El Padul (Granada), domingo, 24 de Abril de 2.022.
Dedicatoria
A mi hermana María Lourdes y a mi hermano Juan Carlos, que han hecho su vida y su familia en Francia, con mucho cariño…
Prólogo
Corren en Francia tiempos violentos y convulsos… estamos en las postrimerías del siglo XVIII y en plena Revolución Francesa (1.789 - 1.804): movimiento social, político e ideológico que va a acabar con el Antiguo Régimen (feudalista, de monarquía absoluta y privilegios) para instaurar una nueva forma de gobierno, “La República” y declarar nuevos derechos individuales, bajo el lema: “Libertad, Igualdad y Fraternidad” (“Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano”, aprobada y adoptada por unanimidad por la Asamblea Nacional entre el 20 y el 26 de Agosto de 1.789).
En la madrugada del martes, 21 de Junio de 1.791, el rey Luis XVI (1.754 - 1.793) y su familia, con la ayuda del conde sueco Hans Axel von Fersen (1.755 - 1.810), dejan el palacio de las Tullerías (en secreto y bajo identidades falsas) y salen de París, en una carroza con destino a la ciudad fronteriza más próxima, Montmedy (situada a unos 287 kilómetros al Este de París, en la actual frontera con Bélgica, entonces posesión austríaca). La ausencia de la Familia Real se descubre a las ocho de la mañana. En un principio, se cree que el rey ha sido raptado por contrarrevolucionarios, pero a mediodía se descubre un documento en el que Luis XVI explica las razones de su “huida”. Las autoridades revolucionarias de la Asamblea Nacional ordenan el arresto de cualquier persona que intente abandonar el reino y envían comisarios en todas direcciones. Al llegar al pequeño municipio de Varennes-en-Argonne, a tan sólo 50 kilómetros de Montmedy, el rey y su familia son reconocidos, detenidos y conducidos (por la fuerza) a París, por 6.000 guardias nacionales y ciudadanos armados… donde llegan, el 25 de Junio, en medio de un silencio sepulcral… y se cumplen las órdenes de la Asamblea Nacional: “Tan pronto como el Rey haya llegado al Palacio de las Tullerías, se le entregará una guardia provisional que, bajo las órdenes del general al mando de la Guardia Nacional de París, velará por su seguridad y será responsable de su persona”. Dos meses después, el sábado, 27 de Agosto de 1.791, tiene lugar la “Declaración de Pillnitz” (ducado de Sajonia, Alemania), en la que el emperador Leopoldo II (1.747 . 1.792) del Sacro Imperio Romano Germánico y el rey Federico Guillermo II (1.744 - 1.797) de Prusia, “declaran conjuntamente que consideran la situación actual de Su Majestad el rey de Francia como un asunto de interés común para todos los soberanos de Europa” y confían en “colocar al rey de Francia en condiciones de establecer, con la más absoluta libertad, las bases de una forma monárquica de gobierno, que estará a la vez en armonía con los derechos de los soberanos y promoverá el bienestar de la nación francesa”; y “están resueltos a actuar con prontitud y de común acuerdo con las fuerzas necesarias para obtener el fin común deseado. Mientras tanto, darán a sus tropas las órdenes que sean necesarias para que estén listas para ser llamadas al servicio activo”. Esta Primera Coalición de las monarquías europeas para contener la Revolución Francesa y su amenaza de intervención militar, hace que aumente la tensión política y social en Francia. La Asamblea Nacional Legislativa de Francia, constituida el 1 de Octubre de 1.791, está dominada por tres facciones políticas: “Girondinos” liderados por el escritor y dirigente político Jacques Pierre Brissot (1.754 - 1.793); “Jacobinos”, al mando del abogado, escritor y político Maximilien Robespierre (1.758 - 1.794) y “Cordeleros” (por el convento de los franciscanos cordeleros de París, donde se funda y reúne el grupo), del abogado y político Georges-Jacques Danton (1.759 - 1.794). Y declara (8 Noviembre 1.791) a los emigrados, culpables de conspiración, se ordena que sean perseguidos como tales y condenados a muerte si no regresan antes del 1 de Enero de 1.792.
“La Marsellesa”
(canto de guerra revolucionario e himno a la libertad)
El 20 de Abril de 1.792, la Asamblea Nacional Legislativa de Francia declara la guerra a Austria, despertando una ola de patriotismo en todo el país.
“Cuando la patria está en peligro, nadie puede negarse a prestarle sus servicios... para vencer a nuestros enemigos necesitamos valor, más valor, siempre valor... y Francia será salvada" (Georges-Jacques Danton). Nota: La declaración de guerra a Austria es aprobada, casi por unanimidad. Sólo tiene 7 votos en contra (uno de ellos, el de Maximilien Robespierre). El ejército francés se encuentra en Estrasburgo, y el mariscal de campo François Christophe Kellermann (1.735 - 1.820), comandante en jefe del Ejército del Mosela, desplegado en Alsacia, ha hecho invitar a la recepción que Philippe Frédéric (1.748 - 1.793) barón de Dietrich, alcalde constitucional de la ciudad, da en su honor, a un jovén capitán (de quinta clase) del Cuerpo de Ingenieros, del batallón “Niños de la Patria”, Claude - Joseph Rouget de Lisle (1.760 - 1.836), poeta - violinista aficionado, que ya ha compuesto algunas canciones. Durante la velada, se pide a Rouget de Lisle que cante alguna de sus obras. De Dietrich, por su parte, le ruega que componga un himno de guerra para los soldados que marchan al frente. "Rouget de L'Isle, con el ardor de un patriotismo auténtico, (...) indignado por la jactancia de los austríacos, sintió que su imaginación se inflamaba en contacto con el noble pensamiento del alcalde de Estrasburgo y sus invitados" (“Rouget de L'Isle: Biografía completa e inédita del autor de La Marsellesa”, 1.880, Mary-Cliquet). Nota: El barón Philippe Frédéric de Dietrich, funda el periódico "La Feuille", donde Rouget de L'Isle publica ensayos políticos y un himno a la libertad. Cuando Rouget de Lisle, vuelve a su casa de la recepción (Rue de la Mésenge, en el actual número 81 de la Grand'Rue, a diez minutos a pie del domicilio del alcalde), muy entrada ya la noche, el capitán recuerda las frases que ha leído aquella misma mañana en los carteles de los “Amigos de la Constitución”: “¡Ciudadanos, a las armas¡ ¡Ha sido alzado el estandarte de la rebelión¡ ¡Adelante, hijos de la patria¡... “ Con estas frases en la cabeza se pone a escribir: “Allons enfants de la patrie… “ A continuación, coge su violín. Las notas vuelan sobre la ciudad dormida. El arco recorre las cuerdas del instrumento. Las notas y las frases se suceden. Cuando, extenuado, se deja caer en su cama, ya tiene compuesto el canto. Al día siguiente, por la tarde, en el salón del alcalde de Estrasburgo, Rouget de Lisle entona “Le Chant de guerre pour l'armée du Rhin” (Canto de Guerra para el Ejército del Rin). Cuando termina, todos los asistentes están emocionados. De Dietrich le abraza efusivamente. Es el 24 de Abril de 1.792 y hoy se cumplen 230 años. Rouget de Lisle dedica su himno al Comandante en Jefe del Ejército del Rin, Nicolas Luckner (1.722 - 1.794), mariscal de Francia, de origen alemán. Al día siguiente, la esposa del alcalde (Louise Sybille Ochs), que ha estudiado música y toca el clavecín, transcribe la orquestación para diferentes instrumentos, y, unos días después, el alcalde la hace interpretar por la banda de la Guardia Nacional en la Plaza de Armas, frente a 8 batallones. “Querido hermano, te diré que en los últimos días solo he estado copiando o transcribiendo música, ocupación que me divierte y distrae mucho, sobre todo en este momento en que en todas partes solo hablamos y discutimos de política de todo tipo. Como sabéis que tenemos mucha gente, y que siempre tenemos que inventarnos algo, ya sea para cambiar de tema, o para tratar temas más distractores que los demás, mi marido imaginó componer una canción para la ocasión. El capitán del genio, Rouget de Lisle, un poeta y compositor muy amable, rápidamente hizo música de canciones de guerra. Mi marido, que es buen tenor, cantó la canción que es muy pegadiza y de cierta originalidad. Es mejor Gluck , más nítido y más alerta. Por mi parte, puse en juego mi talento orquestal, arreglé las partituras para clavecín y otros instrumentos. Así que tengo mucho en lo que trabajar. La pieza se tocó en casa, para gran satisfacción del público… ” (Carta de Louise de Dietrich a su hermano, Pierre Ochs, 12 de Junio de 1.792). Philippe-Jacques Dannbach (1.747 - 1.812), impresor de Estrasburgo, valorando su importancia, imprime la partitura musical con la letra. Desde allí, llega a Marsella, donde el capitán de la guardia nacional de Montpellier, Étienne François Mireur (1.770 - 1.798), que se encuentra en Marsella para organizar la fusión de voluntarios de Montpellier y Marsella que se han apuntado para luchar contra Austria, dispone que ese himno sea aprendido por los 600 voluntarios marselleses que van a partir hacia París, resueltos a morir en defensa de la patria. El 30 de Julio de 1.792, el batallón de “Marsella Federada” (voluntarios de Marsella y Montpellier) llega a París, entonando el “Canto de Guerra para el Ejército del Rin”, y, desde ese momento, se empieza a conocer al himno como “La Marsellesa”. Mientras los ejércitos marchan al campo de batalla, en París, el 10 de Agosto de 1.792, día conocido como “La Segunda Revolución”, los “sans-culottes”, insurgentes de secciones parisinas y varias tropas federadas asaltan el Palacio de las Tullerías (residencia real de Luis XVI) poniendo en peligro la vida del monarca, quien se salva… poniéndose al amparo de la Asamblea Legislativa. Ese día, los confederados de Marsella cantan la letra de Rouget de Lisle durante el asalto, convirtiéndose en un símbolo más de la Revolución y propagándose por toda la ciudad de París. Un día de Septiembre de 1.792, cuando Rouget de Lisle pasea por un campo cercano a Ribeauvillé, escucha a un joven, de unos quince años, cantar su himno. Extrañado, le pregunta cómo lo ha aprendido… El muchacho le responde: --”¡Cómo, no lo sabe! ¡Es la Marsellesa! Todo el mundo la canta”. El pueblo la canta en Francia, henchido de energía revolucionaria y los soldados franceses la entonan… avanzando militarmente por Europa. A la escarapela tricolor, el altar de la Patria, el árbol de la Libertad y el bautismo cívico (símbolos revolucionarios por excelencia), se une el canto patriótico de “La Marsellesa”. Rouget de Lisle, revolucionario moderado, se salva del “Terror”, en 1.793, gracias al éxito de su canto. Su éxito es tal, que La Convención Nacional, el 14 de Julio de 1.795, declara a “La Marsellesa”, "canto nacional" e himno nacional francés: (decreto propuesto por el diputado Jean-Antoine-Joseph de Bry, 1.760 - 1.834). Colofón
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AutorAntonio Gómez Romera, ése soy yo. Entradas
Mayo 2024
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