Hoy, domingo, 19 de Febrero, Festividad de San Álvaro de Córdoba (siglo XV - confesor y director espiritual de la reina Catalina de Lancaster, esposa de Enrique III de Castilla), séptima semana del año 2.023, se cumplen 7 años (viernes, 2.016) del fallecimiento, a la edad de 84 años, de Umberto Eco, semiólogo, filósofo, escritor, profesor universitario, provocador cultural y político, un pensador capaz de diseccionar el poder y a los poderosos para mostrar su verdadera esencia, un comunicólogo que no se encerró en una torre de marfil, un humanista moderno, el primer intelectual global. La prensa diaria italiana publica que Umberto ha fallecido en su casa de Milán, víctima de un cáncer de páncreas, alrededor de las 21:30 horas (20:30 GMT). Umberto en su testamento, pide que no se celebren homenajes ni se organicen celebraciones en su memoria durante, al menos, diez años. “A la mañana siguiente de conocerse la noticia, los alumnos de Eco se acercaron a la plaza Castello para, silenciosamente, dejar rosas blancas bajo la casa de un maestro que, como escribe Juan Cruz, “era un sabio que conocía todas las cosas simulando que las ignoraba para seguir aprendiendo”. Esa es la clave. Umberto Eco nunca atropelló a nadie con su infinita sabiduría. De ahí que, de todos los artículos laudatorios que publica la prensa italiana, tal vez el que menos chirría con el carácter de Il Professore sea el del periodista Gianni Rotta en La Stampa de Turín: “Filósofo, padre de la semiótica, escritor, profesor universitario, periodista, experto en libros antiguos: en cada una de sus almas Umberto Eco era una estrella internacional, pero con sus estudiantes, lectores, colegas, jamás Eco exhibió la pose snob que tal vez otros escritores sí habrían adoptado de haber publicado best sellers como El nombre de la rosa o El péndulo de Foucault. Umberto Eco reía, se informaba de las novedades y —encendiendo un cigarro— contaba la última broma antes de presentar una nueva teoría lingüística”. Ese, y muchos otros, era el intelectual que ahora despide Italia” (Ramón Ordaz, “Muere Umberto Eco, el sabio que llegó al público”, 22 Febrero 2.016). Martes, 23 de Febrero. 4 y media de la tarde. Milán. Funeral en el atrio de la Rocchetta del Castillo Sforzesco (hoy sede de una pinacoteca y de varios museos), con la participación de su mujer, Renate Ramge (1.935, profesora de arte alemana con la que se casó en Septiembre de 1.962); sus hijos, Stefano y Carlotta; y sus nietos, Emanuele, Pietro y Anita; los ministros de Bienes Culturales y de Educación, así como representantes del mundo de la cultura y de la política y lectores. Es un acto laico y breve, a petición de la familia, al que no todos pueden entrar. Hace de maestro de ceremonias el periodista y traductor Mario Andréose (Venecia, 1.934) amigo y viejo editor de Umberto. Hay espacio sólo para 800 personas, y cientos de ellas, esperan en fila, durante horas, para darle su último adiós, pero tienen que quedarse fuera, por falta de espacio. Tienen que conformarse con participar en el gran aplauso que recibe el féretro a su llegada. El momento más emotivo del Funeral, sucede cuando habla su nieto de 15 años, Emmanuele (hijo de Stefano), a quien Umberto le ha dedicado una carta llamada "Querido nieto, estudia de memoria", publicada en el periódico italiano "L'Espresso" en 2.014. Éstas son sus palabras: "Querido abuelo, siempre me preguntaron qué sentía al ser el nieto de un hombre tan grande. Y no sabía explicarlo. Hoy quisiera hacer una lista, ya que las listas te gustaban, de las cosas que hacíamos juntos. Gracias por todas las historias que me contaste, por las palabras cruzadas que compartimos, por los libros que me regalaste, por los viajes que hicimos, por todo lo que me transmitiste. Nunca supe dar respuesta a qué se siente al tener un abuelo así, pero hoy al pensar en todo eso puedo decir que tenerte de abuelo me llenó de orgullo. Gracias nonno." Un aplauso entusiasta estalla entre la multitud. Muchos sacan su pañuelo y lloran. Una marea humana se aprieta detrás de vallas colocadas por los organizadores del Funeral. La mayoría son gente anónima, como Vincenzo D'Angelo, barbero jubilado de la Piazza Napoli, que declara a “La Nación”, que nunca ha leído un libro de Umberto, aunque sí ha visto la película de su best seller, “El nombre de la rosa”. "Tomaba el café en el mismo bar de la Via Dante al que voy yo. Era un grande, un maestro, nos hizo sentir a los italianos orgullosos en todo el mundo y quise venir a decirle gracias." Con las notas de «La follia» («La locura»), Sonata para Violín en Do menor, Op. 5, Nº 12, del músico barroco Arcangelo Corelli (1.653 - 1.713), Italia da su último adiós al escritor y semiólogo Umberto Eco. El féretro, de sencilla madera clara, está cubierto por flores del campo, blancas y amarillas. Al lado se ha colocado la toga del “Alma Mater” de la Universidad de Bolonia, donde Umberto fue profesor durante 4 décadas. Poco más de una hora dura el homenaje en el que rectores, editores, escritores, compañeros de juventud y alumnos lo han definido como «maestro» y «amigo». El funeral a Umberto concluye con la “bendición de un creyente a un no creyente” por parte de Salomone (Moni) Ovadia, actor, dramaturgo, escritor, compositor y cantante, descendiente de familia judía sefardita: «Que Dios te bendiga, sobre todo por no creyente. Dios soporta a los creyentes, pero prefiere decididamente a los ateos». El director y actor Roberto Benigni, presente en el funeral, le ha dedicado éstas palabras: «Una pena que se haya ido, porque personas como él hacen falta en la tierra. En el cielo ya hay muchas personas bellas, aquí quedan cada vez menos». Tras el funeral, el cuerpo de Eco es incinerado. Notas y Autobiografía Huberto nace en Alessandria, en el Piamonte (Norte de Italia), el martes, 5 de Enero de 1.932. “Mi padre (Giulio Eco) era el director de una empresa que vendía hierro y bañeras. Combatió en todas las guerras: la del 14-18, luego lo enviaron al frente de Libia, y en la Segunda Guerra Mundial. No tuvo una vida fácil”. “Mi madre (Giovanna Bisio) leía revistas, cuentos de las revistas femeninas… Leyó “Madame Bovary”, de vez en cuando aceptaba esos libros. Pero la verdad es que yo no crecí en una casa rodeada de libros”. Durante la Dictadura de Benito Mussolini, cuando Umberto tiene 10 años de edad, gana el primer premio en un concurso de escritura para jóvenes fascistas, con un texto en el qué asegura estar dispuesto a morir por "la gloria de Mussolini y el destino inmortal de Italia". “Siempre tienes la nostalgia de la infancia. La mía es la de aquellas noches en los refugios antibombardeos, en un sótano muy oscuro y húmedo, fuera se escuchaban las bombas. Nos despertaban en casa a las tres de la madrugada y nos llevaban abajo rápidamente, los padres estaban asustados mientras los niños jugábamos. Para mí es un recuerdo agradable, y hubiera podido morir”. Umberto se gradúa en la escuela secundaria “Giovanni Plana”, en su pueblo natal. Entre sus compañeros de clase, está el acordeonista Gianni Coscia, con quien escribe la revista “Muestra”. “Antes de los cinco años, yo quería ser de mayor conductor de tranvía, porque siempre que subía a uno me fascinaba la maleta tan bonita que tenía, con todos los billetes dentro. Mi editora, hace veinte años, encontró una maleta de esas y me la regaló. Luego quise ser oficial del ejército, crecí en la época fascista. Andaba como un soldado por la calle, digamos que hasta los ocho o nueve años. Luego ya quise ser periodista. Pero me inscribí en la Facultad de Filosofía, aunque no me veía haciendo carrera universitaria, me parecía algo muy complejo, buscaba trabajo en editoriales con la idea de, a los 40 - 45 años, hacerme profesor sin mucho compromiso, sin dar muchas clases, como externo, la libre docencia. Pero, en realidad, hice eso a los 29 años”. “Yo era hijo de un tipógrafo. Mi padre tuvo 12 hermanos, no podían comprarse libros, y se iba a los quioscos a leer los fascículos de las novelas por entregas, hasta que el quiosquero lo echaba, se iba a otro quiosco y allí leía otro trozo. Colecciono aún libros impresos por mi abuelo. Yo leía en su casa, recuerdo “Los tres mosqueteros” de Dumas, ilustrado por Maurice Leloir. Cuando murió, se le quedaron muchos manuscritos por editar en una caja, novelas populares a las que nadie hizo caso. Esa caja terminó en el almacén de mi familia y yo a los 8 o 10 años devoré esos manuscritos, eran aventuras fantásticas. La otra influencia fue mi abuela materna, una mujer que no tenía educación, tal vez la primaria, pero sí una pasión increíble por la lectura, se iba a las bibliotecas y siempre tenía un montón de novelas en casa. Leía Balzac o Stendhal como si fueran una novela rosa, sin sentido crítico, pero me prestaba esos libros y yo me sumergía en la gran novela francesa a los 12 años”. Tras la Segunda Guerra Mundial, Umberto se une a la organización juvenil de Acción Católica (GIAC). En poco tiempo, se convierte en su líder nacional. Sin embargo, dimite de su cargo (1.954) durante unas protestas contra las políticas conservadoras del Papa Pío XII. Pero mantiene un fuerte apego a la Iglesia, que se ve reflejado en su tesis doctoral, ya que obtuvo su doctorado en Filosofía en la Universidad de Turín en 1.956 con una tesis sobre Tomás de Aquino. “Estudiando a Tomás de Aquino percibí unos problemas político-religiosos que me alejaron de la Iglesia. Mi tesis doctoral la empecé habitando el mundo de santo Tomás y la entregué ya desengañado, cuando ya vivía en otro mundo. Eso le da al texto un carácter más rico, porque tiene ambas visiones, desde dentro y desde fuera”. “A finales de 1.954, en los inicios de la televisión, Arturo Carlo Jemolo (Roma, 1.891 - 1.981) Presidente de la RAI, quiso abrir puertas. Convocaron un concurso para reporteros televisivos, con el fin de renovar las caras. El filósofo Gianni Vattimo y yo sacamos la máxima puntuación y nos contrataron, sin haber hecho ni siquiera un curso de TV ni nada previamente. Me fui a los tres o cuatro años, pero los que se quedaron llegaron a ser grandes jefes. Yo me fui al departamento artístico, que hacía la parrilla de programación, era un trabajo muy aburrido, pero que me permitió conocer toda la organización y estructura de la RAI. Entonces había un solo canal, en blanco y negro, pero a las nueve de la noche ponían Shakespeare, Guerra y paz, o Pirandello, y a la gente le iba bien, lo veía. Ahora veo programas en que gritan y se insultan. La televisión antigua era mejor en eso, casi no había programación basura. Los jóvenes ahora miran más YouTube, no sé si serían capaces de ver una película de Wim Wenders que dura cuatro horas”. “Esther Tusquets, publicó en español mi novela “El nombre de la rosa”. Trabajaba en Lumen, con Beatriz de Moura, la fundadora luego de Tusquets y su marido; estaban reconvirtiendo una editorial de libros religiosos en otra más literaria, y no fue sino conmigo, y con Mafalda de Quino, cuando empezaron a tener éxito. ¡Ah, Beatriz de Moura era la mujer más guapa de la feria del libro de Fráncfort!. Eso es mucho…”. “Vivimos en un mundo en que el Físico que gana el Premio Nobel, no sabe nada de la historia de la literatura. Puede haber un corrector de libros que sea un sabio, pero ese conocimiento excelso no le sirve para nada en la vida. Hoy se da un fenómeno de hiperespecialización, que es muy estadounidense. Así que los grandes sabios son muchas veces empleados de correos a media jornada u oficinistas grises. El otro día le dije a un prestigioso profesor de literatura francesa de una universidad de Estados Unidos que estábamos llegando a un “taylorismo” de la cultura, es decir, que cada uno es capaz de hacer solo una sola cosa. Y me preguntó: “¿Qué es el taylorismo, Umberto?”. Pues eso mismo que le pasa a él, que no sabe casi nada de ninguna otra cosa que no sea lo suyo”. “Me pidieron que escribiera una secuela de “El nombre de la rosa”, pero dije que no. Fue mi editor en inglés. No le diré la cantidad que me ofreció. Pero ese libro ya está escrito y no hay más que añadir.” Umberto Eco lleva más de 40 años viviendo en Milán, la capital editorial de Italia, donde tienen su sede los grandes grupos como Mondadori, Rizzoli o Mauro Spagnol. Carta de Umberto a su nieto ("Querido nieto, estudia de memoria" - semanario italiano L'Espresso, 2.014): “Quiero hablarte de un mal que ha afectado a tu generación e incluso a los chicos mayores que tú, que están en la universidad: la pérdida de la memoria; porque somos nuestra memoria, es decir, la memoria es el alma (...) Te aconsejo utilizar Internet para descubrir las noticias del pasado y aprender de memoria lo que más interesa; el estudio de los hechos históricos sirve para comprender la historia de hoy; conocer lo que sucedió antes de que naciéramos nos ayuda a saber quiénes somos nosotros hoy (...) Parto de la idea de que eres heterosexual. De lo contrario, adapta el consejo a tu caso: mira a las chicas de tu escuela o de donde vayas a jugar, porque son mejores que las que ves en televisión y un día te darán más satisfacciones que las que ves en internet. Si yo hubiera descubierto el sexo a través del ordenador, tu padre no hubiera nacido y tú no existirías en absoluto (...) Es cierto que, si tienes el deseo de saber quién era Carlomagno o dónde está Kuala Lumpur, solo tienes que pulsar unos botones e internet te lo dirá en el momento. Hazlo cuando lo necesites, pero intenta retener la información para que no tengas que consultar una segunda vez. La memoria es un músculo, como los de las piernas, que si no se ejercita se atrofia y hace que te conviertas en discapacitado (desde el punto de vista mental) y, por tanto, en un idiota (...) Hoy para ir al cine se debe entrar a una hora fija, cuando la película comienza. En mis tiempos se podía entrar en cualquier momento, es decir, incluso a mitad de metraje. Se llegaba mientras estaba ocurriendo algo y se intentaba entender lo que había pasado. La vida es como ver una película en mis tiempos. Llegamos a ella cuando muchas cosas ya han ocurrido, hace siglos o milenios, y es importante saber que lo que ha pasado antes de que naciéramos sirve para entender mejor porqué hoy suceden muchas cosas nuevas. La escuela debe enseñarte a memorizar lo que pasó antes de que nacieras, pero parece ser que no lo está haciendo bien". Colofón Ocho meses después de su muerte, la casa editorial Lumen publica el trabajo final de Umberto: “De la estupidez a la locura”, una muestra de su legado con una colección de sus artículos y opiniones durante 15 años de trabajo. Poco antes de morir, seleccionó personalmente entre sus escritos a la prensa aquellos que quería para sus “crónicas del futuro que nos espera”, como se subtitula el libro. Lumen se encargó de recopilar los artículos y ensamblar su obra póstuma, donde se percibe la nostalgia del pasado perdido, la relevancia de la cultura en la sociedad, la influencia de los medios de comunicación, el poder de nuevas tecnologías y, por supuesto, los temas de mayor interés para Eco: la crítica al poder y el consumismo “que nos deja llenos de objetos y vacíos de ideas”. Los ensayos están ordenados siguiendo un criterio temático, entre los que se encuentran los medios de masas, la muerte, el odio, la educación, la religión... En ellos se pasean también hombres y mujeres reconocidos internacionalmente, como Silvio Berlusconi o el Papa Francisco, junto a los personajes de ficción más queridos por Eco (James Bond realiza varias apariciones junto a los protagonistas de cómics predilectos del escritor). “De la locura a la estupidez” ejemplifica lo que el escritor alguna vez dijo: “Aquellas cosas que no podemos teorizar, debemos narrarlas”. Su visión crítica e intelectual de las circunstancias y el futuro de la raza humana se plasman en las páginas de un libro que sirven como una continuación de lo que fue su obra, su pensamiento y, también, su ser.
Umberto Eco fue tan famoso por su creación intelectual, como por sus lúcidas y polémicas declaraciones mediáticas. Éstas son algunas de ellas: "Los libros no están hechos para que uno crea en ellos, sino para ser sometidos a investigación. Cuando consideramos un libro, no debemos preguntarnos qué dice, sino qué significa" (El nombre de la rosa). "Creo que aquello en lo que nos convertimos depende de lo que nuestros padres nos enseñan en pequeños momentos, cuando no están intentando enseñarnos. Estamos hechos de pequeños fragmentos de sabiduría" (El péndulo de Foucault). "Cuando los hombres dejan de creer en Dios, no quiere decir que creen en nada: creen en todo". "El amor es más sabio que la sabiduría" (El nombre de la rosa). "El verdadero héroe, es héroe por error. Sueña con ser un cobarde honesto, como todo el mundo". "Los monstruos existen, porque son parte de un plan divino y en las horribles características de esos mismos monstruos, se revela el poder del creador". (El nombre de la rosa). "Todos los poetas escriben mala poesía. Los malos poetas la publican, los buenos poetas la queman". "No son las noticias las que hacen el periódico, sino el periódico el que hace las noticias y saber juntar cuatro noticias distintas, significa proponerle al lector una quinta noticia". (Número cero). "Hoy, cuando afloran los nombres de corruptos o defraudadores y se sabe más, a la gente no le importa nada y solo van a la cárcel los ladrones de pollos albaneses". "La existencia de la prensa es todavía una garantía de democracia, de libertad, porque la pluralidad de los diarios ejerce una función de control". "Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que antes hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Entonces eran rápidamente silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un Premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles".
2 Comentarios
MARIANA AYLLÓN GUERRERO
19/2/2023 07:18:58 pm
Exquisito y concentrado articulo sobre un gran escritor. Contiene una información detallada , con una lectura amena y grata. Buen trabajo , Antonio.
Responder
Ana Belen Guerrero Moreno
19/2/2023 09:58:19 pm
Buen trabajo Antonio
Responder
Dejar una respuesta. |
AutorAntonio Gómez Romera, ése soy yo. Entradas
Mayo 2024
Categorías |