoridades bajo el control de ejércitos de ocupación de los aliados y de los Estados Unidos” (cláusula V); “El sostenimiento de las tropas de ocupación en los territorios del Rin (con la exclusión de Alsacia y Lorena) correrá a cargo del Gobierno alemán” (cláusula IX); “La inmediata repatriación, sin reciprocidad […] de todos los prisioneros de guerra aliados y de los Estados Unidos […]” (cláusula X); “Se imponen las siguientes reparaciones financieras: reparación de daños. […]” (cláusula XIX, la cifra quedaba sin determinar)”. Las condiciones impuestas para la firma del Armisticio, son tan duras, que los representantes alemanes exigen que se añada una Declaración cuyos últimos párrafos rezan: “los plenipotenciarios firmantes consideran su deber reiterar y enfatizar sus repetidas afirmaciones, tanto orales como escritas, en el sentido de que la ejecución de este acuerdo arrojará al pueblo alemán en manos de la anarquía y la hambruna […]. El pueblo alemán, que ha aguantado durante cincuenta meses contra un mundo de enemigos conseguirá, a pesar de todas las fuerzas que se le opongan, preservar su libertad y su unidad. Un pueblo de setenta millones de habitantes sufre, pero no muere”. Pero la decisión de firmar el Armisticio, sólo afecta al Frente Occidental, pues la guerra ya ha terminado, de hecho, en el Oriental: Rusia se ha retirado del conflicto tras la firma del Tratado de Brest-Litovsk, en Marzo de 1.918, Bulgaria firma un armisticio el domingo, 29 de Septiembre, Turquía hace lo propio el miércoles, 30 de Octubre y los austrohúngaros, el domingo 3 de Noviembre. Lo precipitado del acuerdo y las duras condiciones impuestas a Alemania plantan la semilla del descontento… En particular, los sectores militaristas más duros no aceptan que Alemania pueda haber perdido la guerra y atribuyen la derrota a una supuesta conspiración de socialdemócratas y judíos para “sabotear intencionadamente el esfuerzo bélico”, lo que dá lugar a la llamada “leyenda de la puñalada por la espalda”. Ese discurso llega entre otros a un cabo del ejército, llamado Adolf Hitler (Braunau am Inn, Alta Austria, Imperio austrohúngaro; 1.889 - Berlín, Alemania nazi; 1.945) ingresado en un hospital militar a causa de un ataque con gas. Los médicos que se ocupan de él, relatan que “reaccionó de forma histérica” al anuncio del Armisticio, llegando incluso a padecer una ceguera temporal, y un psiquiatra del ejército lo califica de “peligrosamente psicótico”. Hitler nunca va a olvidar aquella humillación y hace de “la puñalada por la espalda” la base de su retórica antisemita. Nota: El 22 de Junio de 1.940 le llega finalmente la oportunidad de vengarse: el Tercer Reich ha ocupado Francia y el ahora Führer, Adolf Hitler, obliga a los franceses a firmar un nuevo Armisticio -ésta vez, favorable a Alemania-, para lo cual, ordena mover el mismo vagón de tren al mismo lugar donde, el 11 de Noviembre de 1.918, había terminado la primera Gran Guerra. Alemania es desmilitarizada y condenada a una deuda abusiva por las indemnizaciones a los vencedores. Además, Francia recupera Alsacia y Lorena, la Sociedad de Naciones administra sus colonias hasta su independencia y el Este de Alemania recae en Polonia, que actúa como muro del bolchevismo junto con las nuevas Repúblicas que se han independizado del antiguo Imperio Ruso. Con el final de la Gran Guerra. llega el final de grandes Imperios, como el austrohúngaro, el otomano, el ruso y el alemán. Como todas las guerras, la Primera Guerra Mundial trajo consigo la devastación, tanto en los países vencedores como en los vencidos: las ciudades, las fábricas y los campos de cultivo quedaron arrasados. La factura a pagar para algunos países fue muy alta, ya que quedaron arruinados y tardarían décadas en recuperarse. La guerra también trajo cambios a nivel social: supuso la incorporación de la mujer al mundo laboral ante la falta de mano de obra masculina, puesto que la mayoría de hombres se encontraban luchando en el frente. De este modo, ellas ocuparon su lugar en las fábricas y su papel en la sociedad empezó a cambiar y a verse un poco más reconocido. En la etapa final de la Gran Guerra, hace su aparición un nuevo tipo de infección respiratoria, que va a ser conocida como la "gripe española", y que, a inicios del año 1.918, acaba convirtiéndose en una pandemia. Se estima, que este devastador virus de la gripe tipo A, se cobra la vida de entre 20 y 40 millones de personas aproximadamente, hasta que remite en Abril de 1.920. El mapa geopolítico de Europa, se reestructura, creándose nuevos países, como Checoslovaquia, Hungría, Estonia, Finlandia, Letonia, Lituania, Polonia y Yugoslavia. Además, las naciones derrotadas, pierden las colonias que poseen en África y Asia. Y es la firma del Tratado de Versalles el 28 de Junio de 1.919 la que marca el final del conflicto y el principio de una nueva era. Más de 50 Estados que quieren la paz firman el Tratado, que entra en vigor el sábado, 10 de Enero de 1.920. El economista británico John Maynard Keynes (1.883 - 1.946), en su obra “Las consecuencias económicas de la paz” (1.919), reflexiona, de forma premonitoria: “Si lo que nos proponemos es que, por lo menos durante una generación Alemania no pueda adquirir siquiera una mediana prosperidad; si creemos que todos nuestros recientes aliados son ángeles puros y todos nuestros recientes enemigos, alemanes, austríacos, húngaros y los demás son hijos del demonio; si deseamos que, año tras año, Alemania sea empobrecida y sus hijos se mueran de hambre y enfermen, y que esté rodeada de enemigos, entonces, ¡que el Cielo nos salve a todos¡ Si nosotros aspiramos deliberadamente al empobrecimiento de la Europa central, la venganza, no dudo en predecirlo, no tardará.” Las condiciones que imponen los vencedores a Alemania, además de humillar al país, lo llena de deudas y prohibiciones… que provocan pobreza y un enorme descontento entre la población. La firma del Armisticio de Compiègne y las terribles consecuencias que su aplicación representa para la población alemana, van a ser fundamentales para el devenir de la historia. Son el caldo de cultivo perfecto para el surgimiento de alguien como Adolf Hitler y del régimen que se va a acabar por imponer una década más tarde: el Nazismo. Finalmente, tras la paz que representa la firma del Tratado de Versalles, y gracias a él, en 1.920 se funda la Liga de las Naciones, un organismo internacional que va a ser el precursor de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuya tarea principal debe ser tratar de encontrar soluciones pacíficas a las tensiones internacionales que puedan surgir en el futuro y evitar que un suceso tan terrible, como la Primera Guerra Mundial se vuelva a repetir en un futuro. La crisis de posguerra, es a su vez el clima perfecto para la agitación social. El triunfo de la Revolución rusa, estimula los movimientos revolucionarios socialistas y comunistas. Por otro lado, la incorporación de las mujeres al trabajo, para suplir la falta de mano de obra masculina durante la guerra, impulsa la lucha por sus derechos políticos. Asimismo, entre los excombatientes crece el nacionalismo, que se extiende conforme aumentan las dificultades económicas y los impagos de las deudas. Colofón El catedrático de instituto, escritor e historiador, Juan Eslava Galán (Arjona, Jaén, 1.948), nos dice en su buen libro “La primera guerra mundial contada para escépticos”, 2.014 (cuya lectura, recomiendo): “1.914. Hace ahora cien años…Europa vivía una plenitud dorada. Los adelantos científicos y técnicos prometían un futuro feliz, sin hambrunas ni guerras. Pero un terrorista serbio asesinó, durante un desfile en Sarajevo, al archiduque Francisco Fernando de Austria (1.863 - 1.914), heredero del Imperio austrohúngaro y a su esposa, la duquesa Sofía Chotek (1.868 - 1.914). Ese hecho aislado, provocó un efecto dominó, que arrastró a la guerra a más de cincuenta países. En cuatro años de contienda, la Gran Guerra arrasó Europa y arruinó a los cuatro imperios que dominaban la Tierra. La primera Guerra Mundial fue una trituradora de carne obrera. Las consecuencias de aquel cataclismo aún perduran en el mundo inestable que hemos heredado”. Francisco Fernando fue asesinado por un nacionalista serbio: por ese motivo, el Imperio Austro - Húngaro reclamó responsabilidades a Serbia y le declaró la guerra. Rusia salió en defensa de Serbia y, como respuesta, Alemania (aliada del Imperio Austro-Húngaro) declaró la guerra a Rusia y a Francia. Estaba en juego, el poder político en Europa… y los países, vieron este conflicto, como una oportunidad para justificar la guerra, una excusa para conquistar otros países de forma legítima. Estaban en juego los grandes imperios europeos de la época… “Las once de la mañana del día once del undécimo mes (del año 1.918). Ese fue el momento en el que terminó la Primera Guerra Mundial, un alto el fuego que pasó a la historia con el nombre de Armisticio de 1.918 o de Compiègne (...) Su firma, sin embargo, se había producido a las cinco de la mañana de ese mismo día. Esto no evitó que en las últimas seis horas de contienda murieran cerca de 100.000 combatientes, en acciones irresponsables o directamente suicidas, ordenadas por mandos ansiosos de cumplir sus últimos objetivos militares” (Álvaro Merino, “El mapa del armisticio de 1.918 y el fin de la Primera Guerra Mundial”, El Orden Mundial - 11 Noviembre 2.022). Esas últimas seis horas, dieron para mucho, pues los combates prosiguieron, sobre todo por parte de los aliados, enfrascados en la ofensiva de Mosa - Argonne. Miles de soldados murieron en esas seis horas, el último a las 10:59, un minuto antes de la entrada en vigor del Armisticio. Era estadounidense, tenía 23 años y se llamaba Henry Gunther. Según la versión oficial, Gunther murió asaltando a la bayoneta un nido de ametralladoras alemán, después de que su unidad sufriese una emboscada cerca de la localidad francesa de Chaumont - devant - Damvillers, al Norte de Verdún. “Los alemanes, agotados y aislados, decidieron solicitar el armisticio a los aliados antes que se iniciase una probable invasión de Alemania. Tal momento histórico lo recogió Bonsor al día siguiente (12 de Noviembre de 1.918) de la siguiente manera, en uno de sus cuadernos de trabajo: "Hoy se supo que se había firmado el armisticio entre Foch y los alemanes el día 11, aceptando estos últimos todas las condiciones impuestas por los aliados. Puse en las murallas y torres (del Castillo de Mairena) todas las banderas aliadas". Fue tal el júbilo por la victoria aliada en la guerra, que Bonsor puso a disposición de quien quisiera el Libro de Firmas del Castillo de Mairena del Alcor de todos los rincones de España donde dejaron su firma o comentarios para celebrar tal acontecimiento. Bajo un destacado epígrafe por nombre "El Armisticio" anotó la siguiente introducción: "Se firmó entre el mariscal Foch y los delegados enemigos, suspendieron las hostilidades, el día 11 de Noviembre a las 11 del día.1.918. Recibí muchas felicitaciones." (Libro de firmas del Castillo de Mairena del Alcor - 09 de Marzo de 1.912 / 11 de Octubre de 1.939 - Código de referencia: ES.41188 / Fondo Jorge Bonsor. Legajo 6.1). En total, combatieron en la Gran Guerra unos 66 millones de soldados, de los que 1, de cada 8, murieron. Eso nos da, 6.000 cadáveres al día, durante los 4 años que duró la contienda. Una auténtica “sangría humana”, sin ninguna posible justificación moral… Fue, la apoteosis del sinsentido, de la absurdidad y la inutilidad… hecha mortal carne humana.
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AutorAntonio Gómez Romera, ése soy yo. Entradas
Mayo 2024
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