El Padul (Granada), viernes, 17 de Noviembre de 2.023. José Coll Coll (Barcelona, 1.923 - 1.984), es el dibujante humorístico español más interesante de la década de 1.950 - 1.960 y puede que de los más importantes del siglo XX. Un genio del humor que sabe dotar a sus creaciones de un dinamismo y una expresividad increíbles. La visión del mundo de Coll (como él firma sus obras) y sobre todo de la condición humana, irónica, sensible y siempre con un entrañable punto de extrañeza, marca las lecturas de los niños, jóvenes y otros muchos no tan jóvenes de la posguerra española, que devoran sus historias a medio camino entre el ridículo, lo cotidiano, lo fantástico y el absurdo. “Mi humor era ingenuo, como no se podía hacer nada, me fui acostumbrando por inercia a hacer humor blanco. Nunca he ido a buscar la carcajada, voy a buscar la sonrisa; lo que hacía era que con el mismo tono matizaba de diferentes maneras y no me repetía (...) Yo buscaba la perfección, dentro de lo que cabía, claro. Miraba de no recargar mucho las historietas, hay quien las recarga de detalles, yo buscaba la simplicidad, lo más preciso y práctico, los elementos fundamentales y fin. Y que hubiera una armonía total, o sea, que todo guardara una relación”. Notas biográficas Su familia es de clase media, una de tantas, enfrentadas a la miseria, hambre e injusticias que la Guerra Civil ha provocado. Desde niño es muy aficionado a leer tebeos y a dibujar historietas cortas, que regala o cambia con los compañeros de colegio. Tiene una personalidad alegre y desbordante, que siempre le hace extraordinariamente popular en su entorno. Inicia su aprendizaje como albañil (paleta, en Cataluña), con tan solo 12 años. Es capaz de sobreponerse a esa infancia tan dura y simultanear el trabajo con los estudios, que aunque no se le dan especialmente bien, obtiene diferentes títulos, como el de mecánico, en la Escuela de Artes y Oficios, y el de delineante en la Escuela Industrial de Barcelona. Su dibujante preferido, el mejor, es Benejam (Marino Benejam Ferrer, 1.890 - 1.975), eso hace que su estilo se acerque, cada vez más, al del maestro. Su primer trabajo publicitario lo realiza para “Vimar” (acrónimo de Vicente Margarit), una empresa de Sabadell que fabrica cajas fuertes y maquinaria para pastelerías, entre otros productos. La pieza publicitaria que se proyecta en los cines, en el descanso de las dos películas, es un cliché - diapositiva, en el que un “caco” sudoroso, fuerza con una palanca una caja fuerte. El eslogan dice: “Imposible, es una Vimar”. Recién licenciado del servicio militar, presenta sus historietas en diferentes revistas infantiles y de humor y, en 1.948, comienza su trayectoria profesional, publicando en revistas como Mundo Infantil, Chispa, PBT, KKO, Pocholo, Nicolás, Timoteo y La Risa. Compagina estos trabajos con su profesión de albañil. En Septiembre de 1.948, un joven de 25 años, de oficio albañil, bien vestido, alto, fuerte, con bigote al estilo de la época y nariz aguileña, entra con una carpeta (repleta de dibujos) en la redacción de TBO, en la calle Aribau 177 de Barcelona… Nota: A la revista de historietas TBO, fundada en 1.917, debemos el sustantivo “tebeo”, con el que se denomina en España a las revistas de cómic o historieta. .. el Director de la revista TBO, Buigas (Joaquín Buigas Garriga, 1.886 - 1.963) se sorprende, ve una “mina” en sus historietas y le dice a Coll: “El que trabaja tiene que cobrar. Si usted es trabajador, en sus manos tiene dinero para parar un tren”...y le compra toda la carpeta, pagándole a tocateja. El precio que paga era de 3 a 5 pts. por viñeta (según calidad). El primer trabajo de Coll, se publica en el TBO nº 14, de Octubre de 1.949, con la historieta titulada “La teoría del profesor Moski y la venganza de las nubes”. Según confiesa en una entrevista años después, esa primera historieta la realizó sobre una montaña de grava y con una tabla de madera sobre las rodillas. Coll saca los argumentos de aquí o de allá, pero nunca entrega un trabajo pensando en el gusto de sus jefes, sino que sigue su propio estilo de humor, su trazo limpio, sencillo, fenomenal. Pero su estilo se parece demasiado al del maestro Benejám, y así se lo hace notar Buigas que le aconseja hacer algo, si quiere seguir colaborando con la revista TBO. Y José llega a la siguiente conclusión: “si los tipos de Benejam son bajitos, yo los dibujaré altos, y si Benejam los hace gorditos, yo los dibujaré delgados”. Así crea su estilo, único e inimitable, con o sin palabras: Su dibujo es estilizado y limpio, de una elegancia inusual que se completa con una capacidad narrativa muy especial. Coll desarrolla sus historias con guiones propios y llega a manejar el ritmo de la acción con extraordinario talento e intuición. A menudo prescinde de los diálogos para la realización de sus historietas, que suelen ser breves y de argumento sencillo y esquemático, que termina siempre con el fracaso del protagonista. “Me gustaban mucho los gags de explosiones, en los que todos acababan negros y las películas de Walt Disney en las que salían gatos, a mí me gustan mucho los animales”. Apenas publica series de personajes fijos, sino historias “de tema o situación”, protagonizadas por personajes anónimos, estereotipos: el náufrago, el vagabundo, el encantador de serpientes, el caníbal, el cazador y sus porteadores, el soldado, el pescador, el motorista, el caco, incluso el “borrachito de vino tinto” como él calificaba afectuosamente a sus personajes etílicos… cediendo el protagonismo al hombre de la calle, que termina casi siempre frustrado y castigado por la mala suerte, el fracaso de sus intenciones o la inclemencia de los elementos naturales (una lluvia torrencial o la inevitable gravedad). En ocasiones, tras el desenlace, se permite una coda reflexiva en la que el protagonista puede mirar atrás y percatarse de la terrible muerte de la que acaba de escapar (por lo pelos), o terminar de frustrarse (atónito) con el fusil que no dispara en las manos, o rabiar mientras se aleja el pez espada después de romperse el sedal. En muy poco tiempo y con el aumento de los encargos, Coll decide abandonar la construcción y durante 14 años trabaja exclusivamente como dibujante. Aunque lo hace principalmente para TBO, también colabora con otras revistas. Contrae matrimonio con María Company y en el año 1.957, cuando su hijo Ricardo, tiene 2 años de edad, se trasladan de la calle Nil Fabra de Barcelona a Cerdañola del Vallés, donde viven en una casita en la calle San Casimiro. Aquí nace su segundo hijo, Alberto. Su método de trabajo es sencillo y estricto: A primeras horas de la mañana, pasea a la sombra de los pinos, con la mente en blanco. A mediodía, vuelve a casa, almuerza temprano y se va a tomar café en el bar Grau, en la calle de San Ramón; allí observa a la gente que juega al dominó o a las cartas. Sobre todo a los payeses. Dice de ellos que tienen algo especial, diferente de la otra gente, su manera de moverse y de gesticular cuando hablan o se enfadan. Vuelve a casa, se tumba en la cama a oscuras y lo que ha visto, escenas cotidianas para la gente corriente, él le da la vuelta, las “aliña” y les “saca la punta”. Y por la noche dibuja las ideas que ha pensado durante el día. La historieta, solamente esbozada a lápiz, la deja reposar un par de días y si no le gusta, cambia esto o aquello, hasta que es de su total agrado y si no es así, la rompe y vuelta a empezar. En el año 1.964, poco después de la muerte de Joaquín Buigas, sin posibilidades en el mercado extranjero o en otras Editoriales, Coll sigue ganando con sus historietas lo mismo que 14 años atrás y, motivado por las mejores perspectivas económicas que su antiguo trabajo de albañil le ofrece, opta por guardar sus lápices de forma definitiva. Decía: “Yo más que un dibujante que hizo de albañil, soy un albañil que hizo de dibujante”. En la década de 1.980, Coll es reivindicado por la revista “Cairo”, como precursor de la modernidad gráfica y la denominada línea clara. Ya jubilado como albañil, vuelve a dibujar para los primeros números de “Cairo”, así como para otras revistas como “Primeras Noticias” (1.981) o “Balalaika” (1.982). Participa en el II Salón del Cómic y del Libro Ilustrado, celebrado en la Feria de Barcelona, entre el 11 y el 16 de Mayo de 1.982, y dos años después, en 1.984 se publica una antología titulada “De Coll a Coll”: Libro en cartoné con 48 páginas en blanco y negro, más guardas impresas a una tinta y cubiertas en color. Edición limitada a 1.000 ejemplares numerados y 125 numerados y firmados. El sábado 14 de Julio de 1.984, el diario “La Vanguardia” en su página 24, informa: “Hallado muerto el dibujante Josep Coll, un nombre histórico de TBO”. Al parecer, se suicidó el pasado viernes en su domicilio de Barcelona. El cuerpo del dibujante apareció en el interior de la bañera con un cable eléctrico atado alrededor del cuello. Colofón “Pero Coll no murió ese día, porque nos dejó un legado, una herencia que nunca nadie podrá olvidar. Siempre estará vivo en cada página, cada vez que sonriamos con una de sus historietas, y físicamente lo tendremos cerca, muy cerca cuando tengamos ocasión de poder ver, tocar y oler cualquier original que salió de su pluma”. (Luís Giralt, “Grafópata del TBO”). Aplicando a Coll un famoso eslogan del TBO, su talento es apto: “para todas las edades… incluida la de piedra”. Sus páginas definieron la memoria gráfica y narrativa de los lectores de TBO, tanto como las de “La Familia Ulises”, de Benejam; “Josechu el Vasco”, de Muntañola, o “Los inventos del TBO”, de Sabatés. A lo largo de su vida, Coll dibujó 231 portadas en TBO. La primera fue “Un pintor valiente” (n.º 102, 1 de Febrero de 1.951) y, la última, “Una fuga desesperada” (n.º 2.502, Abril de 1.983). Su obra, que ya forma parte de nuestra cultura, ha sido especialmente influyente en la generación posterior de autores y dibujantes de historieta. En una encuesta realizada en Marzo de 2.021 por la revista “Rock de Lux” entre dibujantes y expertos para elegir los 100 mejores tebeos españoles, ocupó el 5º lugar, tras Carlos Giménez, Kim/Altarriba, Ibáñez y Nazario. Es la mejor posición conseguida por un dibujante fallecido cuya obra prácticamente no se publica. La Comunidad de Madrid muestra, desde el 31 de Enero de 2.023, la Exposición itinerante (“Red Itiner”): “COLL. EL GIGANTE DEL TBO”, y que actualmente y hasta el día 1 de Diciembre, se encuentra en la Sala de Exposiciones “Ángel Orcajo”, del Centro Cultural “Tamara Rojo”, en Villanueva del Pardillo. Y desde el día 5 al 21 de Diciembre, lo hará en el “Salón del Puente”, de Talamanca del Jarama. La muestra nos presenta más de 60 dibujos, ampliados a partir de originales a tinta china.
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AutorAntonio Gómez Romera, ése soy yo. Entradas
Mayo 2024
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