El Padul (Granada), sábado, 10 de Febrero de 2.024.
Prólogo
Los hechos que voy a narrar a continuación, sucedieron hace ya 35 años (1.988), y ese día, fueron la “comidilla” en todas las conversaciones. Casualmente, yo me encontraba, muy cerquita del lugar donde acontecieron, pues estaba trabajando en la Oficina de Castell de Ferro de la Caja General de Ahorros y Monte de Piedad de Granada, sustituyendo a un compañero que estaba de vacaciones.
Magdalena Martín López
Polopos (Granada). Magdalena es, desde hace ocho años y medio, la teleoperadora encargada de conectar a los usuarios del teléfono a través de una centralita instalada en su propia casa.
Polopos es un pueblo pequeño de la Alpujarra Baja, más en concreto, de la Comarca Granadina de La Contraviesa, con una población de unos 100 habitantes (parte de ellos, pensionistas extranjeros), que se dedican principalmente al cultivo de la almendra, la vid y los higos secos. Forma parte del municipio Polopos - La Mamola, que cuenta con los anejos de La Guapa, Castillo de Baños de Abajo, Castillo de Baños de Arriba, Haza del Lino y Haza del Trigo y un total de unos 1.700 habitantes en la actualidad. En Polopos hay unos 40 abonados (vecinos con teléfono en casa), así que la mayoría pasan por allí a pedir sus conferencias. Y a veces es al revés, llaman a Magdalena desde fuera del pueblo y le piden que avise a sus familiares: «Que dentro de dos horas voy a llamar a mis padres, diles que se acerquen. Y entonces yo mandaba a mis chiquillos corriendo para que avisaran a Fulanito o a Menganito». Aunque a ella no la llaman por su nombre, ella es “Polopos”. «Yo pedía una conferencia y cuando la tenían preparada, me decían Polopos, al habla tienes a Barcelona o a Granada, o donde fuese». Llamar por teléfono es todo un acto social, un evento que va a vincular a Magdalena con el resto del pueblo para siempre. «Recuerdo salir a las once y media de la noche a avisar a Irene de que sus hijos estaban esperando para hablar con ella. Granada me decía Polopos, voy a anular la conferencia. Y yo les decía no, Granada, un momentito que voy a avisarles a su casa. Granada decía que estaba loca, pero yo lo hacía. Luego Irene me traía flores». O aquella monja, sor María Rodríguez, a la que llamaba al Hospital La Paz de Madrid. «Todavía viene por aquí a darme las gracias por lo que hacía por su madre, porque la mujer escuchaba poco». Cada noche, sobre las once, los centros de Granada se conectan para repasar las conferencias del día. «Se llamaba la confronta. Nos liábamos a charlar. Me preguntaban ¿qué le dicen a los de Polopos, polopeños? Y yo les decía ¡no, poloperos! ¿Y ya has acostado a los niños? Sí, respondía, y les he dado un besico». El lunes 19 de Diciembre de 1.988 se produce un hecho que atrae la atención de toda España: Magdalena es la encargada de realizar la última llamada telefónica manual del país. Y no, una cualquiera. El Ministro de Transportes, Turismo y Comunicaciones, José Barrionuevo Peña (Berja, Almería, 1.942) viaja en helicóptero a Polopos para materializar el comienzo de las llamadas telefónicas automáticas, a través de una conversación telefónica con el Presidente del Gobierno, Felipe González Márquez (Sevilla, 1.942). Barrionuevo está acompañado por Luís Solana Madariaga (Madrid, 1.935) Presidente de Telefónica y Antonio Gálvez Maldonado, Alcalde del municipio. Unos 30 minutos debe esperar el Ministro, para hablar con el Presidente del Gobierno, a través de la última centralita manual de telefonía de España. Con esta “simbólica” llamada telefónica, queda cerrada una etapa crucial de la Historia de las Telecomunicaciones en España. La automatización integral que culmina en Polopos, representa un salto de gigante en la vocación de Telefónica de prestar un servicio público. El fotoperiodista Juan Ferreras en su artículo para “El independiente de Granada” de fecha 21 Enero 2.020, de título “La brecha tecnológica de la España despoblada”, dice: “El cierre de aquel “confesionario” estuvo aliñado con todos los honores que semejante acontecimiento merecía y, de paso, con la propaganda al uso que gastaba la adiestrada administración de Felipe González. El entonces ministro de Transportes y Comunicaciones, José Barrionuevo, alpujarreño de Berja (Almería), y el presidente de Telefónica, Luis Solana, se desplazaron en helicóptero hasta el municipio alpujarreño, donde el protocolo dispuso vino y jamón para los vecinos, quienes acudieron en masa a despedir a aquel añejo artilugio que, adosado a la pared de la casa del suegro de Magdalena Martín, la última telefonista, había hecho sonar tantas veces un estrepitoso timbre, a la par que había encendido el correspondiente piloto que reclamaba la introducción de una clavija para establecer la comunicación que, en ocasiones, sembraba sonrisas de alegría y, en otras, derramaba lágrimas de pena y dolor, la cara y cruz de la vida que a partir de aquel instante ya no iban a necesitar de intermediarios como Magdalena”. Magdalena, además de recordar cómo pintaron y blanquearon todo el pueblo para una ocasión tan especial, cuenta que “había una chica vigilando que todo saliese bien”... Y, tan sólo surgió un imprevisto con el que no contaban: “El Presidente estaba en una Audiencia y tuvimos que esperar”. Todo el pueblo estaba reunido en la Plaza y, para hacer más amena la espera… Magdalena sacó y cortó “jamón para el Ministro y los periodistas que estaban allí”. Cuando todo terminó, su puesto de trabajo había quedado oficialmente ultimado y finiquitado. Se llevaron la silla, la centralita en la que llevaba años trabajando e incluso un bloc de notas en el que apuntaba todas las conferencias. Después de aquella última llamada, cuando la Prensa y el Ministro regresaron a sus casas, Polopos volvió a su rutina diaria y cotidiana, un pueblo más, de la España vaciada... «Nos dieron un millón de pesetas como indemnización por quitar la centralita. Y como era una empresa familiar, ni paro ni nada. Desde entonces me quedé sin trabajo y me dediqué a la casa y al cuidado de mis hijos, el más pequeño tenía tres años cuando dejé de ser teleoperadora. Lo que sí que hice es instalar en una habitación un botiquín para la gente del pueblo, porque aquí no hay farmacias, y les proporcionaba medicinas”. Breves notas biográficas
Magdalena nace en un cortijo, en el término municipal de Albuñol. Al enfermar su padre, cuando ella tiene 11 años, unos amigos de Sorvilán se ofrecen a cuidarla. «Me quedé allí hasta que me casé. Ayudaba en la casa y en la tienda, que tenía de todo: zapatería, perfumería, comestibles...». Cuando se casa, a los 30 años, ella y su marido deciden trasladarse al pequeño pueblo de él, Polopos. Su suegro, Baldomero Rodríguez, es el encargado de la Centralita de Telefónica en esos momentos. “Al principio trabajaba en ella mi cuñada, que era la que estaba soltera, y yo alguna vez la ayudaba poniéndome al teléfono. Aunque al principio me parecía complicado, cuando ella se casó me puse con ello y era mucho más sencillo de lo que creía”.
Yo estaba en el pueblo, conectada las 24 horas y siempre pendiente del teléfono. No tenía más contacto con otras compañeras del oficio que “tener un rato de charleta después de pasar los servicios del día”. “Llamaban desde sus casas y en mi casa se encendía una ‘lucecica’ y sonaba un timbre, y entonces yo iba corriendo, le metía la clavija a la luz y decía ‘dígame’".- Ella heredó la centralita de su suegro y se volcó en un trabajo que, a diferencia del que realizaba las telefonistas en la capital, no tenía horarios: había que estar pendiente de las llamadas en todo momento. “Las 24 horas, aquí no se podía quitar nadie”, recuerda. “Cuando fui a dar a luz tuve que enseñar a una chica para que se quedara con mi suegra, porque era mayor. Si yo iba a misa, mi marido se tenía que quedar en la centralita”. Tiene tres hijos, José David, María Ángeles y Baldomero, a los que sentaba en la centralita a explicarles qué era cada cosa. Magdalena, sin embargo, está muy alejada del mundo de los “smartphones”: “Nunca he querido móvil. Y mucho menos ahora que a donde quieras que vayas ves que la gente está todo el día enganchada”. El periodista granadino José Enrique Cabrero Barragán en su artículo para el Diario Ideal, “Polopos, la granadina que fue la última chica del cable”, del lunes 27 de julio de 2.020, dice: “La casa de Magdalena ya no es la misma. Han tirado tabiques, ampliado cuartos y arreglado el suelo. Pero no hay nadie en Polopos que no recuerde perfectamente dónde estaba colgado el teléfono. Hasta hace una semana, en la entrada había un mueble con fotografías de la familia. Ya no. Los de Netfix le han regalado una reproducción exacta de la centralita con la que tantas horas pasó en vela. Parece una pieza de museo. Magdalena se sienta en ella como quien monta en bici después de una vida adulta atrincherado en la oficina. «Recuerdo todos los teléfonos. Todos. Me decían, Magdalena ponme con mi hija en Barcelona y yo me sabía el número”. En la fachada blanca de la casa de Magdalena, destaca una inscripción conmemorativa brillante, que dice así: «El 19 de Diciembre de 1.988 se realizó la última llamada a través de una centralita manual en España a cargo de la telefonista Magdalena Martín». Lidia Aguilar, el personaje al que interpreta la actriz Blanca Suárez en la serie de Netflix “Las chicas del cable”, ha leído una carta con la que se ha querido rendir homenaje a la mujer que realizó la última conexión telefónica desde una centralita manual en España: “Hola Magdalena, soy Blanca Suárez, Lidia en “Las chicas del cable”. Me han contado tu historia y sólo quería darte las gracias porque, al esfuerzo de mujeres como tú, trabajadoras y que lucharon por ser independientes, les debemos gran parte de lo que somos hoy. No es posible poner punto y final a la historia de Las chicas del cable sin contar la tuya y darte la despedida que tanto te mereces. Así que por eso hemos querido que esta sea la última llamada y que sea para ti”. Colofón
«La vida es más moderna y lo viejo lo van quitando, como a nosotros, que nos van quitando. Qué le vamos a hacer. Tengo un recuerdo bonito. Qué día vivió Polopos –su mirada está en otra parte, en otro tiempo–. Lo echo de menos, sí. Pero a los abonados les ha venido mejor, ya no tienen que esperar a que nos pongan una conferencia».
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AutorAntonio Gómez Romera, ése soy yo. Entradas
Mayo 2024
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